Cuando Israel comenzó a bombardear los barrios del noreste de la ciudad, que las FDI habían ordenado evacuar esa mañana, Hamás declaró que aceptaba una propuesta de tregua, cuyos detalles aún no se conocían. A pesar de versiones contradictorias, parece que Hamás firmó una propuesta que no recibió la aprobación de los israelíes durante las negociaciones de la semana pasada.
Aplicada en tres fases distintas, la propuesta prevé en el primer período la liberación de algunos de los rehenes a cambio de un alto el fuego inmediato y la retirada de las fuerzas israelíes de los centros urbanos. Durante la segunda y tercera fase, Israel se comprometería, a cambio de la liberación de los prisioneros restantes, a retirarse de Gaza y firmar una tregua permanente con Hamás.
De esta propuesta, que retoma las líneas generales del acuerdo de París, negociado en febrero antes de ser rechazada por Israel, parece que el Estado colonial sólo ha aceptado la primera parte. En el centro del conflicto, la vaga definición de los objetivos del segundo y tercer período –que deben ofrecer los medios para “restablecer una calma duradera”– es objeto de interpretaciones divergentes: mientras Hamás defiende que la “calma duradera” sólo puede lograrse obtenida mediante una “tregua permanente” (su objetivo estratégico fundamental desde 2006) Netanyahu no quiere un acuerdo que le prive de poder reanudar la guerra.
El anuncio de la firma del acuerdo alimentó la esperanza y luego la ira de las familias de los rehenes que se movilizaron masivamente durante la noche, en particular en Tel Aviv, para exigir al gobierno israelí que pusiera fin a la invasión de Rafah. El gabinete de guerra, por su parte, anunció el envío de una delegación a El Cairo para reanudar las negociaciones y declaró que las FDI continuarían la operación en Rafah para “ejercer presión militar” sobre Hamás. En estas coordenadas, si la operación presagia una masacre, su escala sigue siendo desconocida ya que su línea de desarrollo es actualmente impredecible.
Al declarar que la propuesta de Hamas estaba muy por debajo de los "intereses esenciales" de Israel, los miembros del gabinete de guerra decidieron continuar con la invasión. Tras el intenso bombardeo de los barrios nororientales de la ciudad refugio se registraron movimientos de tropas. A lo largo de la frontera con Egipto, tropas terrestres, procedentes de Kerem Shalom, tomaron posesión hacia medianoche, el aeropuerto Yasser Arafat, al sureste de Rafah donde se escucharon disparos.
Avanzando a lo largo de la frontera, las fuerzas israelíes tomaron el control del puesto de control de Rafah esa misma noche, aislando permanentemente Gaza del resto del mundo. Al cerrar el punto fronterizo, las FDI interrumpieron el flujo de camiones cargados con ayuda alimentaria, que ya entraban al territorio palestino en número insuficiente. Según el Washington Post, las fuerzas israelíes mataron a una veintena de combatientes durante la noche y evacuaron a la “gran mayoría” de los refugiados presentes a lo largo de la frontera durante su ataque.
Después de que Egipto transmitiera varias solicitudes de información a Israel por la tarde, parece que las fuerzas israelíes hicieron de la toma de la Puerta de Rafah un objetivo crucial para satisfacer al aparato de seguridad egipcio, que temía que la invasión no rechazara a muchos refugiados hacia Egipto. Como confió esta mañana un diplomático egipcio a Le Monde, “los israelíes parecen haber comprendido nuestra línea roja y, sobre todo, haber escuchado a Washington, que se la confirmó. Pero el terreno es otro: Egipto se está preparando para un escenario de desastre, que le obligaría a acoger a algunas decenas de miles de personas que huyen de los combates”.
Para cualquier plan de evacuación, las fuerzas israelíes tienen la intención de trasladar por la fuerza a la mayoría de los refugiados, en menos de diez días, a los campamentos construidos apresuradamente en la costa occidental, donde el ejército israelí ha entregado alrededor de cuarenta mil tiendas de campaña.
Además de las fuerzas terrestres estacionadas en Kerem Shalom que se deslizaron a lo largo de la frontera sur para llegar a la puerta de Rafah, los múltiples disparos de artillería que marcaron la noche indican la presencia de vehículos blindados, colocados en arco a la salida de la ciudad. A diferencia de otras ciudades sitiadas por las FDI, como Khan Younes y Ciudad de Gaza, la densidad de población de la ciudad concentra a más de un millón y medio de refugiados desplazados hacia el sur por los bombardeos y la invasión desde el norte. Esto significa que las fuerzas israelíes no podrán avanzar barrio por barrio, mientras que las operaciones militares requerirán el despliegue de unidades más complementarias. Así lo explicó a Foreign Policy Michael Mulroy, ex experto militar del gobierno estadounidense: «los israelíes necesitarán al menos dos divisiones, con paracaidistas y unidades blindadas, junto a destacamentos de artillería más pequeños y unidades de fuerzas especiales». En una situación tan desesperada, es probable que la resistencia palestina, de la que Hamás es el mayor componente, lance también asaltos más masivos, combinando ataques de superficie y atmosféricos mediante drones u otros elementos aerotransportados.
Netanyahu ha optado así por ahogar en fuego y sangre el último refugio de la población de Gaza. Es de vital urgencia reaccionar masivamente a la invasión cataclísmica que se avecina en Rafah y salir a las calles como vemos en tantas protestas y campamentos en las universidades en Francia, Estado español y Estados Unidos. |