Estos encuentros, que fueron preparados previamente con el estudio de diversos materiales teóricos y políticos [1], se realizaron en la Casa Socialista “Domitila Barrios” donde como señalaron todxs quiénes participaron destacaron no solo la importancia, sino también, la necesidad de espacios en los que fraternalmente se planteen las diferencias políticas y se pueda abordar los problemas estratégicos, programáticos y políticos que enfrentan las y los trabajadores y el pueblo. Esto adquiere relevancia no solo para pensar cómo encarar escenarios en los que las variantes políticas ultra reaccionarias vienen tomando cuerpo en la región, como lo muestra la posesión de Milei en Argentina o el golpismo en Guatemala.
Con estos elementos como marco general y guía de la reflexión y del debate se puso en el centro de la reunión la pregunta de ¿cómo alcanzar el socialismo? Desde esta preocupación la primera jornada de reflexión y debate abordó la cuestión de las “tácticas” de Frente Único Obrero (FUO) como herramienta para fortalecer la unidad en la lucha de las y los trabajadores contra la burguesía y las clases dominantes, así como mecanismo de lucha política de las y los revolucionarios ante el reformismo y diversas variantes de colaboración de clases.
La importancia de recuperar las elaboraciones estratégicas y tácticas de los 4 primeros congresos de la Internacional Comunista (IC) radica en que luego de un siglo de su formulación, hemos visto la extensión geográfica y temporal de los mecanismos de la democracia burguesa incluso a países dependientes y hasta semi coloniales, como resultado de una parcial y relativa modernización neoliberal. El debate giró sobre temas como ¿Cómo aplicar la táctica del FUO en contextos de “transformismo” y estatización de las organizaciones obreras, campesinas y populares? ¿Cuál es el alcance, por ejemplo, de la táctica del gobierno obrero, formulado para Sajonia-Turingia en un momento revolucionario y de inminente insurrección? ¿Era susceptible de aplicarse esta táctica a los gobiernos de Chávez por ejemplo o al de Evo Morales, en particular en su primer momento de gobierno? Y más en general ¿Es posible utilizar las instituciones de la democracia burguesa para impulsar la revolución? ¿Es posible impulsar formas de organización y poder popular desde el mismo Estado que se pretende destruir? Recordemos que la táctica del “gobierno obrero” (PC-PS) fue formulada al Partido Comunista Alemán (PCA), en Sajonia, como mecanismo corto para armar a los trabajadores ante la inminencia de la insurrección del mes de octubre producto de una huelga general, táctica que era considerada como una expresión última del FUO. Lamentablemente la dirección del PCA titubeó en medio del levantamiento, ordenando su suspensión. El resultado fue una derrota de la clase obrera y de la revolución.
La implementación de la táctica del frente único obrero, fue formulada fundamentalmente para hacer frente a los problemas de la revolución alemana, con el objetivo de “socavar” las bases de la hegemonía burguesa y avanzar en la construcción de una nueva hegemonía obrera y revolucionaria. La cuestión nodal en esta reflexión es el papel que cumple la democracia burguesa como la última trinchera de la sociedad capitalista.
Los esfuerzos intelectuales de comprender el Estado burgués, es decir todo el andamiaje político – jurídico (coercitivo) para garantizar el orden y la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, como neutralizable por medio de cambios en la relación de fuerzas, son las que alimentan la teoría y la estrategia de avanzar al socialismo por una vía pacífica y democrática, tal el caso de Allende en 1970 o más recientemente Chávez en Venezuela, para un socialismo “del Siglo XXI”.
