Semanas antes del inicio del ciclo escolar, la SEP y el gobierno, así como distintos medios e influencers, auguraban que la educación por fin iba a cambiar, que iba a romper con los lastres de la educación tradicionalista de los gobiernos pasados.
La SEP cambió los contenidos de los libros de textos y como lo hemos mencionado a nuestros lectores en distintas notas, varios temas nos parecen muy progresivos (educación sexual, lenguaje inclusivo, indigenismo, movimiento de mujeres, caravanas migrantes, la comunidad LGBT, etc), sin embargo, es bien sabido que no se tomó en cuenta la opinión de los y las maestras para elaborarlos, carecen de didáctica y no están acordes a las necesidades de nuestros alumnos.
Además, estos libros imponen una nueva forma de trabajo para el docente, que está basado en la pedagogía por proyectos. Pero solo eso cambió, porque las paupérrimas condiciones de las escuelas siguen igual (hacinamiento de alumnos, rezago educativo, bajo presupuesto educativo, escuelas sin servicios básicos, maestros con condiciones laborales degradadas, salarios bajos, etc.). Estas situaciones hacen que la educación siga en su estancamiento, por tanto no es real el cambio que presume la SEP y el gobierno.
Maestros, reprobemos a la NEM
Bajo la NEM el sistema de calificaciones numérico sigue vigente. Este sistema ha sido criticado en distintas ocasiones por intelectuales de la educación, como Angel Díaz Barriga, quien expresa que las calificaciones solo clasifican a los estudiantes y las notas numéricas no pueden reflejar la complejidad del proceso de aprendizaje; es un sistema que castiga sus debilidades, generando mayor rezago y deserción escolar.
Bajo este gobierno y la NEM los periodos de evaluaciones en las escuelas han sido procesos administrativos tediosos para los y las maestras. La gran mayoría de las veces, esto se hace fuera de la jornada laboral; incluso aunque hay días de descarga administrativa, que se supone que son días asignados para sacar las calificaciones de los estudiantes, los directivos exigen que se tengan antes y ese día se impone como si fuera una junta de Consejo Técnico más. Además se nos presiona para comprobar con evidencias, rúbricas, exámenes, proyectos, etc., obligándonos a caer en el conductismo de que el alumno que entrega todo obtiene una buena calificación, sin saber si verdaderamente se logró el aprendizaje.
Este trimestre no fue la excepción, al docente en cada campo formativo se le exigía que anotara una calificación numérica, en donde la recomendación fue no reprobar a ningún alumno. Además, las autoridades educativas les pedían a los maestros que pusieran un comentario por alumno en cada campo formativo.
Para poder verdaderamente cambiar este sistema, los y las maestras debemos organizarnos y luchar, para exigir otra educación que contemple un mayor presupuesto educativo, que mejoren las estructuras de las escuelas, que estén equipadas con tecnologías y los servicios básicos (agua, luz, internet, etc), con plantillas completas, además de planes de estudios acordes a las necesidades de nuestros alumn@s y el pueblo trabajador, emanados de la disciusión democrática en la comunidad escolar junto a especialistas. |