Estaba formada por tres subcomisarios, cuatro suboficiales y cuatro delincuentes, aunque los medios dejaron filtrar que habría más integrantes.
Sólo fue revelada la identidad de uno de los tres subcomisarios: Hugo Daniel Salas, quien era jefe de la comisaría de Virrey del Pino, localidad del partido de La Matanza, en tanto los dos jefes policiales restantes desempeñaban tareas en la Delegación de Investigaciones de La Matanza. También trascendió el modo ostentoso de vida practicaban los policías. Salas poseía una regia mansión en el barrio de Laferrere, cuando fue sorprendido tenía en su poder una camioneta 4x4, un Volkswagen Vento y un cuatriciclo Honda (valuados en más de un millón de pesos), 20 pantallas de LCD y más de 200.000 pesos en efectivo guardados en una caja fuerte.
La banda “polirrubro” se especializaba en secuestros express y la comercialización de vehículos robados.
El modus operandi consistía en secuestrar personas con antecedentes penales, a las que amenazaban con una causa penal fraguada en su contra o, en su defecto, la desvinculación de un expediente en el que aparecían involucrados, según las declaraciones de uno de los uniformados que actuó como testigo ante la Justicia. “El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón”, justificaban algunos medios, morigerando la responsabilidad de los custodios de la “seguridad”.
El delito trascendió por una filtración de la Secretaría de Inteligencia (SI) sobre una conversación entre dos distribuidores de cocaína, quejándose sobre la comisión de 100.000 pesos que exigió el jefe policial de la zona para liberar el territorio y autorizar la venta al menudeo.
Para mantener las formas, el ministro de Seguridad bonaerense, Alejandro Granados, separó a dos comisarios mayores que se desempeñaban como jefes de la Departamental La Matanza y de Dirección de Investigaciones, los que “no podían ignorar las maniobras de recaudación ilegal que les atribuyeron a los subcomisarios que tenían bajo sus mando”. Hasta el sheriff Granados se vio obligado a reconocer que el pescado se pudre desde la cabeza.
Si bien este tipo de casos es harto frecuente, sólo saltan a la luz como advertencia cuando estas formas de “recaudación” burlan los acuerdos estipulados y no son compartidas con el resto de las cúpulas.
Como expresión del corporativismo mafioso, las autoridades policiales afirman que la policía es la única institución estatal “que se auto depura a sí misma” mediante la oficina de Asuntos Internos.
En realidad, esa oficina es la encargada de reciclar a los policías en desgracia. Desde 2010, la Bonaerense arrastraba un 25% de sumarios graves que dicha entidad rehabilitó, burlando incluso las políticas de Seguridad Democrática, basadas en el “control civil” de las fuerzas de seguridad. Esa misma institución es la que hizo la vista gorda en la readmisión de miles de bonaerenses exonerados por casos de homicidio y gatillo fácil, a partir de la política de “emergencia en seguridad pública" trazada en abril por Scioli.
La banda de los subcomisarios no parece ser la excepción a la norma. |