1. Un plan de guerra
El 10 de diciembre asume Javier Milei, en una alianza con el PRO de Macri. Al día de hoy las medidas y el destino del nuevo gobierno tienen más interrogantes que certezas. Pero hay algo seguro: atacará el bolsillo y los derechos del pueblo trabajador y la clase media empobrecida. Así lo anunció en campaña y desde que ganó. Así lo negocia con el FMI.
Dice que hará un fuerte ajuste fiscal. Un “plan de shock”. Que será sobre “la política” y no sobre “la gente”. Miente: los recortes siempre terminan siendo pagados por las y los empleados estatales con despidos o congelamiento salarial. Ya hay gobernadores de Juntos por el Cambio que advierten que no podrán pagar aguinaldos en diciembre.
Dice que devaluará, liberará precios y habrá tarifazos. Todo eso empujará la inflación y hundirá más el poder adquisitivo de salarios, planes sociales y jubilaciones.
Dice que hará más privatizaciones (Aerolíneas, YPF, Arsat, medios públicos), que traerán cierres y despidos. Que quiere generalizar el “modelo UOCRA” que facilita y abarata los despidos sin causa. Que quiere impulsar el “modelo Rappi” para la juventud: o sea monotributo y más precarización. Que habrá “tarifazo libre” para las empresas. Y que pagará la deuda fraudulenta con el FMI a costa de más ajuste.
Milei pondrá en marcha un plan de guerra. Quiere golpear a la clase trabajadora e imponer una nueva relación de fuerzas a favor de los grandes empresarios
Podríamos seguir. Pero lo importante es alertar que en pocos días, con decretos y leyes que enviará al Congreso, Milei tratará de poner en marcha un plan de guerra. Quiere darle un golpe a la clase trabajadora que imponga una nueva relación de fuerzas a favor de los grandes empresarios. Así podrían intentar iniciar un nuevo ciclo de negocios y saqueo.
Pero como todo ataque profundo, tendrá que pasar la prueba de la realidad. La prueba de la lucha de clases.
2. Las fuerzas
Para ese enfrentamiento que se viene es importante pensar qué fuerza hay de cada parte. Los trabajadores y trabajadoras en Argentina hemos perdido muchos derechos. Entre los gobiernos de Macri y el de Alberto-Cristina-Massa sufrimos una brutal caída del poder adquisitivo, sobre todo en los sectores informales y precarios. Hubo un traspaso del bolsillo obrero a las cuentas empresarias de más de 100 mil millones de dólares. Y llegamos a niveles récord de precarización y fragmentación: efectivos, contratados, monotributistas, precarios, cooperativistas, desocupados.
Todo eso hubiera sido imposible sin la complicidad de las conducciones sindicales, que además le dieron la espalda a los sectores más castigados.
Sin embargo, en los últimos años no ha habido golpes que hayan derrotado a la clase trabajadora hasta dejarla en el piso, sin ánimo ni moral de lucha. Lo vimos en las jornadas de diciembre del 2017, en las oleadas de luchas entre 2020 a 2022, en el surgimiento de “autoconvocados”, en la persistencia del movimiento piquetero y del sindicalismo combativo.
Los partidos tradicionales y los “dueños del país” saben que existe esa “relación de fuerzas”. Que si golpean, habrá respuestas. Por eso ponen a la represora Bullrich en Seguridad.
La clase trabajadora sufrió más precarización y caída del salario, pero no han podido derrotarla hasta dejarla en el piso, sin moral de lucha
Del lado del gobierno la situación es incierta. Milei ganó porque capitalizó el rechazo al gobierno del FDT (y al de JxC) más que por un apoyo a todo su programa. No se puede negar que tiene un importante sector reaccionario, negacionista y antiobrero. Pero también hay sectores que lo votaron esperando algún cambio tras años de un empobrecimiento desesperante. No hay ningún cheque en blanco. Está el ejemplo de Gerardo Morales, que a pocos meses de ganar las elecciones desató una rebelión popular que lo enterró políticamente.
