Luego de un fin de semana en el que se cruzaron algunos tuits con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante la mañana de este lunes el presidente Javier Milei dio una entrevista en su canal adicto LN+. Consultado por Antonio Laje sobre ese cruce con CFK en relación a los aumentos de dietas y sueldos en los poderes Legislativo y Ejecutivo, Milei dio algunas “explicaciones”.
Primero hizo una “cronología” de lo que él dice que fue una “confusión”. Afirmó que en enero dio “la orden” de que no se iban a aumentar los sueldos de los cargos políticos. “Lo que sucede después es que se llega a un acuerdo de paritarias, hay una nueva suba de salarios y ¿qué es lo que pasa? Ahí se dispara un decreto que había enviado Cristina, que señalaba que estos puestos jerárquicos no pueden ganar menos que las personas que están debajo de ellos en la estructura. Eso disparó el aumento”.
Lo que no dice Milei (y ninguno de sus amigotes mediáticos le preguntan) es que él mismo firmó el 28 de febrero un decreto de homologación de esa paritaria, cuyo artículo 4 extiende el aumento dado a los empleados públicos “a las retribuciones a las autoridades superiores de las jurisdicciones, entidades y organismos del Poder Ejecutivo Nacional”. Es decir, del Presidente para abajo, a todo su gabinete. El decreto, que el diputado del Frente de Izquierda Nicolás del Caño difundió en sus redes sociales, lleva su firma de Milei, la de su jefe de Gabinete Nicolás Posse y la de su ministra de Capital Humano Sandra Pettovello.
Milei asegura que el sábado, con otro decreto, decidió “retrotraer ese aumento” ya que él sigue “con esta tesitura de que acá el ajuste lo pagan todos, en especial la política”. En ese marco, anticipó que acababa de echar a su secretario de Trabajo, Omar Yasin, “por este error que no debería haber cometido”. Encima, ni se hace cargo de lo que él mismo firmó. Y afirmó que, en consecuencia, su sueldo y el de todos los ministros siguen “congelados”.
Al Presidente le resulta relativamente fácil polarizar con Cristina Kirchner, ya que la expresidenta recibe mensualmente en concepto de jubilación y pensión alrededor de $ 14 millones. De allí su chicana, diciéndole que si ella “está muy preocupada por los jubilados, entonces yo le dije que ella resigne su jubilación de privilegio, ya que está tan comprometida con los jubilados que vaya por la mínima”. Pero más fácil se la hace aún cuando sus entrevistadores apologéticos no le mencionan siquiera lo que hoy él mismo cobra, aún con aumentos “congelados”.
Hoy Mieli percibe por mes, en bruto, $ 4.068.738,23. Eso representa nada menos que un 2.000 % más que el valor de un salario mínimo, vital y móvil, fijado actualmente en $ 202.800. Y ya ni siquiera mantiene su demagogia de cuando era diputado, cuando sorteó algunas de sus dietas con la excusa de que él no aceptaba esos privilegios de “casta”.
Queda demostrado que, aunque intente polarizar con exfuncionarios que cobran más que él, Milei es un fiel representante de la casta política que, como no puede ser de otra manera, alcanza puestos de poder para gobernar en beneficio del gran empresariado, local y multinacional, a través de todo tipo de medidas económicas y sociales que sólo pueden profundizar y “legitimar” el deterioro constante de las condiciones de existencia de millones de trabajadoras y trabajadores.
Gracias a la “licuadora” de Milei para hacer que los salarios y las jubilaciones populares valgan cada vez menos, sólo en los primeros tres meses de Gobierno los haberes cayeron cerca de un 30 % en valores reales. Encima, es parte del plan oficial degradar aún más las jubilaciones, ya que pretenden convertir en “planes sociales” unas cuatro millones de jubilaciones y pensiones que fueron dadas por “moratoria” (a quienes durante décadas las patronales las mantuvieron informales, sin aportes). El 75 % de esos ingresos es percibido por mujeres.
Otro tanto se puede decir de los salarios de las y los trabajadores que día a día entregan parte de su vida para ganar el sustento y, sin embargo, les cuesta cada vez más llegar a fin de mes. Ni hablar de los millones de laburantes informales, quienes muchas veces ni siquiera alcanzan a cobrar, en jornadas extenuantes de trabajo, el equivalente al salario mínimo, vital y móvil.
Esta realidad, huelga decirlo, no es nueva. Todos los gobiernos que antecedieron a Milei se basaron en el mismo esquema empobrecedor de las mayorías y preservador de las ganancias de las corporaciones financieras, de la industria y de los servicios. La “casta” está vivita y coleando, desde antes de Milei y con él también.
Por eso desde el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad se viene peleando hace años por una ley que ponga fin a estos privilegios. Ya son cinco las presentaciones de proyectos de ley en el Congreso en ese sentido, que se fueron sucediendo tras caerse las anteriores por falta de tratamiento. Allí las y los diputados del FITU plantean “igualar el monto total de las dietas y/o haberes que perciben los/as legisladores nacionales y todos los/as funcionarios/as políticos/as de los poderes Ejecutivo y Legislativo de la Nación con el salario que percibe mensualmente un/a docente que trabaja 36 horas cátedra, con 20 años de antigüedad, en la provincia de Buenos Aires, o el equivalente a dos salarios iniciales docentes en la misma provincia”.
En ese marco, a diferencia de Milei, Kirchner y el resto de los gobernantes, las diputadas y los diputados del Frente de Izquierda no sólo perciben ellos mismos un salario de estas características, sino que el resto de las dietas oficialmente percibidas lo donan a las luchas de trabajadores o causas populares en curso. En definitiva, más allá de la demagogia en las redes sociales de quienes detentan el poder, los únicos que enfrentan de verdad los privilegios en los que nadan diputados, senadores, jueces y ministros son quienes día a día están junto a la palea de la clase trabajadora y los sectores populares. |
