Pablo Iglesias después del resultado electoral, Foto/ EFE Ballesteros
La confluencia de Iniciativa Catalunya-Els verds (ICV), Podem, Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) y Equo obtuvo en los comicios catalanes 11 escaños, dos menos que los obtenidos en el 2012 por la coalición formada entonces por ICV y EUiA. En porcentaje de votos se alcanzó un 8,9% frente al 9,9% de 2012. Eso sí, esta vez con una participación electoral mucho mayor, un 77,4% frente al 69% de hace tres años.
El primer balance que arrojan los resultados es claro. El proyecto de confluencia de las fuerzas del viejo y el nuevo reformismo buscaba emular los notables resultados obtenidos en las elecciones municipales, hace apenas 5 meses, bajo una fórmula electoral similar. Sin embargo en este caso obtuvo un sonoro batacazo. La coalición electoral encabezada por Lluís Rabell naufragó en una campaña electoral polarizada entre los bloques independentistas y “unionistas”. Su ambigüedad en lo nacional y la tibieza de las reformas sociales propuestas les dejaron “descolocados en el eje nacional” e impotente para instalar el “eje social” en la campaña. La presencia de los pesos pesados de Podemos tampoco pudo equilibrar la balanza, más bien han ayudado en la caída.
Decepción y debates entre los simpatizantes
Cerca de un centenar de personas se acercaron hasta Fabra i Coats para seguir desde allí el desenlace electoral. La jornada en este mítico emplazamiento obrero fue transcurriendo desde la incredulidad inicial por los bajos resultados que daba la encuesta de TV3 a la gran decepción por unos resultados finales aún peores.
A las 20:00 CSQEP parecía que iba a lograr 13 o 14 diputados. Repetiría así los resultados de hace tres años, algo ya de por sí por debajo de las expectativas creadas. Pero los datos de TV3 iban a ser aún rebajados. En el inicio del escrutinio se empezó a vislumbrar que el techo de CSQEP continuaba bajando. Algunos de los simpatizantes allí presentes concluían que “muy probablemente si no se alcanzan al final de la noche los 13 diputados de hace 3 años, podremos decir que no ha servido para mucho”.
El ambiente era diametralmente opuesto al que se vivió el pasado 24 de mayo, cuando la candidatura Barcelona En Comù obtuvo la alcaldía de Barcelona y celebró en este mismo lugar su victoria. No era para menos. El proyecto “regeneracionista” planteado por CSQEP, en la línea de los planteamientos de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, no había logrado esta vez incidir en el debate electoral catalán y todo apuntaba a una debacle. Para muchos de los presentes y el mismo Rabell, el problema estaba en que el “eje social” que había buscado introducir CSQEP no logró instalarse en el debate electoral. Unos jóvenes estudiantes de la Universidad de Barcelona que habían venido al acto apuntaban que “las fuerzas independentistas han conseguido dicotomizar el debate y les ha salido bien”.
Cabe preguntarse si CSQEP no ha entrado en esa misma dicotomía pero a la inversa, subvaluando nada menos que la cuestión nacional como si fuera algo secundario, rebajando su propuesta de proceso constituyente catalán y subordinando a la negociación con el Estado un referéndum al que PP y PSOE ya han manifestado que se opondrán.
Iban pasando los minutos y las horas, el escrutinio avanzaba, pero el casillero de escaños de CSQEP permanecía en los 10 escaños hasta que logró remontar a los 11. Algunos de los simpatizantes presentes empezaron precisamente a plantearse si su postura frente al “eje nacional” había sido la correcta y que se podría hacer ahora con unos resultados tan modestos.
En ese clima afloraban algunos debates. Para algunos de ellos CSQEP debía ser la fuerza que apostara por introducir en el “proceso” las demandas sociales de la población. Ahora bien ¿Con que alianzas? El desconcierto se mezclaba con la decepción y muchos simpatizantes y miembros de la organización no atinaban a ponerse de acuerdo.
