Aquellas regiones de mayor concentración obrera votaron nuevamente a SYRIZA de forma masiva. No han sido las pequeñas promesas ni las ridículas excusas que señalo SYRIZA lo que los indujo a votarlos, como si es su odio al ala derecha, PASOK, y en general los gobiernos del viejo memorando. Sin embargo, este odio totalmente justificado no es suficiente para hacer que los resultados sean positivos. La típica proporción de porcentajes de la izquierda y la derecha están a favor de lo viejo, pero esto tiene una importancia menor frente al hecho de que el partido de izquierda que está al frente del gobierno tiene la potestad para implementar, con la colaboración de la derecha de ANEL, un programa de austeridad y reformas a favor de las ganancias del capital nacional e internacional.
Frente a los resultados de la elección, no existe un punto en el que se pueda dar lugar a la tristeza y el pesimismo, ni a un optimismo inventado. El problema para los revolucionarios es concebir las nuevas condiciones, sin amargarse, pero poniendo las nuevas tareas por delante. La inestabilidad continuara y aun no hay nada terminado.
El gran porcentaje de abstención expresa más desorientación y decepción que un “mensaje político” más específico. A su vez, muestra que la aceptación del memorando como un mal inevitable es en un cierto grado, emblemático. La reducción de las expectativas sobre el resultado electoral no es necesariamente un mal signo, aun si la abstención como una posición consciente despolitiza el problema.
Para superar a Aurora Dorada (AD) en términos de porcentaje (no en votos, a pesar de la ausencia de la derecha de LAOS de la elección) muestra que los Nazis han llegado para quedarse. Es cierto que en la campaña electoral AD ha tenido escasas presentaciones en público y que el odio racista contra los refugiados, que los Nazis en general capitalizan, fue limitado y se dio solo a nivel regional. También es cierto que aunque AD tenga un auditorio estable, está esperando su oportunidad. Luego de cuatro años de experiencias tan importantes del movimiento antifascista, decir que el porcentaje de Aurora Dorada es preocupante es lo mismo que no decir nada.
El problema básico que emerge de la elección es que todos los años de duras luchas y combates que han conseguido tirar gobiernos, así como relaciones políticas, han retrocedido bajo el liderazgo de Tsipras. Este liderazgo genera que la situación se vuelva más pasiva y conservadora. La hipótesis de que la traición de SYRIZA llevaría directamente a su destrucción, probó ser naïve. Los liderazgos tienen un fuerte efecto sobre la conciencia de su base. La ruptura del sector de izquierda de SYRIZA deja parte de su responsabilidad a la dominación de SYRIZA por los errores cometidos, pero la mayor responsabilidad descansa en la oposición al interior de SYRIZA y de todas las corrientes que han apoyado críticamente y tácticamente, así como con su ayuda que toda esta corriente social le ha regalado a Tsipras.
ANTARSYA fue una de las pocas fuerzas en el mapa electoral que ha aumentado en números absolutos. Su porcentaje es decente a pesar de ser sustancialmente más bajo que su presencia en la lucha de clases, y de las necesidades en tiempos de crisis. La campaña electoral y la alianza con el EEK debe ser valorada positivamente. A pesar de algunas contradicciones, ha sido un cambio claro hacia una orientación explícitamente anticapitalista, en comparación con su orientación en enero.
La opción de ANTARSYA de no unirse a Unidad Popular fue acertada, algo probado por la campaña de Unidad Popular. Para volver a una discusión que ya está caduca para este tipo de colaboración programática y electoral que no tiene nada que ofrecer hoy, más que presiones conservadoras en ANTARSYA.
Al contrario, la unidad amplia del movimiento en acción, sobre ciertos objetivos contra nuevas medidas, con comités y coordinación entre todas las fuerzas militantes en la lucha, con la izquierda anticapitalista y su vanguardia y su centro de gravedad fuera del parlamento, en las calles y los lugares de trabajo, es lo que puede cambiar la relación de fuerzas social y políticamente.
A pesar de la imagen que dio la última elección, esta relación puede cambiar rápidamente, porque hay razones objetivas que vuelven inestable al sistema. No debemos permitir que Tsipras represente la corriente social que nació con la crisis. No debemos permitir que Nueva Democracia y PASOK retornen ni que Aurora Dorada siga creciendo. Llegan nuevos tiempos de insurrección.
*Traducción: Gloria Grinberg |