Después de más de 7 meses de genocidio y bombardeos sistemáticos sobre Gaza, que ya han provocado más de 35.000 muertos, cientos de miles de heridos y millones de desplazados, tres gobiernos europeos se suman a más de un centenar de países que ya reconocen al Estado palestino.
Desde el punto de vista diplomático, se trata de un nuevo revés para Netanyahu, que se suma a la acusación de “crímenes de guerra” por parte de la Corte Penal Internacional. El anuncio profundiza el desprestigio internacional del Estado de Israel, debido al brutal genocidio, en un momento en que crecen las protestas internas pidiendo la renuncia de Netanyahu, un alto el fuego y una negociación urgente.
La declaración de los tres gobiernos europeos ha sido saludada por la Autoridad Nacional Palestina y por organizaciones como Hamas que la ha calificado como “un paso adelante”. Israel, por su parte, ha llamado a consulta a sus embajadores en los tres países y afirma que se trata de "un premio al terrorismo". Estados Unidos también ha rechazado la declaración a favor de un Estado palestino. El estado sionista se sostiene, fundamentalmente, por el apoyo incondicional de Estados Unidos y otros estados imperialistas europeos como Reino Unido, Francia y Alemania.
Ahora bien, ¿qué implica realmente este reconocimiento? Desde 1988, más de 150 países han reconocido al Estado palestino. Esto incluye a casi todos los países de América Latina, África y Asia y algunos países europeos como Hungría, Polonia, Eslovaquia, República Checa, Bulgaria, Rumanía, Suecia y Chipre.
Esta declaración de carácter más bien simbólico se enmarca en los intentos de revivir la política de “dos Estados” que culminó en los acuerdos de Oslo en 1993. Una política que no solo mostró su fracaso en las últimas décadas, sino que, al mismo tiempo implica legitimar la ocupación colonial del territorio histórico palestino por Israel. Este “reconocimiento” acepta la partición y fragmentación del territorio “reconocido”: una franja de Gaza que está arrasada por las bombas y una Cisjordania fragmentada en múltiples “islotes” de pseudo soberanía limitada, bajo el control del ejército de Israel, y asediada por los colonos sionistas.
Según encuestas recientes, un 78% de la población española estaba de acuerdo con que la UE reconozca a Palestina como Estado. El anuncio de Pedro Sánchez llega en medio de las elecciones europeas. Es un gesto para tratar de capitalizar el masivo rechazo de la población española hacia este brutal genocidio. Es también un intento de instrumentalizar el movimiento de solidaridad con Palestina que se viene desarrollando hace meses y que en las últimas dos semanas ha dado lugar a decenas de acampadas de estudiantes en universidades españolas.
Desde octubre de 2023, hemos participado en masivas movilizaciones que vienen exigiendo la ruptura inmediata de relaciones del Estado español con Israel, el cese de relaciones económicas y el embargo del comercio de armas. Nada de esto ha ocurrido.
El Estado Español también mantiene tropas en el Líbano, colaborando en resguardar la frontera israelí. Al día de hoy, las principales multinacionales españolas como el Banco Santander, Sacyr o FCC siguen haciendo enormes ganancias en Israel, colaborando con la financiación de un Estado de ocupación y limpieza étnica. Ahora, es el gobierno sionista el que anuncia que romperá relaciones diplomáticas con el Estado español, pero las relaciones económicas y comerciales seguirán su curso normal: negocios son negocios.
La lucha para frenar el genocidio no vendrá de la mano de los gobiernos imperialistas, ni de las acusaciones impotentes de una corte Penal Internacional que ni siquiera es reconocida por grandes potencias como EEUU o China. Además, su acusación pone un signo igual entre la acción genocida del Estado de ocupación y la resistencia del pueblo palestino. Más allá de las diferencias estratégicas y metodológicas que tenemos con Hamas, defendemos de forma incondicional el derecho a la resistencia de los pueblos oprimidos contra sus opresores.
La lucha para frenar el genocidio tiene que extenderse y masificarse a nivel global. Los estudiantes y la juventud, junto a docentes y trabajadores de las universidades, se han puesto de pie. Cuestionan no solo al Estado sionista, sino también a los gobiernos cómplices con Israel. Ese es el camino: unir la lucha de la juventud estudiantil, las organizaciones judías antisionistas y la clase trabajadora en un gran movimiento de solidaridad internacional y antiimperialista.
Para terminar con el régimen colonial, es necesario desmontar el Estado sionista de Israel. Contra el colonialismo sionista y el imperialismo, nos ubicamos de forma incondicional con la resistencia del pueblo palestino, desde un programa de independencia política respecto de todos los sectores burgueses en la región. Defendemos el derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino en su territorio histórico y luchamos por una Palestina obrera y socialista, en el marco de una federación socialista en el Medio Oriente. Solo un Estado que se proponga terminar con toda opresión, explotación y reacción imperialista podrá garantizar una convivencia democrática y pacífica entre árabes, judíos y todas las etnias. |