“Estábamos mirando los noventa y el 2001, estábamos mirando Brukman, era reflexionar sobre todos esos hechos, con la intención de que no vuelvan a repetirse. En diciembre pasado, cambia el modelo de país (...) la gente elige un cambio de modelo de país que a mí no me gusta pero es lo que eligió la mayoría. Y entonces todo ese cuento (La Leona), que era un mirar hacia atrás, se vuelve presente. Y empieza a caer el protocolo de seguridad de la Bullrich (...) Lo que pasó antes se vuelve a repetir hoy porque las políticas son las mismas”. Esto lo dijo Pablo Lago, guionista con Susana Cardozo de La Leona, una telenovela de 2016 (Telefé) sobre un grupo de trabajadoras y trabajadores que ocupan una fábrica textil.
“No lo pensamos para ninguna época, solo haciendo memoria para atrás y pensando en cómo había terminado todo en el 2000, 2001. Nunca nos hubiésemos imaginado que al año siguiente de empezar a escribirla y grabarla, empiece a suceder todo lo que está sucediendo”. La que habla es Nancy Duplaá, actriz y protagonista de La leona, cuando vio la represión a las leonas en 2017, como se hicieron conocidas las trabajadoras de Pepsico, que defendían sus puestos de trabajo en la planta de Vicente López en Buenos Aires.
Las escenas que inspiraron la telenovela y las que parecían imitarla marcan dos momentos en los que mujeres trabajadoras fueron sectores de avanzada, condensaron en su acción demandas de sectores más amplios y expresaron descontentos más allá del lugar de trabajo. Ambos incluyeron lazos con el movimiento de mujeres (incipiente en el 2001 de Brukman y masivo en el 2017 de Pepsico) y la combinación de la agenda feminista y de clase. Si los capitalistas insisten en las mismas políticas, ¿por qué no prepararnos para momentos similares?
Después de décadas de recortes neoliberales, cada crisis económica resulta en una sobrecarga más grande de trabajo de cuidados no remunerado para la mayoría de las mujeres (porque se recortan políticas públicas como guarderías, asistencia alimentaria o sanitaria, o se encarecen soluciones de mercado como jardines privados, comida preparada y lavaderos -o trabajadoras que realizan esas tareas a cambio de un salario más bajo que el que recibe su empleadora en su trabajo). De ahí viene la persistencia de la movilización de las mujeres en las crisis sociales (y no de algo esencial del género), aun cuando haya cambios o se conquisten derechos. Las trabajadoras, mayoría entre las que realizan ese trabajo gratuito en el hogar y lejos de ser una minoría en el mercado laboral, viven en primera persona la crisis de la reproducción social. Y el ajuste fiscal anunciado por el gobierno de Javier Milei y la pulverización de los salarios prometen agudizarla.
En contra de cualquier cálculo conservador para mantener algo de lo conquistado (en la mira de ataques reaccionarios de La Libertad Avanza), es momento de colocar en el centro la agenda feminista de las mayorías (que incluye problemas económicos, derechos y demandas de igualdad). Aunque parezca una obviedad, el sector del movimiento feminista que se integró al gobierno de Frente de Todos encarnó la separación de problemas que existen entrelazados en las democracias capitalistas, como la economía y los derechos (o la explotación y la opresión), que en los hechos significó ser parte de una administración que hablaba con “perspectiva de género” un día y le cuidaba el bolsillo a los ricos el resto de la semana. Esa separación allanó el camino a discursos reaccionarios como el de Milei, y provocó que mucha gente sienta y vea que “el feminismo” se reduce a algunos programas, algunas oficinas y funcionarias mientras su vida empeora.
Esto no es algo que las feministas socialistas decimos con el diario del lunes. Si venís seguido por acá, más de una vez leíste sobre los discursos inflamados, los presupuestos desinflados y las agendas de la mayoría en último plano. Cuando ganó Donald Trump en Estados Unidos en 2016, la filósofa feminista Nancy Fraser reflexionó sobre las alertas que había encendido: “el feminismo empezó a dar un giro neoliberal hace alrededor de 20 años. Para mí no se trata simplemente de algo terrible que pasó con la elección de Trump, aunque eso ciertamente es muy malo. Pero creo que bajo la punta del iceberg hay un conjunto más amplio de circunstancias relacionadas con aspectos estructurales de nuestra sociedad que han sido ignorados por casi todas las corrientes feministas, salvo algunas de izquierda”. Nuestros países son muy diferentes pero esa reflexión puede servirnos hoy.
Hay muchas formas de expresar la agenda feminista de las mayorías y surgirán nuevas en las luchas y experiencias por venir, pero hay una que tiene más de un siglo y sigue vigente. Surgió de una huelga de obreras textiles en el noreste de Estados Unidos en 1912, como una manera de explicar de qué estaba hecha su lucha por el derecho a un salario digno y a mejores condiciones de vida: “Queremos el pan y también las rosas”. En 2003 fundamos una agrupación con ese nombre Pan y Rosas y dio sus primeros pasos de la mano de las obreras textiles de Brukman, compartió la calle y la fábrica con las leonas de Pepsico y se extendió por el mundo. La idea vive en 2023 cada vez que alguien no se conforma y se prepara para luchar.
Amenazas navideñas. La ministra de Capital Humano Sandra Pettovello amenazó en un mensaje grabado el lunes a quienes decidan manifestarse el 20 de diciembre (¿sabés por qué se marcha ese día?). La ministra eligió como excusa la “preocupación” de la presencia de niños y niñas en las movilizaciones para apuntar contra las mujeres pobres, sumado a la extorsión “el que corta no cobra” del “protocolo de orden público” de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, contra el derecho elemental a la protesta (que garantiza la legislación de nuestro país). Se me ocurre una sola respuesta: ser muchas y muchos.
***
La entrega de hoy es la última del año; acápueden leer todas las de 2023. Me voy con los versos de un poema que uso para combatir la bronca que me da cada vez que Javier Milei habla de leones, los pocos y los muchos. Lo escribió el poeta británico Percy Shelley, inspirado o, mejor dicho, provocado por la masacre de Manchester de 1819 contra el pueblo que se levantaba contra el hambre y la tiranía (es una traducción casera de “The Mask of Anarchy”):
Levántense como leones después del sueño
En un número imposible de vencer,
Agiten sus cadenas para que caigan
Como el rocío cayó sobre ustedes mientras dormían
Ustedes son muchos, ellos son pocos.
Este texto fue publicado en el newsletter No somos una hermandad. Podés suscribirte a este y otros newsletters de La Izquierda Diario y El Círculo Rojo. |