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4 de junio de 2024 Twitter Faceboock

#NoEsNo
De la mano del extractivismo para pagar la deuda no hay defensa del ambiente
Ariel Iglesias

Este 4 de junio en distintas ciudades del país, el movimiento ambiental ganará las calles contra los proyectos extractivistas que plantean el RIGI y la ley Bases que impulsa Milei. En esta nota hacemos un contrapunto con los planteos neodesarrollistas de José Natanson que imagina un paraíso extractivista, con más fracking y megaminería, para aumentar las exportaciones y generar más dólares al servicio del FMI y las multinacionales.

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En la edición de junio de Le Monde Diplomatique, José Natanson desarrolla que, ante el fracaso del peronismo en aumentar la exportación, vía el extractivismo, para generar más dólares para la economía, hoy nos encontramos ante el gobierno de Milei que viene a hacer lo que el peronismo no pudo. En la nota señala una tarea bien hecha por el peronismo: el petróleo y el ejemplo de Vaca Muerta en la provincia de Neuquén; y uno mal hecho o realizado a medias como la megaminería.

Una vez más el modelo extractivista que se promulga como “salvación” para juntar dólares para pagar la hipoteca de la deuda externa a costa de sacrificar el ambiente es defendido por liberales y desarrollistas. Se olvida el autor que el extractivismo, sea la explotación hidrocarburífera offshore, la megaminería, el agronegocio, la explotación forestal o el fracking, se basa en la depredación de los bienes comunes naturales mediante procesos que generan lo que se puede llamar una amputación ecológica de efectos irreversibles o casi, y todo con el fin de servir a cadenas globales de valor que no dejan nada en el país en términos de agregación de valor.

A pocos días de que se ponga a votación en el senado, la ley bases de Milei, y que se apruebe o no el RIGI, un punto de la ley que favorece y está pensado para las mineras (entre otros sectores) y que fue negociado con las provincias respecto a las regalías mineras (elevando de 3 a 5% el techo). Surge una pregunta: ¿Está en la explotación irracional de los bienes comunes naturales a gusto y piacere de las multinacionales mineras la salida a la decadencia y el atraso de la Argentina semicolonial y dependiente?

Natanson señala que Argentina “exporta, comparativamente con otros países de la región, pocos recursos naturales: salvo el competitivo complejo oleaginoso” y señala que “los hidrocarburos y los minerales, están subexplotados”. Esto no es nuevo, ya Massa proponía en la campaña electoral 2023 que: “La solución más grande que tiene Argentina, porque tiene recursos naturales, es poder vender lo que hace al mundo y hacerse de dólares”. Y, agregaba, “Nuestro litio, nuestro petróleo, nuestro gas, lo que se produce en nuestro campo, lo que produce nuestra industria” para conseguir dólares. Una propuesta que ahora impulsa Javier Milei con la Ley Bases y el Pacto Fiscal.

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El autor, que es otro de los admiradores del modelo chileno y sus exportaciones de 60 mil millones de Chile, país con el que Argentina comparte la cordillera de los Andes, no dice que en el país vecino, que satisface un tercio de la demanda de cobre mundial, se ha profundizado la dependencia y la reprimarización de la economía, ya que está basada fundamentalmente en la exportación de bienes naturales y primarios, donde, por ejemplo, el pueblo trabajador tiene que pagar por el agua.

Y plantea que “En el mundo real, las posibilidades que tiene Argentina para incrementar rápidamente sus exportaciones son dos: hidrocarburos y minería”. Reivindica que fue “Cristina la que dio el primer paso” por Vaca Muerta y reivindica que es “Axel Kicillof el que impulsa la exploración en el Mar Argentino”.

Natanson cuestiona que el Frente de Todos en la Argentina, después del interregno neoliberal de Macri, no llevó hasta el final el discurso neodesarrollista de lo que ya había sido un rasgo notable de continuidad durante los gobiernos kirchneristas: el extractivismo. Lo cierto es que, como señala Esteban Mercatante “bajo la presión del estrangulamiento que imponen la deuda externa, las remesas de empresas imperialistas a sus casas matrices y la fuga de capitales sobre el balance externo, la principal motivación de profundizar los extractivismos estaba en exportar más con el fin de hacerse de divisas lo más rápido posible para afrontar estos compromisos. De esta forma, en vez de poner en cuestión las raíces del saqueo nacional. El ultraextractivismo, presentado como un medio para el desarrollo, solo implica la conversión del territorio nacional en zona de sacrificio para afrontar urgencias de la balanza de pagos.

