Desde hace más de un año se puede decir que iniciaron las campañas electorales de camino al 2024. Mucho antes que comenzara el periodo de precampaña, que legalmente comenzó el 20 de noviembre de este año, los partidos políticos ya habían perfilado a sus candidatos principales, no solo de manera mediática, sino con actos de proselitismo que resintieron principalmente los trabajadores estatales, quienes fueron “invitados a acompañar” esas actividades.

Para la presidencia, Morena definió a Sheinbaum, si bien Ebrard se encargó de dar una dura pelea por ser el candidato de la 4T. En el caso del frente por México (ahora fuerza y corazón por México) hubo también una disputa entre las principales figuras políticas, pero al final se decantaron por la panista Xóchitl Gálvez.

En torno a la jefatura de gobierno de la CDMX, y después de la sorpresa de la intención de Omar Harfuch a hacerse del cargo, finalmente quedó la ex alcaldesa de Iztapalapa Clara Brugada, a quien desde hace ya un par de años se la perfilaba como la candidata preferida de Sheinbaum para reemplazarla. Cumpliendo su promesa, Brugada se impuso ante el policía.

El periodo para elegir a los candidatos concluyó, por lo que ahora empieza una nueva etapa, la campaña electoral como tal. Mencionamos más arriba que si bien el INE marca una fecha oficial para poder iniciar este periodo, la realidad es que desde mucho antes los diferentes partidos políticos se han dedicado a promocionar de manera “velada” a sus candidat@s. La batalla de desprestigio es dura, pero, mientras se tiran unos contra otros, hay una sola realidad, la población trabajadora sigue sin tener opciones políticas que realmente respondan a sus intereses, satisfagan sus necesidades y estén dispuestas a hacer cumplir sus derechos.

¿Cuánto se gastará en las campañas?

La situación económica actual representa todo un reto para las familias mexicanas. La crisis sanitaria del COVID 19 vino a complicar, más aun, la de por sí precaria economía, en la que los productos de la canasta básica cada vez cuestan más, las rentas están carísimas y la salud pública en crisis nos orilla a recurrir al sector privado. Pues, todo aumenta, menos los salarios.

Pero, entre todos estos problemas sociales y económicos hay algo para lo que sí sobra dinero, las campañas electorales.

Solamente la coalición dirigida por la 4T destinará 612 585 millones de pesos para las campañas del 2024. Cada uno de los partidos que la conforman (Morena, PT y Partido Verde) destinará el 40% de su financiamiento público y las finanzas serán centralizadas y dirigidas por la 4T.

Por su lado, la coalición opositora destinará un total de 553 millones para contender por la presidencia y el Congreso de la Unión. El PAN, al que pertenece la candidata presidencial, aportará la mayor cantidad de dinero.

¿Qué nos ofrecen los candidatos para el 2024?

Más allá de los esfuerzos de la oposición para quitarle la hegemonía política a Morena impulsando a sus candidat@s, según las encuestas y la percepción popular, lo que se avizora como más probable es que las elecciones del 2024 vuelvan a ser ganadas por Morena, al menos en el caso de la presidencia y la jefatura de gobierno.

Pero, a diferencia del 2018, esta vez no parece haber un convencimiento político total en el proyecto de la 4T. En realidad, cada vez son más evidentes las limitaciones y contradicciones de las políticas de Morena, pues a la fecha sigue sin poder equilibrar la balanza entre ricos y pobres. Y siguen siendo los ricos y empresarios, los más beneficiados de las políticas gubernamentales.

Durante las elecciones del 2018 en las que ganó Amlo quedó una cosa clara, la gente votó por una persona en particular, no por un partido. A lo largo de los años, si bien el proyecto de Morena ha mantenido una gran cantidad de adeptos, muchas personas mantienen sus expectativas en Obrador, y respaldan lo que el presidente avale. Es así que una importante cantidad de votos que irán a Morena serán por la confianza depositada en el presidente actual, más que por un convencimiento total de las políticas que plantean Sheinbaum o Brugada.

Esta confianza se refuerza en la idea de que estas candidatas darán continuidad a las políticas impulsadas por Amlo. Algo que hasta ahora ha realizado Claudia Sheinbaum de manera fiel. Y se espera que Brugada, más allá de darle sus toques políticos particulares, maneje la jefatura de gobierno de manera similar a la de Sheinbaum.

¿Pero estas candidatas cambiarán de manera positiva la vida de la mayoría de la población?

Durante estos años se ha repetido mucho el discurso de que en 6 años no se puede corregir el mal que se hizo durante 70 años en los gobiernos pasados. Y si bien no podemos decir que la coalición de la derecha (PRI, PAN y PRD) es igual a Morena, tampoco podemos negar que hay algunos puntos en común entre estas aparentemente opuestas fuerzas políticas. Un claro caso es la militarización del país, que bajo esta administración avanzó a pasos agigantados.

En el 2018 se dio un voto de confianza que buscaba desesperadamente un cambio radical ante las rancias políticas del PRI y el PAN. 6 años después convendría hacer una pausa reflexiva. ¿Podemos esperar otras décadas a ver si las políticas propuestas son funcionales para la clase trabajadora, la más grande y la más afectada en el país? ¿Los candidatos que nos presentan ahora serán en realidad el camino para poder conseguir nuestros derechos y de esa forma una vida digna?

No podemos negar que, más allá de las historias románticas de superación personal que nos quieren vender (como Xóchitl y su exitoso negocio de gelatinas), las vidas y orígenes de los candidatos son muy diferentes a las nuestras. Por eso no sorprende que no estén preocupados en cambiar una realidad que para ellos es muy cómoda, una realidad que es muy diferente para nosotros.

¿Realmente alguno de estos candidatos o partidos es la solución? Si la realidad que nos interesa cambiar es la nuestra, la de las y los trabajadores, deberíamos ser nosotr@s los que generáramos un partido con nuestras propias propuestas. Un partido independiente de todos los partidos, personajes y funcionarios del régimen político, y ajeno a las prácticas acostumbradas donde los derechos y la vida de los trabajadores se venden al mejor postor. Un partido socialista y revolucionario, liderado por trabajadores, mujeres y jóvenes con intereses comunes, que dé una solución a las problemáticas a las que nos destina este sistema.