Con la participación de todos los cuerpos estables, la popular y aclamada cantata de Carl Orff abrió la temporada del Teatro bajo la coreografía de Mauricio Wainrot. La fortuna, el deseo y el goce fueron los protagonistas absolutos de una experiencia inolvidable.
De nombre quizás no es tan popular, pero bastan escuchar apenas seis segundos de Fortuna Imperatrix Mundi para inmediatamente reconocer aquel coro que la cultura pop asoció con momentos épicos de películas y que en realidad se trata de la introducción de Carmina Burana, una cantata escénica compuesta por el alemán Carl Orff.
O Fortuna
La historia de los Carmina Burana es milenaria: se trata de una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII que fueron encontrados en 1803. El término "goliardo" es la clave para entender la trama de los poemas, ya que durante la Edad Media era una manera de denominar a clérigos vagabundos o estudiantes que escribían poesía cargada de críticas e ironías a la moral y las buenas costumbres, todo en un tono de burla e irreverente pero con cierto cariz instruido ya que los escritos eran de una especie de latín. Por fuera de toda idea del medioevo como una época de terror y opresión, Carmina Burana habla del carpe diem, de una vida que merezca la pena ser vivida, disfrutando de la naturaleza y de todos los placeres terrenales.
A mediados de la década de 1930, Carl Orff realizó una selección de esos poemas con referencias a lo efímero de la fortuna y de la riqueza y la felicidad de volver a la primavera, una estación cargada de sexo, amor y excesos. Como todo es tan relativo, lo mejor es pasarla bien en el mientras tanto.
Con esta idea en mente es que se puede entender el trabajo de Mauricio Wainrot, quien fue responsable de la puesta en escena, el libreto y la coreografía y a quien se le cumplió la fantasía de hacer la obra con todos los cuerpos estables del Teatro Colón: el Ballet Estable, dirigido por Mario Galizzi, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigido por Carlos Callejas, el Coro de Niños (por César Bustamante) y el Coro Estable (dirigido por Miguel Martínez).
Superficies de placer
Carmina Burana se compone de cuatro escenas distintas, "Fortuna", "Primo Vere", "En la taberna" y "Cours d’amours". Desde el primer golpe de timbal, el viaje de la obra es vertiginoso, con momentos de sosiego conmovedor para sacudirnos de vuelta y ponernos un freno de mano una vez más. La sensación es más o menos así hasta que de golpe se vuelve a escuchar el timbal del inicio y entendemos, ahora sí, el significado de la relatividad de la fortuna.
El escenario está completamente dominado por el ballet, entre quienes se destacan las duplas compuestas por Ayelén Sánchez / Juan Pablo Ledo y Camila Bocca / Federico Fernández mientras que en los palcos laterales se encuentran los solistas y los respectivos coros. Al ser en latín, arriba del escenario está la pantalla que va subtitulando la cantata pero a diferencia de otras obras en las que se suele aplaudir en las pausas, el ritmo frenético de Carmina Burana no deja margen para el descanso y continúa galopante sin parar.
Con funciones agotadas, Carmina Burana ratifica una vez más la calidad y la experiencia de disfrutar de una obra de estas características con la participación de todos los cuerpos estables del Teatro, en un momento en que el sector de la cultura así como tantos otros son atacados por el ajustador gobierno de Javier Milei. También fueron los miembros de estos cuerpos estables quienes en una de las funciones previas al 24 de marzo se sacaron una foto tras el telón con banderas que dicen “Nunca Más” y “Son 30.000”.