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La Izquierda Diario
12 de noviembre de 2023 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
La juventud en Estados Unidos se levanta por Palestina
Jimena Vergara | @JimenaVeO

[Desde EE. UU.] La brutal ofensiva de Israel sobre Gaza que ha conmovido al mundo que mira en rabia y llanto el genocidio del pueblo palestino en tiempo real; el apoyo incondicional –moral, político, financiero y militar– del régimen bipartidista a esta masacre y la ofensiva macartista sobre el derecho a la protesta hizo despertar de nueva cuenta a la juventud multiracial en Estados Unidos. A diferencia del Black Lives Matter (BLM) que rompió la cuarentena pandémica y encontró en la calle su máxima expresión, este movimiento pro Palestina tiene las calles de su lado desde luego, pero su epicentro en los claustros universitarios y las escuelas, trayendo el espectro del poderosísimo movimiento estudiantil contra la guerra de Vietnam en los setentas. ¿Será posible que la juventud arrastre tras de sí al movimiento obrero estadounidense?

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Desde el río hasta el mar Palestina será libre (From the River to the Sea, Palestine Will be Free)

"Stop the Genocide" grita la juventud estadounidense por doquier. "Free Palestine". Como bocanada de aire fresco, apenas dos días después del ataque de Hamas y de que se registraran los primeros bombardeos contra Gaza, se dieron las primeras movilizaciones en Estados Unidos convocadas por organizaciones políticas como el Party for Socialism Liberation y organizaciones árabes como Within Our Lifetime, protagonizadas por sectores juveniles y la importante comunidad musulmana y árabe que cuenta con unos 3 millones de personas en Estados Unidos.

No es solo en Estados Unidos. En todo el mundo, desde los países imperialistas hasta los países del mundo árabe, hemos visto crecer la solidaridad con Palestina, a pesar de la dura represión y los ataques a la protesta como en Alemania y Francia.

El 12 de octubre, el primer “walkout” estudiantil por Palestina, llamado por organizaciones estudiantiles árabes junto a movilizaciones espontáneas de composición multirracial en decenas de universidades del país, sacudió a la opinión pública. La prensa respondió o con el silencio o con la difamación: son terroristas dijeron, son antisemitas. Las movilizaciones fueron creciendo pero apenas una semana después de iniciadas, la comunidad judía anti sionista comenzó a levantar la voz: “No en nuestro nombre”.

El 14 de octubre los estudiantes de Harvard, una de las principales instituciones universitarias privadas de la inteligencia estadounidense, respondieron contundentemente con una marcha interna en la universidad ante la línea oficial del comité directivo –dictada por la Casa Blanca– de que la institución estaba incondicionalmente con Israel y su derecho a defenderse. Ante la prensa atónita, incluido el progresista New York Times, los estudiantes dijeron: Free Palestine.

Para fines de octubre las movilizaciones en todos los campus universitarios del país se regaron como pólvora (New York University, Penn State, Temple, Columbia, Barkley, Yale, CUNY). La organización judía antisionista más importante de Estados Unidos, Jewish Voices for Peace, tomó Grand Central el 13 de octubre –la famosa estación de tren que representó el esplendor de la gran burguesía estadounidense encarnada en la familia Vanderbilt– en Nueva York, con el cineasta Michael Moore filmando en vivo desde su cuenta de Instagram. Cientos de judíos antisionistas fueron arrestados ese día mientras gritaban consignas muy claras: No en nuestro nombre, Cese al fuego, Free Palestine, End the Occupation, Let Gaza live. La protesta judía antisinoista se viralizó y dio la vuelta al mundo exponiendo la falsa emulación entre antisionismo y antisemitismo. La movilización judía no cae del cielo y es la expresión actual de una ruptura generacional, gestándose hace varios años entre la diáspora judía que crecientemente repudia la política de Israel sobre Palestina y que nutrió en su momento al movimiento BDS.

