Durante el fin de semana se conoció un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), referido a la situación económica y, sobre todo, a la evolución de la pobreza y la indigencia a partir de las medidas tomadas por el nuevo gobierno de La Libertad Avanza, como la devaluación de 118 % del peso respecto al dólar. Uno de los números más duros sobre la gestión de Javier Milei dice que la indigencia creció del 9,6 % en el tercer trimestre de 2023 al 14,2 % en diciembre de 2023 y al 15 % en enero de 2024.
La indigencia, según las categorías establecidas por el Indec, aplica a quienes no tienen ingresos suficientes para cubrir una Canasta Básica Alimentaria, es decir que no pueden satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas. La pobreza, en tanto, refiere a quienes no logran con sus ingresos superar el umbral de un conjunto de consumos básicos (y no solo alimentarios), medidos en la Canasta Básica Total.
En cuanto a la pobreza, la UCA concluyó que con las medidas económico-sociales de Milei también hubo u crecimiento. Según el informe, el porcentaje de personas pobres pasó del 44,7 % en el tercer trimestre del año pasado al 49,5 % en diciembre y al 57,4 % en enero. Para el Observatorio de esa universidad privada, son “las peores cifras de los últimos veinte años”.
Sobre el informe de la UCA se vienen pronunciando diferentes dirigentes políticos y sociales. Entre ellos, en las última horas hicieron lo propio el presidente Milei y la expresidenta y exvicepresidenta de Alberto Fernández, Cristina Kirchner. Aunque, lejos de hacerse cargo de la parte que les toca, ambos decidieron echarle las culpas a quienes les precedieron.
El actual mandatario, con su habitual capacidad de negar la realidad, tuiteó la noche del sábado: “La verdadera herencia del modelo de la casta: 6 de cada 10 argentinos son pobres. La destrucción de los últimos cien años no tiene paragón en la historia de Occidente. Los políticos tienen que entender que la gente votó un cambio y que nosotros vamos a dar la vida para llevarlo adelante. No vinimos a jugar al juego mediocre de la política. Vinimos a cambiar el país”.
Nadie le va a pedir a Milei que hable en contra de su plan de guerra contra las grandes mayorías trabajadoras. Pero ni siquiera quiere hacerse cargo de los efectos concretos sobre la población de sus políticas de “shock”, implementadas desde el 10 de diciembre junto a sus alfiles Luis Caputo y Federico Sturzenegger. Pese a que la misma UCA (una institución, ante todo, consustanciada con los intereses de las clases dominantes del país) dice que durante su corta gestión el índice de pobreza aumentó un 12,7 % y el de indigencia un 5,6 %, el Presidente no se hace ni cargo.
Un día y medio después, en la mañana de este lunes, reapareció Cristina Fernández de Kirchner en X (ex Twitter). En línea con su “documento” de 33 páginas publicado el miércoles pasado (que ya se analizó acá, acá y acá), la expresidenta elige volver a hablar después de dos silenciosos meses y no, precisamente, para hacerse cargo de la parte que le toca. Porque, además, es exvicepresidenta de un Gobierno que ella misma armó, integró desde principio a fin y no tuvo ningún éxito en cuanto a hacer descender la pobreza y la indigencia.
Cristina se hizo eco del informe de la UCA, pero lógicamente para culpar a otros de esos números trágicos. Para su particular análisis, los responsables de esta situación son su antecesor en la Casa Rosada, Mauricio Macri, y el nuevo presidente Milei. Y encima cuando habla del gobierno del Frente de Todos (2019-2023), lo describe en tercera persona y no en primera del plural, como debería ser.
Citándose a sí misma, CFK recuerda que en su documento, Argentina en su tercera crisis de deuda, escribió que Macri dejó como herencia “el condicionamiento estructural que significaron sus decisiones en materia de endeudamiento, tanto por la magnitud de su volumen total con bonistas privados y con el FMI, como por el retorno de ese organismo multilateral en su rol de auditor de la economía argentina”, que aun persiste. Y respecto a la gestión de su elegido Fernández, dijo que “el gobierno que siguió no pudo o no supo cortar este verdadero nudo gordiano de la economía argentina”.
