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La Izquierda Diario
10 de mayo de 2024 Twitter Faceboock

Tribuna abierta
"¿Eres judío?" preguntó el soldado israelí al periodista
Gideon Levy

Publicamos a continuación una columna del periodista israelí Gideon Levy publicada en el diario Haaretz que puede ser de interes para nuestras y nuestros lectores.

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Cuando el fotógrafo Alex Levac quiso bajarse del automovil por un momento, el soldado le preguntó: "¿Eres judío?".

No hay ningún lugar en la tierra donde esta pregunta sea legítima. Cruza límites claros y aceptables de privacidad y racismo. No hay lugar en la tierra donde le pregunten a un hombre cuál es su origen, nacimiento o nacionalidad, para saber cómo tratarlo. Sólo aquí, en el puesto de control de Einav, sitiando Tul Karm, esta pregunta era legítima. Sólo cuando un soldado de las FDI hace esta irritante pregunta, a todos les parece que tiene derecho a hacerla, del mismo modo que tiene derecho a encarcelar, abusar, detener y, a veces, disparar sin motivo alguno.

Esto sucedió el lunes de esta semana, al atardecer. Unas horas antes, ese mismo soldado se cuadró en memoria de seis millones de personas de su pueblo en el Día del Recuerdo del Holocausto. Es difícil saber qué pasó por su cerebro lavado durante el toque de la sirena [que se realiza en memoria del holocausto y donde todo se paraliza durante unos instantes, NdT], tal vez estaba pensando lo que le habían enseñado a pensar en esos momentos. Es difícil suponer que viera alguna conexión entre lo que le habían enseñado sobre el Holocausto y su "gran servicio" en las FDI, que consta de estar parado en un puesto de control en Cisjordania, abriendo y cerrando, cerrando y abriendo, arbitrariamente, en la mayoría de los casos según su decisión o estado de ánimo.

Las decenas de conductores "no judíos" que esperaron desesperados durante horas no escucharon la sirena ni pensaron en el Holocausto. Sólo querían llegar sanos y salvos a casa. Y el soldado israelí nos preguntó si éramos judíos. Sabía que éramos periodistas, por los documentos que le mostramos, pero quería saber si éramos judíos. Quizás le costaba creer que los judíos pudieran salir sanos y salvos de Tul Karm. Esto no era lo que le habían dicho sobre Tul Karm. Levac respondió: "¿Le gustaría comprobarlo?" y volvió al coche.

Nosotros regresábamos de Tul Karm, donde investigamos el asesinato de un niño que viajaba en una scooter y al que los soldados israelíes habían disparado desde lejos. Desde que comenzó la guerra, el puesto de control de Einav ha estado abierto sólo unas pocas horas al día. Abierto, cerrado, ahora está cerrado. Casi no hay otra manera de salir de Tul Karm salvo este punto de control. Por la mañana, al entrar en la ciudad, pasamos por alto el puesto de control, que también entonces estaba cerrado, y tomamos un camino sinuoso de grava entre los pueblos y los olivares.
Pero por la tarde, cuando regresamos por el mismo camino, los conductores palestinos que venían en dirección opuesta nos hicieron un gesto: "Mamnua", prohibido. Los soldados habían cerrado la puerta de salida de la aldea de Shufa al final del camino por el que habíamos entrado por la mañana y ya no era posible salir de Tul Karm.

Esa es la realidad de la vida en Cisjordania, de la que nadie habla: una vida en constante semi-toque de queda, sin forma de saber qué nos deparará cada día. Israel decidió aumentar los abusos bajo el pretexto de la guerra. Si una persona puede viajar por caminos de tierra llenos de baches y llegar al mismo lugar que lo haría por la carretera principal, esto no tiene nada que ver con la bendita "seguridad". Ahora simplemente hay abuso por el abuso, sin máscara y bajo el disfraz de la guerra.

Este abuso no interesa a nadie en Israel, no se denuncia y no es preocupante. Nadie piensa en sus repercusiones, mientras los colonos estén contentos. Esa es la principal tarea de las FDI aquí: mantener contentos a los colonos. Ahora también tendrán un general de brigada colono. Pero la vida en Cisjordania durante los últimos siete meses ya es una vida que ningún judío israelí conoce. Las carreteras de Cisjordania están medio desoladas. Aparte de los colonos, casi nadie puede llegar hasta ellos.

Dos soldados y un oficial se encontraban en el puesto de control de Einav el Día del Recuerdo del Holocausto. Un largo convoy de camiones se encontraba al borde del camino, sus conductores esperaban en vano, desesperadamente. Uno de los aspectos comunes de la vida en Cisjordania es que nunca se puede saber nada. Cuando se abrirá, cuando se cerrará. El tiempo de esos conductores, al igual que su dignidad y sus vidas, no significa nada. El oficial y dos soldados nos dijeron que el puesto de control estaba cerrado. ¿Cómo volveremos? Ellos no lo sabían.
Luego nos preguntaron si éramos judíos.


Traducción de la versión original en inglés publicada en el diario Haaretz

 
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