Y así y todo, Israel avanzó. Y así y todo, el genocidio empezó y no se detuvo. Y todos los días, todos nosotros nos despertamos para ver con horror que el genocidio continúa. Por lo menos 10.000 muertos, miles de heridos, millones de desplazados en Gaza, sin contar las atrocidades perpetradas por el ejército y los colonos organizados como paramilitares en Cisjordania. Detrás de las cifras hay nombres, muchos nombres de niños palestinos. Estamos viendo una de las más violentas y cruentas caras del imperialismo en su manifestación sionista. Pero también estamos viendo la esperanza en movimiento y el internacionalismo en ciernes.

El movimiento internacional por Palestina y su expresión en el corazón del imperio nos rescató de la propaganda genocida, los ataques por “antisemitismo” que están al servicio de fortalecer la islamofobia y las divisiones raciales entre la clase obrera y los oprimidos, las “fake news” y los incansables discursos macartistas contra cualquier tipo de manifestación pro Palestina. No nos pueden callar: ni Macron en Francia, ni el gobierno alemán ni Biden en Estados Unidos. Free Palestine.

De los campus a Washington, de Washington a los campus

La protesta en solidaridad con Palestina del 4 de noviembre en Washington D.C. marcó el punto más alto hasta ahora de un amplio movimiento de vanguardia; más concretamente, una juventud multirracial está liderando a un sector de las masas en las protestas contra los ataques genocidas de Israel contra Palestina y la ocupación.

Cien mil personas inundaron la capital del país, procedentes de lugares recónditos de la costa oeste, Virginia, Nueva York y decenas de estados. Ese mismo día se celebraron decenas de manifestaciones en otras ciudades como Detroit, Nueva York, Chicago, Las Vegas, Portland y Cincinnati. El alcance nacional del movimiento recuerda al del BLM en su apogeo en 2020. Estas protestas también reúnen a las comunidades musulmanas y árabes, la generación forjada en el Black Lives Matter y una juventud que despierta a la vida política. En las movilizaciones más masivas como la de Washington, no solo la juventud se moviliza sino familias enteras, niños y niñas y muchos palestinos que tienen familia en Gaza. En Washington los manifestantes corearon las consignas que han marcado hasta ahora al movimiento. Pero también dirigieron su ira al ocupante de la Casa Blanca: “Genocide Joe”.

Lo más novedoso, quizá, es la impronta del movimiento estudiantil como no habíamos visto en décadas, trayendo de vuelta a las universidades el espectro del movimiento contra la guerra de Vietnam. En los claustros universitarios, este movimiento renovado está siendo liderado por organizaciones propalestinas y árabes que han sido perseguidas y prohibidas en algunas escuelas, como Estudiantes por la Justicia en Palestina y en menor medida pero muy significativa, por organizaciones judías antisionistas.

El 9 de noviembre, el carácter estudiantil del movimiento se manifestó de forma contundente en una gran jornada de lucha en todo el país con acciones dislocadas de desobediencia civil de estudiantes universitarios y secundarios. En Nueva York, con el telón de fondo de los gritos de los estudiantes de New School, una de las universidades de elite de la ciudad, coreando “Free, free Palestine”, cuatro niños negros de 12 años levantaban una bandera palestina desde una cancha de basketball.

La víspera del 9 de noviembre, los estudiantes de Trabajo Social de Columbia tomaron su departamento en solidaridad con Palestina. Aunque aún no estamos ante la masividad y alcance que tuvo el movimiento contra la guerra de Vietnam, es casi imposible no evocar la primavera de 1968 cuando, estudiantes de Columbia también, tomaron todo el campus en solidaridad con Vietnam y más de 700 estudiantes fueron arrestados por la policía de Nueva York.

Mientras los estudiantes de Nueva York y otras ciudades mantenían en vilo a las policías locales, activistas y periodistas tomaron la sede del New York Times, a quien bautizaron “The New York Crimes”, exigiendo cese al fuego y denunciando la cobertura progenocidio de uno de los mas prestigiados medios masivos de comunicación.

El movimiento se desarrolla y crece a pesar de la respuesta macartista del Estado, los patrones y las autoridades universitarias, aunque por ahora es limitada porque el régimen no tiene la relación de fuerzas necesaria para criminalizar al movimiento de conjunto.

