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La Izquierda Diario
29 de febrero de 2024 Twitter Faceboock

Editorial
¿Argentina tiene el gobierno que se merece?
Fernando Rosso | @RossoFer

Algunos interrogantes sobre el gobierno del Milei que tienen gato encerrado. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que ese emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.

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  •  Están en circulación algunas preguntas en el debate público que desde el vamos encierran un problema o varios problemas: los interrogantes giran en torno al “consenso” sobre la necesidad de un ajuste; en segundo lugar, sobre “por qué no estalla” una situación tan dramática como la que estamos viviendo y en tercer lugar, si el plan de Milei “puede funcionar” aunque sea en sus propios términos.
  •  Los tres interrogantes están vinculados y, en general, parten de una premisa (para mí absolutamente discutible) que es colocar la responsabilidad en la sociedad, en la gente, en el pueblo y como se quiera llamar.
  •  ¿Por qué? Porque son preguntas cuyo destinatario es la mayoría de la sociedad y especialmente los sectores populares. Porque se podrían reformular así: ¿Por qué vos que sos pobre sos parte del “consenso” del ajuste? O ¿Por qué vos que estás en pésimas condiciones laborales o de vida no estallás? Y lo mismo con quienes permitirían que funcione el plan Milei “dejándose afectar” hasta niveles inauditos “sin hacer nada”.
  •  Vayamos por partes. La pregunta sobre el “consenso del ajuste” —que tiene un núcleo de verdad porque mucha gente se convenció de eso (más allá del valor concreto que le daban)—, nos permite volver sobre un aspecto poco indagado del triunfo de Milei. Sabemos que muchas personas votaron con la idea (repetida hasta el hartazgo por Milei) de que “esta vez iba a ser diferente” porque el ajuste lo iban a pagar abstracciones como “la casta” o “la política”. Pero es verdad —y esto se filtra en algunos móviles de TV— que hay que otras personas que opinan que se tienen que autoajustar, aunque ahora les parece que el Gobierno se está zarpando un poco y no les agrada, obvio. (Jorge Lanata en radio Mitre entrevistó a Fernando Moiguer que tiene una consultora homónima e hizo algunas definiciones interesantes). Digo permite volver a una de las razones poco exploradas, de un aspecto que ayudó al triunfo de Milei porque la pregunta sería: ¿Cómo se construyó en esa gente ese consenso cuando la palabra ajuste en la Argentina después del 2001 estaba casi “prohibida”? En parte porque la experiencia de los gobiernos que decían “no ser gobiernos de ajuste”, lo eran en los hechos y la situación de las mayorías populares iba de mal en peor. Entonces, el razonamiento en muchas personas podía ser: si esto es el “no ajuste” y estos son los resultados, probemos con el ajuste y veamos que pasa.

    Pero también hay otro elemento y es que de un tiempo a esta parte todas las coaliciones tradicionales se sumaron a lo que Alejandro Horowicz llamó “el partido nacional del ajuste”, es decir, todos (y acá incluyo políticos, profesionales del comentario político, periodistas, economistas), el 90 % o más de lo circuló por los medios en los últimos tiempos adhirió a la idea de que era necesario un ajuste. Y un ajuste sobre la sociedad o sobre “todos por igual”, “todos tenemos que ajustarnos”, como si no hubiera gente que hace décadas está hiperajustada y otros que son beneficiarios de ese ajuste.

    La última en sumarse a esta cantinela fue Cristina Kirchner: en el documento que publicó hace unos días dice que está dispuesta a aceptar discutir privatizaciones, reforma laboral etc. porque es “lo que votó la gente”. Entonces, otro razonamiento, en un sector de los votantes de Milei, pudo haber sido el siguiente: “Si todos dicen que la solución es hacer un ajuste, entonces ¿por qué no apoyar al que lo dice más convencido? Digo, porque los consensos no nacen de un repollo, son el producto de discusiones ideológicas y políticas, de narrativas políticas y comunicacionales, basadas en la experiencia.

  •  El segundo aspecto: ¿Por qué no estalla? Esto parte de una percepción que es una media verdad y es la idea de que “no pasa nada”. Y la realidad es que, en términos de movilización social, en estos dos meses y medio pasó de todo (la marcha del 20 de diciembre, el paro de la CGT, las movilizaciones en el Congreso, las huelgas recientes en Sanidad, ferroviarios, docentes, en todo el país). Pero, además, acá juegan dos cuestiones: por un lado, la idea un poco rutinaria de pensar que la historia se va a repetir de manera similar o tal cual como fue en el pasado y el “modelo” es el 2001: saqueos, movilizaciones a la Plaza de Mayo, es decir, un estallido. No necesariamente va a ser así porque la sociedad es otra y la crisis es distinta. Pero, por otro lado, en esta interpelación a “por qué no estallás” se le exige a la gente en general y se absuelve a las dirigencias políticas y sindicales que no convocan a acciones más contundentes: empecemos por la CGT y los sindicatos poderosos; los llamados “movimientos sociales” y toda una dirigencia política (hasta el Papa que lo criticó implícitamente ahora, pero lo recibió a los besos en Roma dando toda una señal política). Cuando uno le pregunta a esta gente por qué no lo hacen dicen: porque la sociedad todavía tiene que hacer la experiencia, sino “estallaría”. Entonces se arma una cuestión circular: no convocan porque no “estalla” y no “estalla” porque no convocan a medidas más contundentes. Y con todo esto se le otorga a Milei algo que para él vale oro: tiempo, que es con lo que está jugando.
  •  En tercer lugar, si esto “funciona” o no, obviamente que depende de todo lo anterior, porque la economía, es economía política no son “números” como nos quiere hacer creer el dogma de Milei (y como creen muchos). O sea que funcione o no funcione no depende de una ecuación numérica, sino de una relación de fuerzas. Lo escuchaba a Ernesto Tenemabum que se hizo esta pregunta en su programa y consultó economistas etc. y Ernesto dijo “que nos hagamos esta pregunta ya es un triunfo de Milei”. Tiene razón, por eso no hay que hacer la pregunta, sino organizar la respuesta.
  •  Todo esto remite a un viejo adagio que viene desde la Revolución Francesa y que dice “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Casi 200 años después el escritor André Malraux, modificó y corrigió un poco el apotegma y dijo: “No es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Para la misma época y en varios textos, León Trotsky discutió contra esta idea por varios motivos: porque en un período relativamente breve de tiempo el mismo pueblo tiene gobiernos muy diferentes y hasta opuestos; porque desde el momento en que se establece un gobierno puede perdurar bastante más tiempo que la relación de fuerzas que le dio origen (ponele que se lo “merecía” en ese momento, cuando cambia la opinión general siguen), porque un pueblo no es una unidad homogénea (está divido en clases, en fracciones de clase etc.).
  •  Entonces no, la Argentina no tiene el gobierno que se merece, se merece otra cosa, pero para lograr eso, además de luchar y no buscar las respuestas en el lugar equivocado, también habría que cambiar las preguntas.
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