El presidente viajó a los EE UU, para lubricar su compromiso de entrega de la soberanía nacional. En Miami recibió una distinción de la organización Jabad Lubavitch, implicada en la construcción de túneles clandestinos. El sábado se reunirá con Elon Mask, quien ambiciona nuestro litio. Y terminará su tour en Dinamarca, con la promesa de compra de unos obsoletos aviones de guerra yanquis. Desde el imperio, se burló de la represión a familias que piden comida en Argentina.
La semana pasada, el presidente Javier Milei coronó la visita a la Argentina de la generala del Comando Sur norteamericano Laura Richardson, con un acto en la base naval de la Armada en Ushuaia, Tierra del Fuego, donde sonó el himno de los Estados Unidos. Fue la última de las promesas de entrega que el Gobierno le hizo al país que controla el directorio del Fondo Monetario Internacional: permitirles prácticas militares junto a Gran Bretania, en la zona continental más cerca de las Islas Malvinas. Esto aún tiene que pasar por el Congreso de la Nación, los veteranos de la guerra expresaron su rechazo en la provincia austral.
Primera escala
Javier Milei hizo un viaje a Miami, donde recibió la distinción de "Embajador Internacional de la Luz", por parte de la organización judía ortodoxa Jabad Lubavitch, en homenaje a su defensa cerrada del Estado genocida de Israel. Dicha organización, se vio implicada en enero, en la construcción clandestina de unos túneles debajo de una sinagoga en Nueva York, sin destino claro, donde se encontró gran cantidad de basura, un cochecito de bebé y colchones. Más allá de este escándalo, se trata de una organización ultra conservadora, cuyos integrantes en su gran mayoría, son votantes del líder de extrema derecha Donald Trump. Mucho en común con el presidente.
Ocupado en estos importantes temas de diplomacia internacional, Javier Milei no dejó de atender los problemas que ocurren en la Argentina. Tras la brutal represión que sufrieron familias frente al Ministerio de Capital Humano, mientras realizaban una manifestación por hambre, en exigencia de alimentos para los comedores populares: el presidente le dedicó unos minutos a repostear una publicación en la red X que festeja con sorna el accionar violento de la policía.
Javier Milei se jacta de no usar el avión presidencial, por lo que sacó pasajes de vuelo -para él y la "primera dama" Karina Milei- por Aerolíneas Argentinas, empresa estatal que busca privatizar y donde decenas de trabajadores luchan contra los despidos. ¿Habrá comprado los pasajes con su sueldo presidencial? El que equivale en valor a 20 salarios mínimos, o 40 salarios complementarios, de esos que cobran los trabajadores precarizados del plan Potenciar Trabajo, a quienes reprimió la policía de Patria Bullrich por protestar en la Avenida 9 de Julio.
Segunda escala
El sábado, el presidente y su hermana se encontrarán con Elon Musk. Si hace un mes Javier Milei pareció una jovencita fanática del cantante Sandro, al encontrarse con el expresidente Donald Trump, seguramente veremos otro cuadro de emoción desbordada cuando se reúna con el segundo hombre más rico del mundo. Es que para el presidente, son héroes los grandes capitalistas que explotan y precarizan miles y miles de trabajadores, y dañan el medioambiente con sus negocios.
No sabemos si Javier Milei volverá a la Argentina con un autógrafo del dueño la red social X y de la empresa de internet satelital, Starlink que, desde el primer DNU del presidente ya opera en la Argentina. Tampoco sabemos cuánto tiempo pasará sin lavarse la mano luego de estrecharla con Musk.
Lo que sí es de público conocimiento es que Elon Musk (en sintonía con la generala Richardson) ambiciona el litio argentino, ya que es un mineral que se utiliza en la construcción de baterías y autos eléctricos, uno de los múltiples negocios que tiene este megamillonario republicano que se niega a pagar impuestos.
Tercera escala
El final de este tour de sometimiento a los Estados Unidos, se coronará en Dinamarca, con un encuentro de Javier Milei y la primera primera ministra Mette Frederiksen. El presidente se apalabró con la generala Richardson, para comprarle a éste país, aviones norteamericanos F-16, fabricados hace 50 años, por la suma estimada de 300 millones de dólares. Las máquinas de guerra son tan obsoletas que el propio presidente ucraniano Volodimir Zelensky rechazó comprarlos, a pesar de estar desesperado por conseguir armamento para la guerra con Rusia.
Gentilmente, Estados Unidos proveería el armamento para equipar estos aviones. Aún así, para obtenerlos, hay que comprárselos a Dinamarca. Si "no hay plata" (para jubilaciones, presupuesto educativo y salarios), ¿cómo y por qué va a comprar estos aviones para la Armada Argentina?
Misterios de un gobierno que asumió para sobrecumplir los mandatos del Fondo Monetario Internacional, y que busca profundizar aún más las cadenas de sometimiento de nuestro país con los Estados Unidos.