La debilidad "institucional" de Milei es grande. Está entregando parte de su gabinete al PRO y a Schiaretti. Negocia a contrarreloj algún tipo de fuerza en el Congreso que le permita sacar leyes. Pero hoy está lejos del quórum y la mayoría. Lo que consiga y a qué precio, está por verse. Si se lo compara con Menem, no tiene un PJ unido y encolumnado detrás suyo.Tampoco una CGT adicta como fue la mayoría en aquella época (aunque sabemos que son gente siempre dispuesta a la colaboración).
Es cierto que logró, por ahora, que avance un pensamiento individualista y de que “el ajuste es inevitable”, pero no estamos ante el triunfalismo neoliberal que había en los 90 cuando Menem impuso su plan.
3. El peronismo: entre la derrota y la “transición ordenada”
El peronismo sufrió una derrota histórica. Las consecuencias de años de ajuste y mentiras desilusionaron a millones. Agitaron en toda la campaña “el peligro fascista” pero primero ayudaron a crecer a la derecha, hasta organizándole listas, y ahora muchos colaboran con la "transición ordenada" hacia un gobierno que anuncia un ajuste durísimo. Scioli se prueba el traje de funcionario. ¿En qué quedamos?
Las conducciones sindicales peronistas están en la misma. Durante años nos desmovilizaron. Y eso también envalentonó a la derecha. Ahora la CGT anunció que “vamos a esperar el 10 de diciembre”. Dicen que no quieren poner palos en la rueda y al mismo tiempo presentaron una carta donde defienden las paritarias libres, puestos de trabajo, salarios. Las dos cosas a la vez es imposible muchachos.
Tenemos que medirlos por lo que hacen, no por lo que dicen.
El peronismo agitó el peligro del "fascismo" pero ahora colabora con la "transición ordenada" y sus conducciones sindicales dicen "esperar"
4. Algo se empieza a mover
El cimbronazo del triunfo derechista golpeó a muchos. Es cierto. Pero lo importante es que en algunos lugares, a 12 días de que asuma el nuevo gobierno, ya empieza a haber movimiento. Un estado de alerta y en muchos casos de deliberación.
En dependencias estatales, por ejemplo de la Ciudad de Buenos Aires, comenzaron a haber asambleas. Más allá de las típicas reuniones de las cúpulas, hay deliberación por abajo. Plenarios de delegados con mucho debate, asambleas en dependencias como el Ministerio de Trabajo, Economía, el Conicet. En La Izquierda Diario podés ver las discusiones y resoluciones. Delegadas de la Marrón de Estatales del PTS calculan más de 3000 participantes en total. Distinto que el 2015 donde el avance de Macri no fue precedido por ninguna preparación mínimamente seria.
No solo en la administración nacional. No nos olvidemos que los ajustes en cadena han terminado muchas veces en rebeliones provinciales.
Pero por arriba los gremios del Estado se dividen. Por un lado UPCN les dice a sus afiliados “no se preocupen, a ustedes no los tocarán” o directamente hace silencio. Por el otro ATE rechaza los ataques que se vendrán pero se niegan a organizar algo serio. ATE Nacional y ATE Capital se reunieron y anunciaron “unidad para pelear”. También una movilización para el jueves 30 que luego fue levantada en un plenario de delegados donde se desconocieron mandatos de asambleas de base. ¿El argumento? “Ampliar el frente sindical y no exponer a nadie ni desgastar”. Por su parte, La Marrón planteó exigirle al gobierno saliente el pase a planta permanente y mantener la movilización, cuestión votada por el conjunto de la izquierda. Sin embargo, tener una “espera pasiva" no puede impedir el ataque. Contra esto, planteamos una "preparación activa" y una unidad desde abajo para que no quede en manos de un par de dirigentes la decisión de convocar o levantar medidas.
En los medios públicos, que Milei amenaza privatizar, comenzaron las asambleas en Radio Nacional, TV Pública y Télam. Con mucha participación resolvieron el “estado de asamblea y movilización permanente” y una campaña de difusión, convocada por SiPReBA y sus delegados y delegadas. Ahora van por asambleas “intersindicales” con los otros gremios. Sería un buen paso.
En Aerolíneas Argentinas ya hubo una primera respuesta de los pilotos y hay otros gremios que empiezan a organizarse. Desde la comisión interna de GPS (tercerizados Aerolíneas) convocarán asambleas por turno “para prepararse”. El sindicato de Vialidad Nacional ya advirtió que irá al conflicto si hay ataque.
