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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Fútbol
A propósito de Milei y la privatización del fútbol argentino. La nefasta experiencia de las sociedades anónimas en Chile
Magdalena Calderon

El presidente de Argentina, Javier Milei, anunció dentro de una batería de medidas la posibilidad de que los clubes se conviertan en Sociedades Anónimas Deportivas. La privatización de los equipos de fútbol es un antiguo anhelo del expresidente, Mauricio Macri. A partir de este anuncio, es necesario abrir la reflexión desde la experiencia de privatización del fútbol chileno, como pasaron de ser corporaciones sin fines de lucro a Sociedades Anónimas Deportivas y que consecuencias trajo para el mundo del fútbol.

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En su primer Decreto de Necesidad y Urgencia como presidente de la Nación, Javier Milei detalló su plan económico y anunció que los clubes del fútbol argentino estarán habilitados para convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas, dejando a determinación de cada uno “si quieren” incorporarse al sistema o no. Abriendo de esta forma las puertas para que el empresariado tome el control del fútbol.

Ante esto hace varias semanas los diferentes equipos como Boca, River, Independiente, Racing, San Lorenzo y diversos equipos de la Liga Profesional y el fútbol argentino en general expresaron abiertamente su rechazo.

¿Cómo se administra el fútbol argentino actualmente?

A diferencia del fútbol chileno, los clubes en Argentina son administrados por asociaciones civiles. Esto significa que la conducción la llevan los socios, quienes pueden, por ejemplo, elegir a sus directores en elecciones como lo hizo recientemente Boca Juniors.

Mientras las asociaciones civiles reinvierten los ingresos en el mismo club, las sociedades anónimas tienen fines de lucro. En caso de pasar a una SAD, las decisiones de los clubes argentinos quedarían en manos de accionistas o inversores como en Chile.

Pese a lo anterior el fútbol en argentina no está exento de contradicciones, ya que no se escapa de la lógica de mercado que instala el capitalismo, donde pequeñas cúpulas siguen tomando las grandes decisiones.

La maquinaria empresarial que se le impuso a los clubes chilenos

Las corporaciones sin fines de lucro fueron la forma de organización para los clubes por muchos años, permitiéndoles desarrollarse en más de una disciplina deportiva. En sus inicios se sustentaban principalmente de las cuotas que pagaban los socios miembros del club. Por lo que la figura del “socio” era de mucha importancia, dado que eran quienes levantaron los clubes y mantuvieron económicamente antes de la aparición de la empresa privada.

A diferencia de hoy, las corporaciones sin fines de lucro no se enfocaban solamente en un deporte y se caracterizaban por los servicios que entregaban a la comunidad.

Las SADP se instalan en el deporte chileno a partir de las grandes deudas y diferentes situaciones financieras que arrastraban los clubes desde los años 90 y situación que estalla con las quiebras emblemáticas de Colo-Colo (2002) y Universidad de Chile (2004). De esta forma los clubes deportivos, que en su mayoría funcionan como corporaciones sin fines de lucro hasta ese momento, fueron presionados y llevado a un callejón sin salida, para transformarse en sociedades anónimas. Lo que se desarrolló en medio de las acusaciones de un complot político detrás de la quiebra de los clubes.

Este hecho a la vez se enmarca en un contexto político del país, donde se vivía un auge evidente de las políticas neoliberales. El Gobierno de Ricardo Lagos trajo consigo una serie de medidas que apuntaron al fortalecimiento y profundización del desarrollo neoliberal heredado de la dictadura militar, traspasar la gestión de los clubes a privados era lo que les quedaba pendiente.

El proyecto fue presentado por Sebastián Piñera, quien en ese momento era Senador. El proyecto pasó por múltiples instancias de discusión. Algunas de las principales discusiones estuvieron relacionadas al rol de los clubes de fútbol, que en un primer momento habían cumplido un rol social, como formadores y motivadores del deporte. Pero que en este nuevo proyecto de ley no hacía ninguna mención al rol que las instituciones debían cumplir. Más bien ponía su centro en eficacia y en rentabilidad.

Además eliminaron la figura que se contemplaba en un principio: los consejos deportivos. Dichos consejos estaban conformados por los diferentes estamentos socios, hinchas, jugadores, ex futbolistas, ex dirigentes, entre otros. Finalmente, el día 7 de mayo del 2005 se publicó en el Diario Oficial la Ley 20.019 que subrayaba como título “Regula las sociedades anónimas deportivas profesionales”.

Los políticos y empresarios cimentaron el camino para propiciar esta gran jugada y adueñarse de lo que les faltaba por privatizar, el deporte y el ocio.

De esta forma el 21 de abril del 2006, el parlamentario que impulsó la ley de SADP se convertía en parte del directorio de la concesionaria. Sebastián Piñera se convirtió en el accionista más emblemático de la concesionaria, El empresario adquirió un ocho por ciento de las acciones.

Así fue como los empresarios se fueron instalando en los directorios de los clubes, muchos de ellos vinculados con casos de fraude al fisco, como José Yuraszeck (caso “Chispas”) y Carlos Alberto Délano (caso “Penta”) en AA S.A., Jaime Estévez (caso “Cascadas”) en Cruzados SADP y Leonidas Vial (caso “Cascadas”) en BN S.A.

La pelea por recuperar los clubes

Las SADP le han hecho un daño profundo al fútbol local, rompiendo todo vínculo entre clubes e hinchas. Transformando y reduciendo la “participación” de los hinchas sólo a la acción de acceder y consumir productos. Como socio solo tienes derecho a descuento en compra de entradas, camisetas y otros productos de grandes tiendas con las cuales el club tiene convenios. El actual socio no tiene derecho a voto en las reuniones de directorio, ni tampoco a utilizar las instalaciones de la institución.

Ante esto diferentes grupos de hinchas se han organizado durante años de manera independiente, buscando dar una pelea en contra de las sociedades anónimas y recuperar sus clubes. Han levantado instancias como asambleas y encuentros para discutir una nueva perspectiva y repensar la forma de administración de los clubes. Esto marca de alguna forma el camino que hay que seguir para pelear por echar abajo las sociedades anónimas y a la vez acabar con el negocio del fútbol. Es necesario impulsar instancias de coordinación de agrupaciones de hinchas, donde además es clave que se puedan hacer parte las y los trabajadores de los clubes, los jugadores y todos quienes día a día mueven estas instituciones.

Bibliografía consultada:

  •  “Sociedades Anónimas Deportivas: El ocaso del fútbol social” Sebastián Campos y Patricio Duran
  •  “La cancha como espacio en disputa” Diego Barraza
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