Los sindicatos universitarios deben llamar a sus bases a movilizarse para apoyar la lucha de los docentes de educación básica por mejores salarios y condiciones de estudio.
Hace varios meses, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prometió públicamente que se subiría el sueldo (al menos 16 mil pesos) a todos y todas las maestras de educación básica del país con el fin de “revalorizar” al magisterio. El anuncio despertó enormes esperanzas entre el grueso de profesores pues significaría una ligera mejora a sus condiciones de vida y que por fin se vería un beneficio real luego de haber votado a Morena en el 2018.
Sin embargo, al pasar del tiempo la promesa del ejecutivo federal no se cumplió, causando malestar entre los maestros, lo que provocó que se convocaran movilizaciones en exigencia del aumento salarial. Pero las y los docentes no se detuvieron ahí, también empezaron a demandar que las condiciones de sus escuelas y por ende, de sus estudiantes mejoraran con la asignación de mayor presupuesto. Sólo recordemos que hay escuelas que carecen del servicio de agua potable, o más escandaloso aún, hay centros educativos que no se han sido reparados luego del terremoto que sacudió a la capital del país en septiembre de 2017.
El papel de los sindicatos universitarios.
En México los trabajadores universitarios todavía conservan Contratos Colectivos de Trabajo y derechos laborales a pesar de que sus condiciones de vida se han ido degradando gracias a las políticas neoliberales. En buena medida, que se conserven estos derechos es gracias a los trabajadores que han luchado incansablemente por medio de sus sindicatos y, en más de una ocasión, desafiando la voluntad de sus direcciones burocráticas.
Es necesario señalar que para los trabajadores universitarios como para la gran mayoría de trabajadores sindicalizados, los incrementos al salario no han tenido ningún impacto contundente a la recuperación salarial, al contrario, los aumentos salariales han sido los mismos que los últimos 20 años, es decir, del 3% muy por debajo de la inflación, mientras vemos que a la policía capitalina Claudia Sheinbaum les otorgó un aumento del 56% en los últimos 5 años y a la Guardia Nacional el año pasado le destinaron los mismos recursos que a la UNAM.
El gobierno de la 4T establece de facto un tope salarial en el aumento al salario contractual lo que degrada las condiciones de vida de cientos de miles de catedráticos. Asimismo, los más precarizados son los de docentes de asignatura pues percibimos salarios de miseria, como por ejemplo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en donde el salario por materia impartida alcanza apenas los 2,200 pesos por mes (esta cifra no ha cambiado en 8 años). Casos muy similares se repiten en la UAM, en la UNAM, en el Poli, en las UBBJG, Rosario Castellanos y en las escuelas privadas.
Como se podrá observar, las condiciones y exigencias que ligan y hermanan a los profesores de básica y de universidad son profundos, pues ambos son trabajadores de la educación que comparten problemas muy parecidos, así como la preocupación común de educar de la mejor manera posible a los hijos e hijas del pueblo trabajador.
Por todos estos motivos es una urgencia de primer orden que las dirigencias sindicales universitarias que se reclaman democráticas convoquen asambleas en las que sus agremiados pueden discutir cómo unirse y apoyar a los maestros de educación básica, pues no es sólo por un sentido de minino solidaridad, sino que al fortalecer a un sector se fortalece al mismo tiempo la lucha por condiciones dignas de trabajo entre los universitarios, para los de base conserven sus derechos y los de asignatura puedan conquistar los derechos de los CCT.
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