Cuarenta y cuatro años atrás, un 10 de Octubre de 1971 ocurría la tragedia aérea de los bailarines del Colón, eran nueve; Norma Fontenla, José Neglia, Sara Bochkovsky, Rubén Estanga, Margarita Fernández, Marta Raspanti, Carlos Santamarina, Carlos Schiaffino, Antonio Zambrana. El avión se dirigía a Trelew, como parte de una gira que auspiciaba una empresa privada, una gira que nunca se completó…
Desde ese momento en su honor se conmemora el Día Nacional de la Danza.
En esos años el ballet logró una popularidad nunca antes vista, espectáculos gratis y al aire libre para todo aquel que quisiera disfrutar de la belleza en que se mueven los cuerpos al compás de la música clásica. Ahora… ¿Por qué el ballet? ¿Por qué elegir horas y horas de ensayo, de sudor, de ponerse las puntas y lastimarse los pies? ¿Por qué tanto sufrimiento por tanta pasión?
Hoy en día el ballet es considerado como algo de alta calidad, es para la “elite” y si llegás a adquirir una entrada para ir al Colón, seguro es la más barata y la más lejana del escenario. Un lugar jamás pensado al que podía llegar a ir.
Pero ¿qué calidad de trabajo y condiciones tienen sus propios trabajadores? Hace dos años murió un trabajador de 19 años, del sector de limpieza del Colón, cuando el montacargas se cayó tres pisos. Entonces los trabajadores dijeron basta, no querían más muertes por causas laborales y permanecieron en asambleas suspendiendo los ensayos.
Hace un año y medio fue ingresado el proyecto de Ley Nacional de Danza a la Cámara de Senadores. Ocho años fueron los que se tardaron en ver los problemas y las condiciones de precariedad en las que conviven los bailarines, donde no tienen relación de dependencia y su trabajo es al azar. Cuando se termina tu contrato se termina tu trabajo. Hoy en día existe la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza, su espacio gremial, su sindicato, donde de alguna manera los derechos están “resguardados”, aunque las condiciones precarias continúan vigentes.
Sin embargo, los bailarines del Colón siguen de pie, siguen ensayando y siguen bailando. Porque podrán tener dolores, esguinces, estar agotados o contratos que no les alcanza ni para llegar a fin de mes, pero a veces la pasión puede más, o a veces “combinan” la pasión con la necesidad de llegar a fin de mes y toman otro trabajo extra. Tienen dos obras, dos cuerpos de bailarines. Ahí esta la difícil tarea de no confundirse los pasos ni marearse, la tarea de cuidar su herramienta de trabajo, su cuerpo. Por eso se vendan los pies y se ponen sus zapatillas de baile, por que es pasión aceptan el sufrimiento, el dolor es crecer y crecer es bailar.