El anuncio de Milei y la militancia contra las Sociedades Anónimas Deportivas. Imagen compuesta por sitio web El Destspe.
Pese al rechazo de los clubes y de una gran mayoría de hinchas, el Gobierno insiste con imponer el modelo empresarial ¿Qué hay detrás de este proyecto y qué artilugios encontraron para implementarlo?
Entre los anuncios que hizo Javier Milei el miércoles por la noche en su decreto de “necesidad y urgencia” sorprendió la habilitación a que los clubes deportivos adopten la forma jurídica de Sociedades Anónimas Deportivas, lo que básicamente significa que un club puede pasar a ser propiedad directamente de un directorio, pasar a tener dueños que lo pueden vender o cerrar si quisieran, con la misma lógica de funcionamiento que cualquier otra empresa bajo este sistema social y con los mismos objetivos: el de obtener rentabilidad, generar ganancias, amplificar negocios. En su anuncio, Milei aclaró que esto puede suceder con los clubes “si quieren”, una aclaración nada inocente porque hace muy poco la mayoría de los clubes (especialmente los que militan en las diferentes divisionales del fútbol argentino, desde los de Primera División hasta los de ascenso) se pronunciaron públicamente en contra de habilitar instituciones de ese tipo y no solamente eso: el 23 de noviembre -a muy pocos días del triunfo de Milei en el balotaje ante Sergio Massa- un Asamblea General de la AFA (la Asociación del Fútbol Argentino) votó por unanimidad en contra de modificar su estatuto, que prohíbe las Sociedades Anónimas Deportivas y ratifica que los clubes deben ser Asociaciones Civiles sin fines de lucro. Esta forma, la que históricamente tienen los clubes desde su surgimiento, en las condiciones en que se desarrolla actualmente un deporte tan importante como el fútbol está lejos de ser algo ideal: lucro hay y mucho, las decisiones principales las toman las Comisiones Directivas de los clubes que suelen estar integradas por personajes muy poderosos, la posibilidad de decisión sobre temas importantes para los socios y las socias es casi nula, pero socios y socias siguen siendo quienes eligen a las autoridades de su club, quienes sostienen al club con su cuota social, y al no regirse los clubes exclusivamente por la lógica de la rentabilidad y la ganancia, sostienen actividades deportivas y culturales que no generan plata. Esto es muy importante.
Este punto del decretazo es para la modificación de la Ley 20.655 (la Ley del Deporte que tuvo su primera versión en 1974 y tuvo varias modificaciones) y plantea que puedan convivir los clubes como son actualmente con los que opten por venderse a grupos empresariales y pasar a ser Sociedades Anónimas ¿Dónde están la necesidad y la urgencia de plantear esto? ¿Qué tiene que ver con el fundamento de que son medidas supuestamente para evitar una catástrofe económica? Es notorio que se trata de una declaración de intenciones, de una imposición y un capricho, del que claramente está detrás Mauricio Macri que viene fracasando hace años en sus intentos, como el Pierre Nodoyuna de la serie animada “Los Autos Locos”.
Si los clubes rechazaron muy recientemente, a instancias del presidente de AFA, Claudio Chiqui Tapia (que tiene una cercanía manifiesta con Sergio Massa, es una oposición que también tiene ese trasfondo político), darle lugar a las SAD y si además las recientes elecciones en Boca Juniors expresaron este debate en las candidaturas de Juan Román Riquelme por un lado y la lista de Ibarra-Macri por el otro ¿Por qué insisten con este proyecto? Recordemos que este mismo domingo el propio Milei se fue abucheado y silbado de la Bombonera por quedar pegado a Macri y se inmoló por defender estas intenciones privatizadoras.
Pero hay otra modificación que está pasando un poco más desapercibida y es la que parece más peligrosa. En un agregado al artículo 19 de esta ley, el decreto plantea: “No podrá impedirse, dificultarse, privarse o menoscabarse cualquier derecho a una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión, con fundamento en su forma jurídica, si la misma está reconocida en esta ley”. Esto quiere decir que ninguna federación, ni siquiera la AFA, puede prohibir que se incorporen, compitan y participen de torneos, ningún tipo de clubes. Esto está pensado para imponerle a la AFA que acepte las Sociedades Anónimas Deportivas porque no es que apunta a que en una primera etapa los clubes actuales se transformen en empresas; lo que está diciendo es que se pueden crear clubes nuevos y que la AFA está obligada a aceptarlos. Puede venir un jeque árabe o un magnate bielorruso y fundar un Inter de Puerto Madero (así como está el de Miami) y la AFA no le podría impedir afiliarse.
En la mañana del jueves en el programa de Jonatan Viale en Radio Rivadavia, Milei declaró que “a los clubes que continúen siendo asociaciones civiles, con la lógica del pobrismo, les empezará a ir mal en comparación con las instituciones que reciban una inyección de dinero e ingresen al capitalismo”. Está claro que apuntan a montar clubes con esta forma, poderosos porque van a tener un gran poder económico para ganarle terreno a los clubes actualmente existentes que tienen y van seguir teniendo dificultades económicas. Por supuesto que el poderío económico en un deporte como el fútbol no es garantía de éxito ni gloria deportiva asegurados, pero competirían partiendo de una ventaja importante en un fútbol cada vez más mercantilizado.
Este punto del DNU es uno de los que está motorizando la oposición al decretazo en el ámbito deportivo. Está muy arraigada en el fútbol argentino la idea de que los clubes son de los socios y las socias. Aun cuando lo puedan imponer (lo que no parece fácil), las Sociedades Anónimas Deportivas parten de una gran desventaja: el sentimiento de identidad que cada hincha tiene con su club no cotiza en ningún mercado. Es imposible de comprar.