No hace falta recordar como terminó el proceso chileno cuyas consecuencias se prolongan hasta hoy, o como luego de la muerte de Chávez el 2013 y e inicio de la crisis económica, el régimen chavista descargó todo el peso de la crisis sobre las espaldas de las y los trabajadores y el pueblo pobre venezolano. Para sostener semejante nivel de ataques, intentando equilibrarse en un control casi absoluto de las organizaciones de masas, el régimen se fue tornando cada vez más totalitario y represivo. Esto no es el resultado de “errores” como se afirmó en alguna oportunidad durante el debate. Fue el despliegue de políticas de contención de masas y sostenimiento de las instituciones democrático burguesas las cuales fueron, -luego de desmoralizar, cooptar y controlar a las organizaciones obreras, campesinas y populares-, disueltas por el núcleo duro del Estado burgués democrático, las FFAA.
Durante esta primer jornada también se abordaron problemas referidos a la revolución china de 1925 y como la táctica del Frente Único Antimperialista fue distorsionada para liquidar la independencia política de las y los trabajadores conduciendo a una sangrienta derrota de la revolución, de la misma manera que para occidente en 1935, la IC (Internacional Comunista) ya completamente burocratizada, adoptó una verdadera estrategia de colaboración de clases como fueron los Frentes Populares (FP), política que se tradujo en la derrota del proceso revolucionario francés de 1935 y de la revolución española. Estas discusiones, pese a su aparente carácter abstracto son de vital importancia a la hora de realizar un balance de los llamados progresismos latinoamericanos, así como para pensar un balance de las propias organizaciones socialistas y revolucionarias frente a los mismos.
La segunda jornada de reflexión, para lo cual se estudiaron nuevos y más documentos [2], y debate se centró en los procesos del Chile de Allende y el proceso revolucionario de 1970-1973 para luego abordar la reflexión sobre el chavismo en Venezuela y el MAS en Bolivia. Esta discusión, al realizarse con compañeras y compañeros provenientes de otras tradiciones políticas, que han sido afines al MAS en su primer gobierno, condujo a un rico debate sobre cómo se entienden las tácticas del frente único y porque las y los marxistas revolucionarias no podemos ni podíamos integrarnos a los gobiernos progresistas latinoamericanos precisamente por su rol frente populista, es decir, su rol de contención social y pasivización de la acción de masas.
Ahora bien, el que los y las revolucionarixs socialistas no nos integremos a los gobiernos “progresistas” ¿puede considerarse como expresión de sectarismo y hasta de “ultra izquierdismo”? Si no era posible alentar formas de autoorganización obrera y popular desde los gobiernos progresistas, como plantearon algunxs compañerxs de la LOR-CI, ¿significa esto una forma de abstencionismo frente a los procesos políticos que atravesaron Latinoamérica las últimas dos décadas? Esta y otras preguntas quedaron como parte del debate algunas de las cuales planteaban la necesidad de volver a discutir el sujeto “clase obrera”, que pudiera materializar esa estrategia socialista, más considerando las enormes transformaciones que se han producido en el mundo del trabajo con el avance de la flexibilización, la precarización laboral, el desarrollo y avance de la tecnología, etc.
También, esta reflexión sobre la democracia burguesa y cómo superarla para conquistar un poder obrero y popular, lleva también a reflexionar sobre el lugar que ocupan algunos marxistas locales como Zavaleta Mercado u otros en los debates de los 4 primeros congresos de la IC, contrastando el hecho de que mientras el marxismo a la ofensiva discutía como superar la hegemonía burguesa, materializada en las instituciones y formas de conciencia “democrática”, en Latinoamérica el marxismo ligado a los partidos comunistas y más en general al stalinismo, teorizaban las vías de convertirla en un horizonte estratégico para nuestros pueblos, ubicándose junto a las expresiones más de derecha de la Segunda Internacional.
Aunque al realizar este seminario-debate en un contexto de baja lucha de clases y al tratarse de una primer reunión de balances, indudablemente, más que a acuerdos se llegó a delimitar áreas de discusión que profundizaremos en los primeros meses del año que viene, resaltando sobre todo, la importancia de abrir estas reflexiones de carácter estratégico al servicio de la revolución socialista, tendencia que se abre camino en la vanguardia luego de la bancarrota de los fenómenos progresistas y la necesidad de un balance “hasta el hueso” de estos procesos y la izquierda. |