Las reacciones de parte de los partidos tradicionales no se dejaron esperar. La derecha denunció airada que se trataba de un premio por haber defendido el voto en contra, oficiando prácticamente como vocero del oficialismo en la campaña.
Por su parte, desde el PPD, partido de Vidal, hubo voces de lamentaciones, como las de Jaime Quintana, quién señaló que querían que su militante fuese parte de la preparación de las elecciones municipales para las candidaturas del partido de la ex Concertación.
Al interior de Socialismo Democrático algunos sostuvieron que fue un error ya que Vidal debería haber integrado un Ministerio o haber encabezado las próximas campañas electorales, y que con eso se le “pone un bozal” al ex ministro de Ricardo Lagos.
Algunas voces cercanas al Frente Amplio celebraron la decisión ya que pusieron a un concertacionista “con experiencia” al mando del canal público, luego de las quejas de la poca cobertura mediática de la televisión a los actos del gobierno.
Pero todos estos debates se quedan en la “cancha chica” del debate político. Hay motivaciones más de fondo que expresan cuestiones más estructurales en esta nueva designación.
Hay que recordar que Francisco Vidal es un militante histórico del PPD, que durante la Unidad Popular fue militante de la derecha dura y que cambió su “tienda política” los primeros años de la dictadura. Durante la “larga transición a la chilena”, fue ministro del Interior y secretario general de Gobierno durante el gobierno de Lagos. Luego, en el primer gobierno de Bachelet fue quien encabezó nuevamente la Secretaría General y luego la cartera de Defensa Nacional. Es un miembro del “laguismo” al interior de la propia ex Concertación.
Así, el gobierno decide, otra vez, profundizar el desembarco de rostros de la coalición que administró los últimos 30 años el Chile neoliberal. Más allá del juego chico de “quién gana y quién pierde”, lo que hace el gobierno es reafirmar su línea estratégica de alianza profunda con los partidos neoliberales que administraron y profundizaron la herencia de la dictadura militar.
Ya lejos de las denuncias que alguna vez realizaron Boric, Jackson o Vallejos y el Partido Comunista al rol de la Concertación, hoy los ven como salvadores, renunciando a su programa original de campaña y a sus discursos que los llevaron a ser gobierno. Es decir, en lo inmediato puede parecer una jugada polémica, pero de fondo sólo reafirma que decidieron ser una coalición que gobierne con los rostros del neoliberalismo chileno. Una especie de Nueva Mayoría 3.0.
Al asumir el gobierno luego de derrotar a Kast en la segunda vuelta presidencial, decidieron apoyarse en los pilares de esos “30 años” que la revuelta popular puso en cuestión. Así, integraron a su gabinete al PS, al PPD y al Partido Radical, buscaron tener la mejor relación con el gran empresariado y apoyarse totalmente en las fuerzas policiales, responsables de masivas violaciones a los derechos humanos cometidas en la revuelta popular.
No contentos con esto, han gobernado con la agenda de la propia derecha en materia de seguridad y en la economía, propiciando el ajuste fiscal, permitiendo que la crisis económica que se ha sufrido los últimos años la paguen los trabajadores, tal y como lo hizo Piñera, esta vez comandados por el ex concertacionista Mario Marcel.
Entonces, la decisión de integrar a Francisco Vidal tiene que ver precisamente con eso, con profundizar esa línea, preparando probablemente las elecciones municipales y parlamentarias que se aproximan los siguientes años, en la búsqueda de una coalición amplia desde la DC al Partido Comunista, dejando de lado más todavía su programa original.
Claramente este camino jamás beneficiará a las y los trabajadores y el pueblo, las alianzas con los administradores del modelo neoliberal sólo será una garantía para los dueños de las AFP, de las ISAPRES y para el gran empresariado que sigue ganando fortunas a costa de los derechos más básicos de las grandes mayorías, del saqueo del medioambiente o de la explotación y la precarización laboral. |