El regreso de los macristas que hundieron al país. El plan anunciado y el "posible". Columna de economía de El Círculo Rojo, un programa de La Izquierda Diario en Radio Con Vos, 89.9. En texto y video.
Esta tarde parece haberse develado una de las grandes incógnitas del futuro gobierno de Javier Milei. Todos los trascendidos indican que Luis Caputo será el ministro de Economía y que Demian Reidel estará al frente del Banco Central.
Estos trascendidos se dan en simultáneo a que se conoció que Emilio Ocampo, quien parecía un número puesto hasta hace pocos días, no irá al Banco Central
¿Quién es Emilio Ocampo? Es quien escribió, junto con Nicolás Cachanosky, el libro “Dolarización: una solución para la Argentina”, que inspira o inspiraba a Javier Milei.
De confirmarse este enroque de postulantes a dirigir la economía, lo que se estaría confirmando es que el plan de dolarización, la gran promesa de Milei, empieza a derretirse. O queda para implementarse en un futuro incierto.
Luis Caputo, recordemos, fue primero secretario y luego ministro de Finanzas en el Gobierno de Mauricio Macri. Después pasó a ser titular del Banco Central, del que fue eyectado en medio de la crisis del primer acuerdo firmado con el FMI.
Tiene el “honor” de haber endeudado al país rápido y furioso, primero con los lobos de Wall Street, a los que les dio buenos negocios, por ejemplo, con el famoso bono a cien años, y después con el FMI. Es el responsable del mega endeudamiento del Gobierno de Mauricio Macri.
Los trascendidos indican que ahora está encargado de negociar con el Fondo la llegada al país de unos U$S15 mil millones. Más deuda, más hipoteca, para el futuro de los argentinos.
Este acuerdo, seguramente traerá más devaluación y, por ende, más inflación. En anticipo de esta perspectiva, el dólar “blue” pegó un salto fuerte en los primeros días después de la elección. Quizás, no tan fuerte como podría haber aumentado el dólar si la perspectiva de la dolarización hubiese quedado como cierta después de las elecciones.
Damian Reidel ya estuvo en el Banco Central como vicepresidente segundo durante el gobierno cambiemita. Estaba debajo de Federico Sturzenegger. A Reidel se lo señala como uno de los responsables de la masiva fuga de capitales durante el macrismo.
Ahora, tendrá la tarea de desarmar la bomba de las Leliq, esa deuda del Central con los bancos, más precisamente con los “choribanqueros” que viven de la ganancia que les brinda la autoridad monetaria.
Federico Sturzenegger ahora se señala como titular de un futuro Ministerio de Modernización. O, más precisamente, podría ser el Ministerio del ajuste, de la reorganización de la administración estatal.
Hay que estar atentos a la ANSES. El desplazamiento de Carolina Píparo en favor de Osvaldo Giordano, un hombre de Schiaretti, actual Ministro de Finanzas provincial, estaría ligado no solo a conseguir apoyos en el Congreso de los diputados cordobeses, sino también a que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, la plata de los jubilados, podría entrar a jugar en un esquema financiero para desactivar la bomba atómica de las Leliq y salvar a los bancos.
Hay varios planes dando vuelta en relación a las Leliq. Hay quienes dicen que los dólares que consiga Luis Caputo serán para cancelar la deuda de las Leliq: sería un cambio de deuda en pesos por deuda en dólares.
Otra opción sería licuar las Leliq vía la baja en la tasa de interés que pagan o de un Plan Bónex, que es plan de Carlos Rodríguez, un hombre del CEMA, que ahora dice que Milei no le presta atención. Emilio Ocampo planteaba armar un fondo de estabilidad monetaria respaldado con fondos de la ANSES y con acciones de empresas públicas.
Milei arma el gabinete de forma desordenada, con el método del anarco capitalismo, pero el resultado es un gabinete con impronta macrista. Es decir, Milei se está rodeando de la vieja casta que hundió al país hace apenas cuatro años atrás.