Una ofensiva macartista en ciernes y un movimiento democrático en respuesta

El Partido Republicano y el Partido Demócrata han lanzado una ofensiva contra los parlamentarios pro Palestina en el congreso; por ejemplo, la Cámara de Representantes censuró a la demócrata y miembro del Democratic Socialists of America, palestino-estadounidense Rashida Tlaib por manifestarse en solidaridad con Gaza y decir “from the river to the sea” [desde el río hasta el mar”] en el Congreso, y más de 20 demócratas se pusieron del lado de los republicanos para hacerlo. Los patrones y funcionarios universitarios han respondido de forma abrumadora al movimiento restringiendo el discurso pro-palestino, difamando y prohibiendo protestas por ser "antisemitas", permitiendo y alentando que los activistas sean acosados por sionistas e incluso despidiendo a personas por hablar a favor de Palestina o defender el cese al fuego en el sector salud y otras industrias. Plataformas como Instagram ya han eliminado cuentas pro Palestina, como una de las cuentas de Jewish Voices for Peace o Eye on Palestine, ambas con millones de seguidores.

Los estados están votando presupuestos extraordinarios, como el aprobado en Nueva York y Florida, para "luchar contra el antisemitismo" en los campus, invirtiendo en más vigilancia y tecnología para crear una especie de "lista negra" de personas que se manifiestan a favor de Palestina.

Apenas hace dos días, en respuesta a la toma pacífica del departamento de Trabajo Social en Columbia, la organización estudiantil árabe Students for Justice in Palestine (SJP) y la organización judía Jewish Voices for Peace (JVP) fueron suspendidas: por las autoridades por utilizar “la intimidación y una retórica amenazante”. La ofensiva marcartista es, además de una respuesta preventiva a que el movimiento avance, el resultado del peso del lobby sionista estadounidense en las decisiones del Estado y del bipartidismo norteamercano, que está presionando duramente por medidas macartistas conta el “antisemitismo”.

La ofensiva contra los derechos democráticos, unida a la brutalidad del ataque de Israel en Gaza, que ha conmocionado al mundo con desgarradoras escenas de un genocidio en tiempo real, y el poderoso movimiento internacional en favor de Palestina, ya ha alentado la aparición de una respuesta democrática que va más allá de las personas que se movilizan en las calles y los estudiantes; incluye a quienes están boicoteando marcas como Starbucks y McDonalds por "promover el genocidio", aquellos involucrados en el movimiento BDS o aquellos trabajadores, profesionistas, amas de casa, exigiendo un alto el fuego en redes sociales, pero también desde sus centros de trabajo y estudio.

Se trata de una vanguardia muy amplia que esta moviendo la conciencia de los trabajadores y las clases medias exigiendo el "alto el fuego" junto a consignas como "Palestina libre", "Alto al genocidio", "Alto a la ocupación", "Alto a toda la ayuda financiera y militar de Estados Unidos a Israel", y en cánticos como "Israel bombardea, Estados Unidos paga, ¿a cuántos niños has matado hoy?".

El movimiento tiene a los dos grandes partidos del capital imperialista en contra, a Israel, al presidente, a Donald Trump, a la ultraderecha antisemita, a los medios de comunicación, al lobby sionista, a la policía y, sin embargo, sigue creciendo.

“Genocide Joe”

Si algo no necesitaba Joe Biden en su carrera hacia la reelección y su dificultosa agenda internacional era una potencial guerra regional en Medio Oriente y un movimiento antiguerra con carácter antiimperialista en casa. El gobierno de Biden se ha enfrentado a importantes desafíos desde que estalló la crisis en Israel y Palestina, tanto a nivel nacional como internacional.

Tras respaldar rápidamente la respuesta de Israel a los atentados del 7 de octubre y respaldar todas y cada una de las “fake news” vertidas por el gobierno israelí, la administración Biden ha pasado a defender una "pausa humanitaria" y sectores del régimen están exigiendo que el gobierno se comprometa nuevamente con la política de los dos Estados y un posible cambio de régimen en Gaza en manos de la desprestigiada Autoridad Nacional Palestina.