Para unos lo correcto sería mantenerse al margen de los procesos de creación de mayorías independentistas, otros pensaban de manera opuesta y en el sentido que empiezan a plantearles Junts pel Sí y la CUP de buscar algún tipo de acuerdo.
Una pareja allí presente apuntaba que “seguro que CSQEP no debería participar de ningún proyecto con Junts pel sí” mientras que una mujer señalaba que “con Mas a ningún lado, pero ojalá la CUP imponga a alguien decente, quizá Romeva”.
La CUP fue sin lugar a dudas la formación política a la que más se refirieron los simpatizantes de CSQEP. Si bien en el “eje nacional” se mostraban alejados de la formación independentista, si aspiraban a que los buenos resultados de la formación encabezada por Baños, impusiera ciertas medidas a Junts pel Sí.
Un miembro de la organización apuntaba en esta línea que “CSQEP debe ir de la mano de la CUP para encontrar un punto de encuentro entre ambas formaciones y Junts pel sí, ya que las tres buscamos una modificación del statu quo actual”.
Poco antes de las 23:00 apareció finalmente el candidato, el ex líder vecinal, Lluís Rabell. Buscó contextualizar la derrota de la coalición en un marco de debate hostil para ellos, pero enfatizó en que su mensaje tendrá más posibilidades de calar “una vez las políticas independentistas de Mas sigan atacando los derechos sociales”.
La derrota del proyecto “regeneracionista” de Podemos en Catalunya
Los bajos resultados de CSQEP no se pueden reducir al poco impacto mediático de su candidato o a las polémicas declaraciones de los líderes de Podemos, aunque sin duda éstas hayan contribuido bastante.
Achacarlo a la primacía que ha tenido el eje de debate nacional, alegando que ese no era su terreno, como hizo Rabell en su comparecencia, sólo explica la imposibilidad de éxito de un proyecto político que quiera dejar de lado esta cuestión o contraponerla al eje social.
El mensaje de “dejémonos de tonterías y banderas y centrémonos en los problemas de la gente” ha sido reproducido en campaña por los candidatos de CSQEP y sobre todo por sus compañeros de viaje de Podemos. Pero ese mensaje ya tiene dueño, el populismo españolista de Cs y la socialdemocracia españolista del PSC, y no tienen nada que ver con ningún proyecto que pueda ser visto como transformador.
La estrategia escogida bebe del proyecto “regeneracionista” del Régimen del 78 que está intentado impulsar Podemos. No sabemos cómo le irá en las elecciones generales, pero en Cataluña ya le ha pasado factura.
CSQEP no solo se ha posicionado ambiguamente frente al proceso de independencia -reduciendo su fórmula vacía de “derecho a decidir” al imposible de un referéndum aceptado por 2/3 de las Cortes españolas que salgan en diciembre- sino que además ha buscado ampliar votos en base a prejuicios españolistas en los barrios y ciudades industriales, algo que sin duda Ciutadans y PSC saben gestionar mejor.
Pero además tampoco en el “eje social” se han destacado como una alternativa. CSQEP no ha aparecido como una referencia de izquierdas en este terreno, ni mucho menos a la izquierda de la CUP que mantiene un discurso con denuncias anticapitalistas. Su programa reformista cada vez más tibio es el histórico de los ecosocialistas de ICV-EUiA que han gobernado ya Catalunya y las principales ciudades catalanas, y que empalma con buena parte del del PSC y el PSOE. En la misma senda que Podemos y su proyecto de “gobierno decente” se han limitado a tibias propuestas respetuosas con los grandes intereses capitalistas y los marcos legales que los protegen. Esta timidez es parte de las razones por las que sus intentos de que la campaña girara en torno a los grandes problemas sociales también haya fracasado.
En conclusión, el pinchazo de CSQEP pone en cuestión un proyecto “regeneracionista” que ni en cuanto a los grandes problemas democráticos y la crisis del régimen, ni en cuanto a la grave crisis social, es capaz de ofrecer soluciones profundas y hasta el final. Se contenta con “regeneracionismo político” y “reformismo social light” que se queda en aquello de “ni chicha, ni limona”. |