Cada 26 de abril, [1] el mundo se une en un grito de solidaridad y resistencia para celebrar el Día de la Visibilidad Lésbica. Una fecha que no solo conmemora la valentía de un colectivo, sino que también destaca la urgente necesidad de seguir luchando contra la discriminación y la violencia que enfrentan las mujeres lesbianas en todas partes del mundo.
A pesar de avances como el matrimonio igualitario, las mujeres lesbianas siguen siendo blanco de discriminación y violencia tanto por parte de la sociedad como de las instituciones y el Estado. La falta de reconocimiento legal de sus derechos, la discriminación laboral y la violencia física y verbal son solo algunas de las barreras que enfrentan día a día.
En México, la situación no es diferente. A pesar de los esfuerzos de activistas y organizaciones, las mujeres lesbianas continúan luchando por la igualdad de derechos. Según datos de Amnistía Internacional, alrededor de 70 países aún consideran ilegales las relaciones entre personas del mismo sexo, con consecuencias que van desde penas de cárcel hasta la muerte.
Organizaciones como Human Rights Watch, la Fundación Internacional de Derechos Humanos y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA), señalan que las mujeres lesbianas enfrentan discriminación en el ámbito laboral, encontrando obstáculos al buscar empleo, ascensos y otros beneficios laborales debido a su orientación sexual. Además, son víctimas de persecución, violencia y acoso en diversos contextos sociales y laborales, sin contar con las protecciones adecuadas para prevenir o denunciar estas situaciones.
El caso de Chío, presa desde hace 11 meses por defenderse de una agresión lesbófoba en Nicolás Romero, Estado de México, se suma al de Maya y Ren, matrimonio de lesbianas arrollado el 10 de abril pasado por el Metrobús de la Ciudad de México. Ambos son ejemplos de la violencia institucional que no sólo entorpece el acceso a la justicia con negligencia e irregularidades, sino que también revictimiza, promueve y perpetúa la impunidad ante crímenes de odio.
El acceso a la salud y a derechos reproductivos también es un desafío significativo para las mujeres lesbianas. Según datos recopilados por organizaciones defensoras de derechos humanos y de la población LGBTIQ+, en muchos lugares aún se les niega el acceso a tratamientos de fertilidad, atención obstétrica y otros servicios de salud específicos para mujeres, lo que refleja una barrera adicional en su búsqueda de atención médica integral.
La invisibilidad y la falta de representación también son desafíos importantes que enfrenta la comunidad lésbica. La falta de modelos y la perpetuación de estereotipos y prejuicios dificultan aún más la situación.
Es por eso que la visibilidad lésbica es más importante que nunca. Al poner en primer plano las experiencias y luchas de las mujeres lesbianas, contribuimos a la normalización de la diversidad sexual y de género, y combatimos los estigmas y la discriminación.
La educación desempeña un papel crucial en este proceso. Promover una educación igualitaria y libre de prejuicios es fundamental para mejorar las condiciones de las mujeres e identidades sáficas, donde todas las personas, independientemente de su orientación sexual, puedan tener pleno acceso a derechos elementales. En ese sentido, la lucha por una Educación Sexual Integral es más vigente que nunca y una bandera para el colectivo LGBTIQ+ y el movimiento de mujeres.
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