Aunque tal propuesta es un engaño, no deja de ser el resultado del amplio apoyo internacional y nacional a Palestina. El movimiento en Estados Unidos forma parte de un fenómeno internacional más amplio que mencionamos antes, que va desde Yemen, pasando por Egipto y Jordania, el Estado Español, Francia, Alemania, México, Costa Rica hasta Australia. El actual movimiento pro Palestina está incrustado en la dificultad de Estados Unidos para mantener a Netanyahu en línea con el interés primordial estadounidense en la región: mantener a toda costa el statu quo de una alicaída hegemonía estadounidense.

Aunque públicamente la administración Biden apoya plenamente las acciones de Israel, entre bastidores ha estado tratando de evitar que Netanyahu intensifique su respuesta hasta un nivel que podría engendrar consecuencias impredecibles.

En este contexto, la administración de Joe Biden no ha sido inmune a la creciente pérdida de legitimidad de las acciones de Israel –cuestionado por decenas de países y las Naciones Unidas– y sus acciones están generando una crisis que está poniendo en cuestión su carrera hacia la reelección muy seriamente.

El 12 de octubre, Josh Paul, un alto funcionario del departamento de Estado, renunció a su cargo por su desacuerdo del apoyo “ciego” de Joe Biden a Israel y su respaldo al “status quo de la ocupación” (destacado nuestro). Unos días después, 11 miembros del staff de Biden se sumaron a Paul por sus “serias diferencias” con la política de Biden hacia Israel. Hay fundados rumores filtrados por la prensa de que ya está circulando a niveles altos del gobierno un memorándum interno de crítica a la política de Biden hacia Israel.

Además de la enorme bronca y antipatía de la juventud estadounidense por Joe Biden, la semana pasada, las encuestas electorales arrojaron resultados que preocupan muchísimo a los demócratas. El apoyo del presidente Joe Biden entre los árabes estadounidenses, que son votantes cruciales en estados electorales disputados (swing states), se ha desplomado de una cómoda mayoría en 2020 a solo el 17 %, según muestra una nueva encuesta, en medio de la creciente ira por el apoyo del presidente demócrata a los ataques de Israel contra Gaza. El apoyo de los árabes estadounidenses a Biden, del 59 % en 2020, cayó incluso antes del estallido de violencia en Oriente Próximo al 35 %, según la encuesta encargada por el Instituto Árabe Estadounidense, pero se ha reducido a la mitad desde entonces. Esto en el marco de encuestas recientes también donde Biden estaría cuatro puntos abajo de la intención de voto respecto a Donald Trump hacia el 2024.

Al mismo tiempo, la influencia del Partido Demócrata y de todos sus "tentáculos’’ sobre las masas y el movimiento es significativamente más débil en comparación con otros temas sensibles que han sacado a las masas a las calles como los derechos reproductivos; el Partido Demócrata se enfrenta a importantes retos a la hora de intentar controlar el movimiento desde abajo. Es un escenario diferente al de la guerra en Ucrania, donde la administración ha tenido éxito en reunir a votantes demócratas, simpatizantes, una franja de independientes y también un sector no despreciable de los republicanos detrás de su política. Respecto a Ucrania, Biden ha sido capaz de ejecutar la operación ideológica de enmarcar la guerra como una lucha por la democracia y la libertad contra la tiranía.

Palestina es una historia diferente; los desafíos de la administración y del régimen en general alimentan el movimiento pro Palestina y se están convirtiendo rápidamente en un problema importante no solo para los demócratas, sino para sectores de la burguesía que no quieren la imprevisibilidad y el aventurerismo de una segunda administración Trump.

Bernie Sanders, la burocracia sindical y un sentimiento pro Palestina creciendo en la clase obrera

Como hemos dicho, el movimiento apunta cada vez más a Biden, pero no solo. A pesar de que hace unos días se celebraron comicios que incluyeron elecciones a gobernador en Kentucky, Louisiana y Mississippi, legislaturas estatales, así como numerosas iniciativas ciudadanas, alcaldías y otros cargos locales. El Partido Demócrata no tuvo un performance despreciable pero esto no se debe a su fuerza de atracción sobre los votantes sino a la agenda progresista de la base social demócrata, por ejemplo, en relación a derechos reproductivos.

