El ex ministerio de Trabajo ahora tendrá mucho de Capital y poco de Humano. Al menos si lo medimos por quienes lo van a comandar.
Este lunes volvió a la Secretaría de Trabajo, porque ya había estado en el gobierno de Macri, Miguel Ponte. ¿Quién es? El histórico jefe del área de Recursos Humanos del Ternium, una de las joyas de Techint, el grupo empresario más poderoso del país. Ponte que aquel que dijo, para justificar la reforma laboral, que “la posibilidad de entrar y salir del mercado de trabajo hace a su esencia, como comer y descomer”. Ponele.
Ponte estaría nuevamente junto a Omar Yasín, el nombre puesto como Secretario de Trabajo. Ambos estuvieron juntos en la gestión de Mauricio Macri y Jorge Triacca.
Pero otro desembargo que se confirma esta semana es el de Julio Cordero. Es el jefe del ejército de abogados laborales de la empresa de los Rocca. Cordero había sido asesor de Patricia Bullrich, pero cuando vio que el mejor posicionado de la derecha era Milei se sumó a su hermano Adrián a militar con La Libertad Avanza. El cargo sería una compensación.
Pero lo que hizo más ruido es el área que le cederían a Cordero, o sea a Techint. La Dirección Nacional de Asociaciones Sindicales (DNAS). Allí se deciden las disputar por encuadre sindical, se otorgan personerías gremiales e inscribe a los nuevos gremios y se definen inspecciones a organizaciones gremiales. Es un lugar estratégico, utilizados por los gobiernos de cualquier color político. No solo para favorecer a los burócratas amigos, sino para perseguir a los opositores. Desde allí salieron las multas a Camioneros por una huelga, desde allí se trabó la personería del Subte, se avaló el ataque a los delegados combativos de Lear y una larga lista. También se da vía libre a los sindicatos amarillos que crean los Barrionuevo y compañía.
Será un lobo disfrazado de Cordero.
Oh paradoja, Trabajo es una de las principales vías del Estado (capitalista) para intervenir en la vida gremial de los trabajadores y trabajadoras. Justo los “libertarios” quieren alentar la “intervención del demonio”. La otra paradoja es que le darán ese control a la casta: a la política que gobernó con Mauricio Macri y a la empresaria dueña del país.
Es una confesión de partes: los Rocca han hecho su fortuna no solo a costa de la explotación obrera. También de los beneficios y negociados con el Estado. Hasta Videla les dejó tener un centro clandestina de detención atrás de Dálmine Siderca. La empresa tuvo 75 obreros desaparecidos.
Hay una anécdota que pinta de cuerpo entero a Cordero y la “ideología laboral” de Techint. Fue el 27 de septiembre de este año en los debates en el Congreso por la reducción de la jornada laboral. Cordero empezó preguntándose si esa medida mejoraría la productividad y otras preocupaciones de patrón. Pero de pronto deschavó toda su conciencia de clase. “Yo limito la jornada para que trabaje menos, pero ¿para qué? ¿Para ir afuera a hacer qué?”.
Es que no solo quiere que “adentro” sus esclavos trabajen más rápido. Además quiere saber qué van a hacer “afuera”. O sea en su tiempo libre.
El Ministerio de Trabajo, o como lo llamen, es una institución del Estado que formalmente “arbitra” entre trabajadores y empresarios. Pero su objetivo, en esencia, es garantizar el funcionamiento de un sistema basado en la explotación asalariada. El orden en los lugares de trabajo, la continuidad de la casta sindical, el control del Estado sobre las organizaciones obreras, la conciliación entre empleados y patrones. De eso se encarga.
No estamos hablando de sus trabajadores y trabajadoras, que día a día sostienen el funcionamiento de tareas públicas que van desde las estadísticas, encuestas y la infinidad de trámites y gestiones que se realizan en la cartera laboral, incluído el funcionamiento mismo de sus edificios. Ellos también viven en carne propia la precarización que impone el Estado patrón. Por eso recibieron a los nuevos jefes en medio de importantes asambleas.
En ese marco, el nombramiento de los hombres de Rocca es un llamado de atención. Se van a reforzar los ataques a los derechos obreros y sus organizaciones. Cuentan que algunos al llegar al edificio miraron el cartel del ministerio y soñaron con cambiar la “T” por ese logo que identifica a la empresa. Parece mucho, pero con esta gente nunca se sabe.
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