La gran incógnita del momento es cuál será el programa económico de Javier Milei. El presidente electo, por el momento, ofreció fragmentos inconexos de su política económica.
En donde fue más enfático fue en la idea de hacer un fuertísimo ajuste en el gasto público. Habló de un recorte de 15 % del PIB: 10 % corresponde al déficit cuasi fiscal, es decir del Banco Central; y otro 5 % a gasto público del Estado. La pregunta es ¿por dónde recortaría?
Las respuestas de Milei no resultan del todo claras. Habló del gasto político. De la reducción de ministerios. Y del despido de los trabajadores que ingresaron a la administración pública durante 2023.
Al 20 de noviembre, la página web del Ministerio de Economía mostraba que el gasto presupuestado en personal del Estado Nacional, representó el 10 % del total. Este total se compone de un 8 % de gasto en personal permanente, que no puede ser tocado porque tiene derecho a la estabilidad laboral.
El otro 2 % de ese presupuesto no tiene estabilidad laboral. Como el mismo porcentaje lo indica, tiene una importancia muy baja. Además, representa solo el 0,5 % del PIB. Más aún, el gasto de gabinete de autoridades superiores, el que puede ligarse más directamente al gasto político, representa el 0,02 % del presupuesto y no llega al 0,01 % del PIB.
Milei también afirmó que no hay plata, por lo cual dice que va a paralizar la obra pública. El presupuesto vigente del Ministerio de Obras Públicas es de un billón de pesos. Esto explica el 2,55 % del presupuesto y alrededor del 0,6 % del PIB.
La eliminación de la obra pública no solo tendría como consecuencia un salto importante en la desocupación con miles de obreros en la calle sin laburo (hay quienes estiman que podrían quedar sin trabajo 250 mil), sino también un impacto en la relación con los gobernadores que, en muchos casos, son beneficiarios de las obras.
Las últimas noticias indican una moderación en esta idea conforme avanza la negociación con los gobernadores. Otro tanto podría decirse de la idea de recortar las transferencias a las provincias.
Cuando se hila fino, aunque Milei despida a todos los estatales “despedibles” (lo que no tienen estabilidad) y se elimine todo el presupuesto del Ministerio de Obras Públicas, el ahorro llegaría apenas al 1 % del PIB.
Por eso, el verdadero recorte puede venir por el lado de los subsidios y, la contraparte, que son mayores tarifazos. Esto es interesante porque ya no es el ajuste a la política, sino a las mayorías, incluyendo, obviamente, a las que votaron a Milei.
La idea de privatizaciones que mencionó el presidente electo tampoco es sencilla. Por ejemplo, en el caso de YPF que ya es una sociedad anónima, la venta de las acciones del Estado Nacional debería pasar por el Congreso, donde Milei, por ahora, está lejos de reunir los votos necesarios.
Pero, en otros casos, la privatización tiene dificultades. Es el caso de los ferrocarriles, hay empresas que estarían dispuestas a hacerse cargo de ganar plata con las ganancias de la operatoria, pero no hacerse cargo de las inversiones necesarias, que dicen que las tienen que hacer el Estado. En realidad, las empresas le tiraron por la cabeza los ferrocarriles al Estado. El caso de los subterráneos en la Ciudad de Buenos Aires es clarificador: las inversiones las hace el Gobierno de la Ciudad y las ganancias se las lleva la empresa EMOVA.
El combo de Milei comprende devaluación, meses de inflación más alta que la actual, ajuste fiscal, tarifazos, privatizaciones. Es decir, se va delineando un programa, todavía borroso, de estabilización recesivo. Las tendencias a la caída ya operan en la economía desde abril de este año.
La pregunta es cuánto tardará el efecto dañino de este combo en llegar a los que votaron a Milei cansado de tantos años de crisis y con la expectativa de un futuro mejor.