El descredito del Partido Demócrata ante la crisis Palestina ha llegado a la base de Bernie Sanders, que protestó dentro de su oficina la semana pasada coreando: "¡Bernie Sanders no puedes esconderte, te acusamos de genocidio!". El senador de Vermont ha defendido el “derecho de Israel a defenderse”, está alineado a la política de pausa humanitaria de Biden y llamó a la policía contra los manifestantes en su oficina.

La crisis también ha movido sectores dentro del DSA, con el ejemplo de su grupo de trabajo Palestina Libre escindido de la organización hace unos días.

El movimiento obrero, ya en un proceso de recomposición subjetiva que viene de atrás, con la huelga del UAW como el punto más alto de la agitación obrera de los últimos dos años, no es inmune a la crisis en Palestina y la agitación doméstica.

La AFL-CIO respalda a Biden y a Israel, y la dirección bloqueó la aprobación de una resolución por el alto el fuego. Kooper Caraway, dirigente del SEIU, fue expulsado del sindicato por expresar su apoyo a Palestina. Aunque la dirección de la AFL-CIO apoya la agenda imperialista del Partido Demócrata como siempre, desde abajo en muchos sindicatos (no solo Starbucks, que expresa los elementos más avanzados de la Generación U) [1] hay una gran presión para que las direcciones se pronuncien a favor de Palestina.

También hemos visto acciones del movimiento obrero, como el paro de los trabajadores portuarios de Oakland hace unos días en apoyo a las protestas pro Palestina y para bloquear los barcos con destino a Israel; este sindicato también realizó paros laborales durante el BLM, pero una vez el movimiento ya era bastante masivo. Hay circulando ampliamente decenas de declaraciones de las bases sindicales firmadas por miles de trabajadores para exigir a sus direcciones tomar partido por Palestina.

Con los conflictos laborales en desarrollo, motivados por la inflación, las luchas por la sindicalización y en general el descontento obrero, Biden tratará de intervenir en nombre de los trabajadores para mantener su casa en orden y bloquear la posibilidad de que la clase obrera asuma la lucha por una Palestina libre.

En general, la maquinaria del Partido Demócrata ya está en marcha, aunque discretamente, dado que la lucha por la liberación palestina va contra el ADN del imperialismo estadounidense, que tiene a Israel como aliado estratégico incondicional.

El ala socialdemócrata del partido –en particular Tlaib, Bowman y Omar– está agitando por un alto el fuego y está siendo perseguida por el ala del establishment del régimen bipartidista. Esta corriente interna, hoy perseguida y marginada, puede ganar terreno en el futuro si el Partido Demócrata necesita contener el movimiento. Las ONG, en particular las que organizan a las comunidades musulmana y árabe en Estados Unidos, ya están participando en movilizaciones como la de Washington, con un programa de "castigar a Biden en las elecciones si no hay alto el fuego".

Es muy posible que las luchas obreras en curso sean apoyadas por Biden, como hizo con la huelga de la UAW desde el principio, pero hacia el final con el interés estratégico de resolverla rápidamente antes de que conectara con la lucha en solidaridad con Palestina. Es esencial para la administración mantener a raya al movimiento obrero y la mejor manera es hacer concesiones al tiempo que se alía con la AFL-CIO en su acuerdo incondicional con la política hacia Israel. Las iniciativas de Biden hacia el movimiento obrero que tienen el objetivo estratégico de contener la lucha de clases no pueden opacar el hecho de que para crecientes sectores de la población, el actual presidente pasará a la historia como el ejecutor del genocidio en Gaza.

La nueva burocracia de izquierda como la de Shawn Faine en el UAW, surgida al calor de un proceso de recomposición de la clase obrera con una nueva generación de sindicalistas inyectando energía a las organizaciones sindicales tradicionales, no ha tomado posición por Palestina. Está por verse si la indignación de las bases obreras pueden imponer a sus dirigentes romper con la política del Partido Demócrata y actuar de manera independiente, con una política internacionalista en favor de Palestina.