La expresidenta elige mostrar parte de las conclusiones del informe de la UCA para “salvar” a los gobiernos que ella condujo directamente entre 2007 y 2015, ya que en parte de esos años (cuando el crecimiento de la economía capitalista nacional permitía el reparto de migajas) la pobreza bajó hasta alcanzar “sólo” a un cuarto de la población. “Hoy ya estamos peor que en el año 2004. Sin embargo, la verdadera tragedia es que no están jugando un juego de mesa, sino con la mesa de los argentinos”, concluye hoy en su tuit.
Cristina, casi como su contrincante verbal, suele apelar a deformaciones de hechos y circunstancias para acomodar la realidad a sus pretensiones e intereses. Dice que “el gobierno que siguió” al de Macri (debería decir “nuestro gobierno”, pero no quiere), se vio enredado en la herencia de Cambiemos y “no pudo o no supo” resolver la crisis de la deuda.
Habría que recordarle que la expresión que utiliza es más larga. Para no explicar la causa concreta de un hecho o conducta, suele decirse que la o el causante de ese hecho o conducta “no quiso, no pudo o no supo” (el orden de los factores puede cambiar) lograr otros resultados. Y en este caso aplica, ya que si algo hizo el Frente de Todos durante su gestión fue, precisamente, “querer” cumplir lo mejor posible con los requerimientos del FMI y los buitres.
Si bien la fracción de gobierno que ella acaudilló en esos años (cuya máxima figura fue su hijo diputado) expresó críticas al plan de entrega de Martín Guzmán, lejos de romper con Alberto lo siguió sosteniendo y, tras la huida de Guzmán, acordaron en colocar a Sergio Massa en Economía. El tigrense, como se sabe, es amigo directo de la Embajada de Estados Unidos y aceptó sin chistar la “herencia” de su antecesor. De allí que encaró un plan de ajuste sobre la población, basado en los mismos condicionamientos financieros internacionales. Teniendo todo el Estado en sus manos durante cuatro años, ¿se quiso pero no se supo ni se pudo? La ignorancia y la impotencia como excusas del peronismo real. Poco serio.
En su editorial del programa “El Círculo Rojo” (Radio Con Vos) del jueves pasado, Fernando Rosso analizó el documento de Cristina que ella misma cita en su tuit de este lunes. Allí dice, en referencia a las cronologías descriptivas que hace la exvicepresidenta, que “la presentación de la historia como una sucesión de ciclos cambiantes, independientes uno del otro, no explica las continuidades y los factores que se acumulan en un ciclo y habilitan el siguiente o subsisten en el siguiente”.
En esa línea, Rosso explica: “No es que hubo ‘ciclos neoliberales’ y otros que negaban por completo al neoliberalismo”, sino que, sobre todo en el terreno económico, en “el kirchnerismo se mantuvieron pilares centrales del neoliberalismo en términos de deuda, privatizaciones, reformas laborales y primarización de la economía. Es más, todo esto tuvo que ver con la crisis del segundo gobierno de Cristina Kirchner y el ascenso de Macri”.
Esos mismos pilares también se mantuvieron entre 2019 y 2023, durante el gobierno “que siguió” al de Macri. Tanto que, sumado a las consecuencias nefastas en términos de pobreza e indigencia (tal como lo dice el informe de la UCA), el Frente de Todos se derrumbó políticamente por el descrédito estrepitoso de su gestión. Aunque CFK no lo diga, ahí también hay que buscar las razones por las que Sergio Massa y Agustín Rossi (con su apoyo explícito) terminaron derrotados en las urnas por Javier Milei y Victoria Villarruel.
No hacerse cargo de las consecuencias generadas por las acciones, omisiones y genuflexiones propias es una práctica más que común en la política burguesa, de la que Milei y Fernández de Kirchner son dos exponentes (y eventuales adversarios). Una autoexculpación nada gratuita, ya que de lo que se está hablando es de los efectos nocivos y permanentes de esas acciones, omisiones y genuflexiones sorbe la salud, la alimentación, la educación y las condiciones de existencia de millones de personas. |