La escuela, el sistema educativo debería prepararnos para el futuro, no para reproducir el estado actual de las cosas, vivir repitiendo el pasado y adaptándonos a lo que quieren los capitalistas. Debería incentivarnos, haciéndonos sentir que somos especiales en algo, que no todo se basa en un examen, no somos nuestras notas. Nosotros somos lo que pensamos, lo que decimos, lo que escribimos y lo que sentimos. Nadie somos iguales a nivel personal. Todos tenemos algo, un don que nos define, y el cual la escuela debería potenciar para hacernos ver que todos y cada uno de nosotros sí le aportamos algo a este mundo, en vez de alimentar la competición entre nosotros.
Empero, ¿Quién no se ha sentido perdido alguna vez, creyéndose tonto, que nada contracorriente, o que no sirve para alcanzar lo mismo que los demás? Pero, queremos alzarnos para superar este sistema educativo y decirle a los capitalistas que ya no nos pueden callar. Que no permitimos más imposición de sus viejos valores tradicionales asentados en los pilares más arcaicos del pasado. Que hoy el sistema educativo ha de mejorar y para eso queremos pensar más allá de los estrechos límites de una escuela pensada para que seamos mano de obra barata.
Desde un principio, siempre se nos ha querido imponer sus valores, unos valores que se basan en que “cuando tú no puedes más, tienes que poder más”. ¿No es curioso que de alguna manera tanta gente nos hayamos sentido abrumados por este concepto? ¿Tanta gente estamos cerca de ser un fracaso una y otra vez? Nos tratar de hacer creer que no tenemos que tener otra vida más allá de estudiar, y posteriormente, más allá de trabajar. ¿Cómo vamos a naturalizar eso?.
Nos ha hecho sentirnos que somos vagos, unos ineptos, unos fracasados, y de este modo, que no tienes un futuro si tienes dislexia, TDAH o cualquier otro "problema" por el que tengas más posibilidades de que te dejen atrás. La escuela, el sistema educativo capitalista, tiene herramientas para triturarnos en el proceso de seleccionarnos para sus necesidades productivas y reproducir su estructura de clase. En ese proceso en ocasiones nos ha hecho más daño que bien, a pesar de que queramos aprender, relacionarnos y crecer.
No podemos normalizar el papel que juega en que se hagan de masas problemas como la ansiedad, la depresión, la desesperación o el hecho de tener tiempo para conocernos ni a nosotros mismos. Nos ha alienado, nos ha hecho sentirnos señalados, juzgados, y lo peor, se han permitido el lujo de imponernos desde arriba su título o etiquetas de: el fracasado, el vago, el callado, el que no vale para nada, etc.
Una escuela vetusta o rancia donde nos imponen desde arriba los temarios que tenemos que estudiar, imponiéndo a alumnado y docentes así el pensamiento que ellos quieren que tengamos. Y es que aún seguimos viendo o dando los mismos temarios, llenos de una inmensa ausencia de referencias a las mujeres, al mundo colonizado, y por supuesto, cargados de mecanismos para entrenarnos a la hora de competir a codazos en un mercado capitalista precarizado.
Sin embargo, es curioso como muchos de los “fracasados” hemos terminado siendo unos “no fracasados”. Nuestro problema es que nunca nadie nos quiso comprender. Nadie quiso comprender que nosotros no éramos lo que este sistema quería que fuésemos.
¿Por qué debería ser tomado el sistema educativo por los profesores, otros trabajadores y estudiantes?
Deberíamos ser nosotros quienes decidiésemos qué estudiar y cómo estudiar, no alguien que vive lejos de la realidad de las aulas encerrados en ministerios. Deberíamos ser los estudiantes y profesores quienes unidos nos erigiésemos hacia un mismo punto en común: disfrutar de nuestra educación en todos sus sentidos de la palabra libertad. Decirles de está manera a todo aquel que nos quiera imponer su idea que no nos callaran, y que no permitiremos que este sistema pisotee nuestra dignidad.
Por todo ello, la juventud no podemos callarnos, no permitimos que otro niño, adolescente o joven vuelva a cargar con esa idea de ser alguien a quien se puede descartar y catalogar como fracaso. Necesitamos avanzar hacia una escuela donde vayamos a aprender, a disfrutar del bonito camino que podría brindarnos la enseñanza.
orque no queremos estudiar sin tener vida, sintiéndonos culpables por disfrutar de nuestro tiempo libre para luego vivir para trabajar en un sistema económico basado en la explotación de la clase trabajadora de la que forman parte nuestros padres, de las que muchos ya formamos parte y de la muchos otros formaremos parte en un cercano futuro.
Porque otra educación y otro mundo son posibles. Donde la educación sea un fin en sí mismo y no un medio para los intereses del Capital. Donde se democratice para que estudiantes y profesores podamos decidir qué queremos estudiar y de qué manera. Donde el conocimiento y los recursos están al servicio de las necesidades sociales y no de las grandes empresas.
¡Luchemos por una educación pública y laica que nos iguale tanto en recursos como en derechos! ¡Por el fin de los conciertos educativos y el pase de esos centros y sus trabajadores a una red única de educación pública bajo control de la plantilla y estudiantes, financiada con requisas a las grandes fortunas que se están haciendo de oro en cada crisis! |