En estas tierras del sur del mundo, la violencia llega al estado nuevamente como el día menos pensado. Una violencia nueva, que toma los elementos de las viejas dictaduras, de los eternos hechos de la oscuridad de un tiempo no tan lejano. Una violencia que elige recordar a los asesinos más atroces, los que indiscutiblemente ya fueron proclamados genocidas por los ojos de la verdad, esa que nunca duerme. Aunque en este nuevo tiempo vengan a pintar sus dudas, sus nuevas-viejas miradas sobre esa historia. Una historia que se escribió con la sangre de los caídos, sobre la blancura de sus manteles, de sus atriles, de sus altares, de sus uniformes.
Recordé el personaje más oscuro de la Saga de los Confines, de Liliana Bodoc, Misáianes, la maldad completa representada en un solo ente. Alguien que profundamente nos odia: el presidente.
Será fundamental caminar, como lo hicieron las locas de los jueves, con sus pañuelos llenos de abrazo y de palabra. Nada las detuvo, ni las balas, ni los caballos. Perdidas en un paisaje desolado, iniciaron las rondas y fueron descubriendo las flores nuevas de cada mañana, con las manos llenas de pájaros y la música de Sosa y Gieco, acompañando, con la creatividad de quienes aman la vida.
Será fundamental recordar a las caídas, a los desaparecidos, a quienes ofrecieron su vida por un mundo más humano, a los obreros y obreras de las fábricas recuperadas, a las aulas en primavera, a las voces de la calle, a los abuelos de la Puel Mapu, a los artistas de la protesta, a las militantes de las verdes mareas, al docente Fuentealba asesinado, a las diariamente acalladas, a la poesía de nuestro Horacio Bascuñan.
Habrá que caminar sin detenerse, ponerle toda la paciencia a quienes no la ven, no la escuchan y a quienes todo se lo llevan por delante. Habrá que volver a poner las mejores palabras para contar la historia, para gritar a este mismo viento de las 30.000 almas. Habrá que volver al punto de partida junto a Rodolfo Walsh, para así vernos intactos y sin manchas, para tomarnos de las manos y avanzar hacia los horizontes de la utopía de Fernando Birri.
Será necesario volver a leer las Venas abiertas de Galeano, La Patagonia Rebelde de Bayer. Va a ser muy importante poder escucharnos.
Contarle al mundo que libertario es otra cosa, que zurdo tiene otro significado, que aquí nadie merece ser llamado "viejo meado".
Deberán saber las nuevas generaciones que la desigualdad no se baila en un TikTok, que las opiniones no se recortan, que no se gobierna desde Twitter, que no existen asambleas por Instagram.
La calle será siempre nuestra, sus cimientos nos llaman a gritos, guardan los escombros de un Cabildo mutilado, la sangre de los negros y los esclavos, la peste y la muerte de los conventillos, el hambre y el tango, los pibes en las islas enterrados.
Hagamos de este 24 de marzo un día más que pensado, un mensaje completo para el león desinformado, que aguarda con sus garras en la casa rosada. Seamos libres como San Martín, que lo demás no importa nada.
Pero que sea juntos y juntas en las calles, tomados de las manos. |