En un acto trasnochado y con imágenes con destino de meme, desde Ushuaia el Presidente dio una nueva muestra de cipayismo al servicio de Estados Unidos. Junto a la jefa del Comando Sur norteamericano y al embajador Mark Stanley, Milei y su gabinete rindieron pleitesía al “gendarme mundial”, prometiendo nuevos y jugosos negocios, además de estrechar lazos a nivel militar. A dos días de un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas, una provocación “libertaria” a los intereses nacionales.
En la medianoche de este jueves Javier Milei, su ministro de Defensa Luis Petri y otros miembros del Gabinete encabezaron un acto en la base naval que la Armada tiene en Ushuaia, Tierra del Fuego. Junto a ellos estuvieron las jerarquías de las Fuerzas Armadas y dos importante funcionarios de Estados Unidos: el embajador Marc Stanley y la jefa del Comando Sur estadounidense, Laura Richardson, quien el martes llegó al país.
No es la primera vez que la generala Richardson viaja hasta el otro extremo del continente. En visitas anteriores también fue muy bien recibida por las autoridades nacionales, entre ellas la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien la recibió en su despacho del Senado y luego publicitó el más que cordial encuentro en sus redes sociales.
Sin dudas esta nueva visita de la representante de las Fuerzas Armadas del imperialismo estadounidense se da en un nuevo contexto, en el que el gobierno de La Libertad Avanza viene haciendo público el alineamiento total de su gestión con las políticas exteriores de Estados Unidos y su aliado estratégico, el Estado genocida de Israel.
La transmisión por streaming (deficiente) del acto (retrasado porque el avión de la comitiva presidencial debió hacer una escala inesperada para cargar combustible), tuvo todos los ingredientes de un “homenaje” a Estados Unidos de parte del Poder Ejecutivo. Y un reforzamiento de la “alianza” entre ambos gobiernos, centralmente en lo que refiere a los intereses económicos y geopolíticos yanquis.
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Richardson ya había estado en la Casa Rosada el miércoles. Allí se reunió con el jefe de Gabinete Nicolás Posse. Luego se reunió con la ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino y con el ministro Petri. Incluso compartió con varios funcionarios nacionales una “cena de cortesía diplomática”, de la que no participó Milei. De allí que, antes de que la mujer vuelva a Washington, el mandatario quiso tener una foto con ella y se armó en consecuencia la puesta en escena en Ushuaia.
En esas reuniones en Buenos Aires se produjo el anuncio del Gobierno argentino de la compra de 24 aviones de guerra a Dinamarca (aunque son de fabricación norteamericana). El país nórdico es miembro de la OTAN y gran aliado de Estados Unidos. Así, Argentina pasaría de comprarle aeronaves militares a China (algo que venía gestionando el gobierno del Frente de Todos) a adquirírselas al bloque imparialista occidental.
La llegada de Milei para ver a Richardson fue recibida en la provincia austral por una protesta de excombatientes de la guerra de Malvinas, quienes denunciaron que el gobierno argentino está renunciando a la afirmación de la soberanía sobre todo el territorio nacional. Por su parte el gobernador de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Gustavo Melella, desistió de reunirse con la generala del Comando Sur y no formó parte del acto trasnochado. “Realizan prácticas militares junto a Gran Bretaña en el Atlántico Sur”, argumentó el mandatario provincial afín al kirchnerismo.
Luego de las entonaciones de los himnos de ambos países, Milei leyó (mal) un discurso desde la base naval. Allí habló de una supuesta “afinidad natural” entre Estados Unidos y “los argentinos como pueblo”, especialmente en lo que hace a “las ideas de la libertad” y a una “visión del mundo”. A su izquierda, Stanley y Richardson se mostraban contentos. Unos metros más allá, Petri, Karina Milei y Posse también sonreían. “Hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzando nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad”, agregó.
El presidente libertariano ratificó la continuidad de la construcción del Polo Logístico Antártico en Tierra del Fuego, obra que arrancó en 2022 pero que Milei frenó al asumir, al igual que el resto de la obra pública financiada por el Estado nacional. Ahora, según se informó, Estados Unidos se sumaría al proyecto. Será, según Milei, “un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco”. Además “permitirá desarrollar la economía local” y dará “apoyo logístico real al desarrollo científico de los diversos programas antárticos internacionales”.
Con su particular capacidad para amalgamar conceptos y categorías ideológico-políticas para adecuarlas a su propio esquema mental, Milei dijo que “muchos gobiernos de la Argentina, de distintos signos políticos, en las últimas décadas, se han llenado la boca hablando de soberanía, pero no han hecho nada por ella. No han hecho nada por defender nuestra fronteras territoriales y fluviales del ingreso del narcotráfico. No han hecho nada por investigar el terrorismo islámico que lamentablemente hemos sufrido. Y no han hecho nada por defender la integridad territorial de nuestro Mar Argentino, que año tras año ha sido invadido por pesqueros ilegales y drenando sus recursos ictícolas”. La solución para todo eso, según el Presidente, comienza por aliarse con Estados Unidos e Israel.