En Santa Fe hay gremios que se empiezan a reunir y Amsafé Rosario (docentes) convoca a luchar unidos por salario, educación pública y otras demandas. En Neuquén ATEN (Capital) convocó una reunión “multisectorial” para empezar a organizarse. Y cada día surgen nuevos ejemplos.
A 12 días de que asuma Milei ya empieza a haber movimiento. Un estado de alerta y en muchos casos de deliberación
En otros sectores “privados” se empiezan a poner en guardia. La transición es también un laboratorio entre el ajuste del peronismo y lo que los empresarios esperan de Milei. Bridgestone lanzó 14 despidos y el SUTNA convocó un paro de 24 horas frenado por una conciliación. Desde el FFCC Sarmiento se convocaron reuniones de trabajadores y delegados. Mondelez-Kraft quiere imponer un nuevo sistema de trabajo resistido por los trabajadores que exigen medidas a la interna y el sindicato.
El plenario organizado por el Bloque Piquetero Nacional (no convocó el resto de la Unidad Piquetera), es otro hecho importante. Se mostró voluntad de lucha y habrá marchas este 28 de noviembre y el 19 y 20 de diciembre. Las organizaciones sociales estuvieron en las calles y están en la mira del nuevo gobierno de derecha. Por eso es importante avanzar en la unidad con los sectores ocupados y en lucha que hoy no tenemos. Es necesario que en esos encuentros se discuta cómo avanzar rápidamente en un Plenario de Trabajadores Ocupados y Desocupados que agrupe a todos los sectores atacados y en lucha, junto a los sindicatos combativos para organizar la mayor coordinación posible y además imponer a las conducciones oficiales una lucha lo más amplia posible. Esa propuesta llevó al plenario el Movimiento de Agrupaciones Clasistas.
5. La importancia de la unidad
Hay una primera conclusión urgente: mientras los de arriba rosquean la transición y cómo harán los ataques, hay que preparar la resistencia. Y el camino es la unidad. Lo que nosotros llamamos “frente único”.
Esto debe comenzar en los lugares de trabajo, donde la fragmentación y las divisiones no ayudan a pelear con todas las fuerzas. Hay que impulsar asambleas permanentes por lugar, cuerpos de delegados unitarios, comités de lucha o cualquier forma de organización que selle la unidad más allá de los gremios o la forma de contratación. Y ayudar además a los sectores precarios, que hoy no están en los sindicatos ni en las organizaciones sociales, a poner en pie sus nuevas organizaciones.
También es importante avanzar en la coordinación por rama. Por ejemplo entre dependencias estatales, entre medios públicos, entre gremios aeronáuticos; y por región.
Y como la pelea va más allá de cada sector, se necesita avanzar en la unidad de todos los sectores en lucha, atacados o amenazados; ocupados y desocupados para coordinar las respuestas y lucha por imponer a las direcciones burocráticas medidas serias de lucha que hoy no quieren impulsar. A eso apunta nuestra propuesta de Encuentro o Plenario nacional como el que decimos. No es una cuestión de nombre sino de qué tipo de organización podemos poner de pie.
Para enfrentar ataques como los que se vienen, la clave es la unidad: solidaridad con cada conflicto, coordinación entre los que luchan, tocan a uno tocan a todos y todas
Esa unidad tiene que tener como motores las peleas más urgentes e inmediatas que preocupan hoy a todos los compañeros y compañeras. En el Estado, el inmediato pase a planta permanente y el rechazo al ajuste. En los medios públicos o aeronáuticos contra la privatización y los despidos. En las organizaciones sociales la continuidad y aumento de los planes.
Pero también hay un alerta: el peligro de terminar en luchas corporativas, donde cada sector se quede en su reclamo. Como decíamos antes, estamos ante un plan de guerra contra toda la clase trabajadora. Ante eso, cada reclamo sectorial, necesario, tenemos que ponerlo como parte de una lucha de conjunto contra el “plan motosierra” de Milei. Ellos tienen un plan, tenemos que tener el nuestro. Y eso incluye levantar las demandas de otros sectores populares afectados por las medidas, como las familias afectadas por los tarifazos y la estafa de los alquileres, las mujeres y las diversidades que ven peligrar sus conquistas, los pequeños comerciantes arruinados.