Desarrollar una perspectiva socialista revolucionaria en el seno del movimiento por una Palestina libre

Left Voice es parte de la Fracción Trotskista a nivel internacional que está interviniendo con todo en el movimiento en solidaridad por Palestina en todos los países donde estamos: Francia, Alemania, el Estado Español, Italia, Argentina, Chile, México, Brasil, Bolivia, Perú, Uruguay, Venezuela y Costa Rica. En Francia y Alemania en particular, nuestros camaradas están enfrentando la virulenta represión de sus gobiernos imperialistas junto a decenas de miles de activistas que han tomado las calles por Palestina a pesar de la criminalización. En Francia, cuatro camaradas de Révolution Permanente fueron arrestados por la policía mientras hacían una pintada por Palestina. En Argentina nuestra camarada Myriam Bregman del PTS, candidata a presidenta por el FIT-U, fue amenazada y atacada por la ultraderecha argentina por su defensa del pueblo palestino contra los ataques de Israel.

En Estados Unidos, con nuestras modestas fuerzas, nuestro sitio web se ha convertido en una de las referencias del movimiento pro Palestina en la vanguardia, mostrando las movilizaciones contra el cerco mediático y dando voz a la juventud árabe, judía y multirracial que se moviliza por Palestina. Desde nuestro sitio web, redes sociales y en nuestros centros de trabajo y estudio, estamos agitando que necesitamos un movimiento de masas por Palestina y por el derecho a la protesta y a la libertad de expresión, contra la islamofobia y el antisemitismo.

Como el propio movimiento está planteando, Biden y el régimen bipartidista son responsables del genocidio materializado en ayuda financiera, política y militar, y por eso gritamos, junto a cientos de manifestantes: ¡Ni un céntimo para que el imperialismo estadounidense e Israel ejecuten su programa genocida en Gaza! ¡Ni un céntimo para la matanza de niños palestinos! ¡Abajo el paquete de 105.000 millones de dólares de Biden! ¡Fin a toda la ayuda de EE. UU. a Israel!

En el movimiento estudiantil somos parte junto a otras organizaciones, colectivos y activistas del comité “CUNY for Palestine”, con profesores y estudiantes de la inmensa universidad pública de la ciudad de Nueva York de por lo menos 400.000 estudiantes, muchos de ellos negros, árabes, judíos, provenientes de familias obreras. En Columbia, como parte de la coalición What is it”: Social Workers for Palestine, nos hicimos parte de la toma del departamento de Trabajo Social el 8 de octubre pasado, denunciando la ofensiva macartista sobre el movimiento. En las universidades en particular, el movimiento debe articularse en una audaz campaña democrática contra la expresión doméstica de la agenda imperialista de Biden hacia Palestina, que es impedir la entrada en la escena política de un movimiento de masas en Estados Unidos con una reacción macartista y la represión. Por eso tanto en CUNY como el Columbia estamos planteando la más amplia unidad para defender al movimiento: Defendamos nuestro derecho a protestar en las calles y claustros universitarios, Abajo las represalias contra el Movimiento Pro Palestina y la criminalización de las organizaciones estudiantiles árabes, Abajo el antisemitismo y la islamofobia, Abajo la caza de brujas en las universidades, Libertad de expresión, Alto a los despidos, la intimidación y el acoso a los activistas pro Palestina.

Tanto las organizaciones árabes y judías como la izquierda en general han sido atacadas por el gobierno y los dos partidos imperialistas. El movimiento tiene que pronunciarse categóricamente contra toda sanción y censura contra Rashida Tlaib y los congresistas pro Palestina, contra los ataques contra organizaciones estudiantiles y comunitarias como Estudiantes por la Justicia en Palestina o Voces Judías por la Paz y organizaciones de izquierda como los Socialistas Democráticos de América o el Partido por la Liberación Socialista. Defendemos a estas organizaciones e individuos incondicionalmente contra los ataques del Estado, la extrema derecha y los sionistas, haciendo llamamientos a la unidad contra estos ataques y junto a la comunidad judía antisionista decimos que antisionismo no es antisemitismo y que nuestro movimiento es antirracista y contra todo tipo de discriminación.