Más allá de los discursos “nacionalistas” de Milei en su tributo a Richardson, a Stanley y, por añadidura, al gobierno imperialista de Estados Unidos, lo que no se puede ocultar son los objetivos reales de la potencia del norte para con Argentina. Lejos de toda hipótesis de un conflicto armado que involucre a la Argentina, las visitas de la jefa del Comando Sur no tiene otro fin que demostrar el plan estadounidense de controlar política y militarmente la región.
La misma Richardson lo dejó en claro en enero de 2023 en una reunión del Atlantic Council (organización de exmilitares yanquis vinculados a la OTAN). Allí la generala sentenció sobre América del Sur: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… Tenemos 31 % del agua dulce del mundo en esta región (...) A Estados Unidos le queda mucho por hacer, esta región importa, ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”. Y agregó que la región tiene “las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce. Tienen los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro, y está la importancia del Amazonas como los pulmones del mundo”.
En ese marco, la Patagonia argentina reviste un especial interés para la gestión de Joe Biden (así como para las anteriores y las que vendrán). Allí, más precisamente en la provincia de Neuquén, se monta la Estación de Espacio Profundo CLTC-Conae, financiada por China y cuyo objetivo (al menos formalmente) es investigación científica. Estados Unidos insiste (sin mostrar evidencias) en que esa base espacial tiene fines militares por parte del gobierno asiático, por lo cual sugiere al Estado argentino que “revise” el proyecto. Y también la gestión de Biden quiere desplazar a China en el eventual financiamiento de la construcción del Polo Logístico Antártico fueguino.
China está “intentando asegurarse los derechos para construir instalaciones marítimas de uso dual, las cuales apoyarían la proyección de sostenimiento y poder en las cercanías al estrecho de Magallanes”, había dicho Richardson, justificando sus “alertas” a la gestión de La Libertad Avanza sobre la continuidad del proyecto.
Además de Richardson, el propio embajador Stanley se viene encargando de manifestar los intereses estadounidenses en el país. “Me sorprende que la Argentina permita que las fuerzas armadas chinas operen en Neuquén”, había declarado ante medios como La Nación, lo que motivó una respuesta diplomática de la embajada china en Buenos Aires.
En línea con esa visión, Milei finalizó su discurso leído reiterando lo que ya había manifestado en enero en el Foro de Davos. “Occidente corre peligro por apartarse de las ideas de la libertad, la defensa de la vida y la propiedad privada”, afirmó. Y agregó que estas reuniones con altos funcionarios estadounidenses son “el comienzo de una relación especial entre ambas naciones, que permita que el árbol de la libertad extienda sus raíces a todos los rincones del planeta, para que ningún ciudadano del mundo sea sometido nunca más a los arbitrios de dictadores, autocracias, fanáticos religiosos o del comunismo”.
Si para Milei el prototipo de la “libertad” es el imperialismo yanqui, queda claro que para él no son dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera o Leopoldo Galtieri, ni mucho menos son fanáticos religiosos Benjamin Netanyahu y su ejército sionista. Todo va quedando más claro.
En el discurso leído por Milei estuvo ausente la reafirmación del reclamo de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. Algo más grave aún en estos días en los que se cumplieron 42 años del comienzo de la guerra de 1982, en la que precisamente (y como no podía ser de otra manera) el imperialismo estadounidense comandado por Ronald Reagan cerró filas con la Gran Bretaña de Margaret Thatcher (dos “ídolos” de Milei) para intentar aniquilar toda posibilidad de recuperación de ese territorio austral por parte de Argentina.
Apenas hubo un gesto simbólico sobre Malvinas en el acto. Fue cuando se entonaron las estrofas de la Marcha Malvinas por parte de las tropas presentes en la base naval. Casi como si hubiera estado ensayado, Milei y Petri quedaron expuestos ante las cámaras: el Presidente directamente dejó de cantar a la segunda estrofa, y su ministro de Defensa se la pasó moviendo los labios acompañando el canto de la concurrencia, demostrando que ni siquiera sabe la letra. Patético.
El régimen del FMI iniciado por Mauricio Macri en 2018, seguido por Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa entre 2019 y 2023 y profundizado hoy por Milei, con su enorme peso de la deuda pública siempre creciente, redobla la sumision al imperialismo, especialmente a Estados Unidos. Huelga decirlo, pero no hay soberanía posible sin desconocimiento soberano de esa deuda, entre otras medidas que directamente no forman parte del programa “libertario”.
Hoy más que nunca es crucial repudiar y rechazar la visita de la generala Richardson, símbolo de las aspiraciones geopolíticas del “gendarme mundial”, que ahora encuentra nuevos bríos para pisar más fuerte sobre nuestro territorio. Y también es fundamental desenmascarar a los servidores locales del imperialismo y las grandes potencias, sean de la extracción política que sean, tanto oficialistas como opositores. No hay otra opción si de defender nuestra soberanía, nuestros bienes naturales comunes y nuestra población se trata.