En cada una de esas instancias, la izquierda y los sectores combativos plantearemos nuestras propias banderas y propuestas. Porque la pelea por la unidad va de la mano de otra: la pelea política con las conducciones que no la quieren hacer. No será en todos lados de la misma forma. En Suteba (docentes PBA) implica una duro debate, ya que Baradel es prácticamente un funcionario del gobierno de Kicillof que ataca a la propia docencia. Ahí le exigimos que rompa esa subordinación para que todos los y las trabajadoras de la educación sean parte de la pelea contra los ajustes que vendrán.
En la docencia de Capital, Ademys es un sindicato minoritario y debe tener una política de llamado público al sindicato mayoritario UTE, con dirección peronista, para organizar una pelea en común. Todo llamado de este tipo, como el que también hacen compañeros de la Unidad Piquetera hacia el MTE de Grabois, deben ser públicos de forma tal que la propuesta llegue realmente a la base que aún confía en estos dirigentes. Que quede claro quién busca la unidad y quién no.
Esta pelea por la unidad va de la mano de otra tarea importante: rodear de mucha solidaridad cada conflicto, organizando también la defensa contra cualquier represión o ataque de la derecha. Así tendrán más fuerzas para luchar mejor. Y si luchan mejor serán un ejemplo para mostrarle a toda la clase trabajadora que se puede contra tantos militantes de la resignación.
6. La izquierda ante una prueba histórica
Esta pelea por la unidad, por el frente único, es para multiplicar la fuerza obrera. Porque solo si se suman cada vez más sectores a la lucha se podrán imponer las acciones que derrotarán los planes de la derecha: el paro activo que ayuden a organizar la huelga general que ponga en juego el poder de fuego que tienen la clase que hace funcionar el país todos los días.
Al calor de esa experiencia, además, la izquierda y los sectores combativos podremos ganar respeto e influencia sobre miles de compañeros y compañeras que verán quién pelea realmente por la unidad y para vencer. Por eso es importante “golpear juntos” pero marchar con nuestra propias “banderas”.
El PTS y el MAC, como parte del sindicalismo clasista y combativo que ha enfrentado a los distintos gobiernos, se proponen esas peleas. La izquierda llega a estos acontecimientos como una fuerza política importante. Ha sido parte de muchas luchas en los últimos años. No solo en los “bastiones” tradicionales del sindicalismo combativo (seccionales docentes, ferroviarios de Haedo, gestiones obreras como MadyGraf y Zanon, el neumático, en la Salud, comisiones internas en aeronáuticos, las oposiciones en la directiva del Subte y Telefónicos, en el movimiento piquetero y muchos otros lugares), sino también conquistando una voz en la política nacional, con el FITU que a partir del 10 de diciembre tendrá 5 bancas en el Congreso y muchos legisladores, legisladoras y concejales en distintos puntos del país. Toda visión estrecha y sindicalista que no lo tome en cuenta, estará desperdiciando un punto de apoyo clave. También los sectores combativos del movimiento estudiantil, del movimiento de mujeres y las familias que pelean por techo y vivienda. El Plenario Sindical Combativo, por ejemplo, debería salir de su situación actual e impulsar la lucha y la coordinación.
El Frente de Izquierda, los sectores combativos del sindicalismo y el movimiento piquetero tienen un desafío: ayudar a preparar la resistencia y ser una alternativa política y de lucha
Hay que poner esa fuerza y esa voz al servicio de los combates que vienen. También nuestro programa: el aumento salarial de emergencia, la reducción de la jornada para generar trabajo con derechos, el no pago de la deuda y un plan de medidas para reorganizar el país desde abajo que difundimos en la campaña del FITU.
Estamos convencidos que ante el plan de la derecha y la decadencia del peronismo podemos ser un factor importante para derrotar este intento neomenemista. Queremos hacer todo lo posible para estar a la altura de la historia. Para ser una alternativa que ponga a la clase trabajadora de pie y luche por una salida obrera a la crisis. En ese camino el MAC y sus agrupaciones se abren a todos y todas aquellas que quieran compartir esta pelea.
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