El desarrollo de un movimiento de masas que no sea cooptado por el Partido Demócrata ni abatido por la represión y diluído en el cansancio de las constantes movilizaciones callejeras, pasa por la entrada en escena de la clase obrera. Para torcerle el brazo a Israel y Estados Unidos en su guerra unilateral contra el pueblo palestino, la clase obrera estadounidense debe tomar la liberación de Palestina como propia y poner en juego sus métodos de lucha como los paros, los cortes de ruta y los piquetes. No podemos ganar las demandas de “pan y mantequilla” en casa cuando nuestros hermanos y hermanas en Palestina están siendo masacrados por Estados Unidos.

Nuestros trabajadores de la salud de Left Voice son parte del comité Healthcare workers for Palestine que organiza a más de 100 trabajadores de la salud (enfermeras, médicos y parteras). Dicho comité ha impulsado una declaración exigiendo a las direcciones de los sindicatos de trabajadores de la salud que se pronuncien y se activen en solidaridad con Palestina que tiene ya miles de firmas. El viernes 3 de noviembre pasado, organizaron una vigilia por Palestina que reunió a 300 personas, muchos trabajadores de la salud. El mensaje de nuestros camaradas fue muy claro, entre otras cosas, en su exigencia a que las organizaciones obreras rompan con la política del partido demócrata pro Israel y tomen la causa Palestina en sus manos y que su acción arrastre a la clase obrera internacional a romper con la política de sus gobiernos y frenar el genocidio.

El desarrollo del movimiento está decantando distintas estrategias para desarrollarlo y para la liberación Palestina. Nuestro planteo es que hay bases objetivas para que el movimiento estudiantil y el movimiento obrero converjan en una lucha antiimperialista, inspiren al proletariado mundial y pongan en jaque la ofensiva de Israel y Estados Unidos sobre las masas palestinas.

Un sector de la izquierda se está inclinando por apoyarse en la diplomacia internacional para lograr una salida “humanitaria” que contrasta con la agresividad asesina del ejército israelí y al mismo tiempo esperando que un ala del partido demócrata pueda impactar en la orientación del partido. Este sector esta recreando la utopía de que es posible luchar por dos Estados sin dar cuenta de que Israel como enclave imperialista existe orgánicamente anclado en la opresión del pueblo palestino. Otro sector participa del movimiento sin ninguna delimitación de Hamas, cuya estrategia es oponer al Estado de Israel otro etno Estado teocrático, y cuyos métodos poco abonan a soldar la unidad árabe y judía contra el sionismo que de hecho se está expresando en las calles de Norteamérica.

Los socialistas revolucionarios, al mismo tiempo que apoyamos con todo al movimiento de masas, defendemos incondicionalmente a las organizaciones pro Palestina contra la represión macartista y marchamos en unidad con todos aquellos luchando contra el genocidio en Gaza, estamos peleando y agitando en las calles, nuestras escuelas y centros de trabajo la lucha por una Palestina libre y socialista desde el río hasta el mar donde árabes, judíos y cristianos puedan vivir en paz, libres del yugo del sionismo y el imperialismo.

Como durante la guerra de Vietnam, el régimen bipartidista hará de todo para reprimir y cooptar al movimiento y evitar a toda costa la unidad obrero estudiantil. En ese sentido, estamos planteando también que el creciente sentimiento anti Biden que se extiende más allá de la vanguardia y la experiencia acelerada que la vanguardia está haciendo con sus líderes como Bernie Sanders, está planteando la posibilidad que del seno del movimiento surja finalmente una alternativa política de la juventud y la clase obrera al Partido Demócrata. La juventud está asqueada de las políticas imperialistas de los dos grandes partidos del capital que bombardean a los palestinos y nos explotan, oprimen y reprimen en casa. Y esta desconfianza creciente en el Partido Demócrata está tocando a la clase obrera profundamente. La estrategia de Bernie Sanders –y por lo tanto de la dirección del DSA– está mostrando todos sus límites demostrando que el Partido Demócrata es un partido imperialista y siempre lo será, y por lo tanto es el enemigo de la juventud, del movimiento obrero y de los oprimidos. De esta experiencia, la vanguardia tiene que sacar lecciones e impulsar la construcción de un partido de la clase obrera con una perspectiva socialista que sea incondicionalmente antiimperialista y esté del lado de Palestina y los oprimidos del mundo.

 
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