Natanson deja en claro que “el peronismo es un movimiento popular de vocación desarrollista” por eso señala que “en hidrocarburos las cosas no salieron tan mal”, ya que en 2024 la balanza comercial dejará “un resultado positivo de 4.000 millones de dólares”. Pero agrega que “la performance en materia minera es decepcionante. Argentina exportó el año pasado 3.860 millones de dólares de minerales”.

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El autor señala que “El problema es que el peronismo se negó a impulsar un proyecto de este tipo a partir de una mirada propia e inteligente” y plantea que “la reforma constitucional del 94 tuvo la mala idea de reconocerles a los Estados provinciales el dominio original de los recursos naturales”, entonces se encuentran “provincias donde la actividad florece, como San Juan y Santa Cruz, conviven con otras que enfrentan dificultades, como Catamarca, o que directamente la prohibieron, como Chubut”.

El planteo de Natanson de que hay que exportar más para pagarle rápido al FMI es una muestra de un consenso extractivista que no conoce grietas entre los partidos mayoritarios. Como señala Esteban Mercatante: “Aunque la apuesta a exportar más poniendo las mayores fichas hoy en el agronegocio, la minería o los hidrocarburos es planteada en muchos casos como paso necesario para acumular recursos necesarios para invertir en pos de lograr un mayor desarrollo, el crecimiento de los superávits comerciales en las últimas décadas no hizo más que convertirse en una fuente de mayores transferencias de riqueza al exterior, perpetuando las condiciones de atraso y dependencia”.

Lo que Natanson y los “neodesarrollistas” devenidos neoextrativistas dicen querer resolver mediante un aumento de las exportaciones –que no es lo mismo que lo que efectivamente ocurre con los dólares del superávit comercial–, es decir, obtener divisas para realizar inversiones fundamentales, no requiere en realidad embarcarse en un incremento del volumen exportado. Bastaría con parar la sangría de divisas que tiene lugar de manera crónica. La fuga de capitales, los servicios de la deuda, las remesas de ganancias de las empresas multinacionales que operan en el país a sus casas matrices, y las rentas –como la agraria apropiada por el agropower– muestran que el problema no es la falta de recursos potencialmente disponibles para realizar las inversiones más urgentes.

Si cortamos con estas vías de vaciamiento es posible disponer de medios para invertir en incrementar la capacidad de crear riqueza, mejorando o creando infraestructuras clave, a la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, a la modernización de los transportes, a garantizar el acceso a la cultura y el esparcimiento. En este conjunto de medidas –planificadas desde abajo– está también la base para restablecer el metabolismo entre sociedad y naturaleza roto por el capitalismo.

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Natanson con los diputados del Frente de Todos que votaron la ley Bases

Para Natanson, en cambio, el RIGI resuelve este problema. Y por eso se ubica a partir de este punto junto a los diputados y senadores de muchas provincias mineras como San Juan, Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy, Santa Cruz, Río Negro y Chubut, muchos de ellos que iban en las listas del Frente de Todos que apoyan esta nueva ofensiva extractivista al servicio de las grandes multinacionales mineras, ya que “el gobierno de Milei incluyó, como capítulo central de la Ley Bases, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Aunque habilitado para cualquier actividad, por la magnitud del piso exigido (200 millones de dólares) y las ventajas que otorga solo sería aplicable a la minería y los hidrocarburos”.

El autor no puede dejar de señalar que, como sostuvo Martín Reydó, “el proyecto concede beneficios que no existen en ningún país de América Latina, que sólo se encuentran en algunas naciones de África.

¿Qué es el Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI)?

El principal beneficio es una reducción del Impuesto a las Ganancias para inversiones que superen los U$S200 millones. Es un régimen que parece orientado (aunque no solo) para atraer a empresas mineras para que saqueen los recursos naturales del país. No es casual que el quiebre en el bloque de Unión por la Patria haya quedado manifiesto cuando los diputados de Catamarca y San Juan, ambas provincias mineras, votaron a favor de este regalo tributario. Esa votación da todo tipo de beneficios impositivos y cambiarios y libre disponibilidad de dólares a sectores del gran poder económico. ¿Cómo podríamos denominar al RIGI y al nuevo principio para los hidrocarburos? La podemos llamar la ley del extractivismo.

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Hay que derrotar la ley bases y el RIGI

La defensa soberana de los bienes comunes como las montañas donde se encuentran el litio o el cobre, y el agua amenazada por la actividad minera extractivista, está en juego con la aprobación del RIGI y la Ley Bases. La experiencia jujeña y las lecciones de ese levantamiento del pueblo trabajador, con las comunidades indígenas y la docencia al frente, que tomaron en sus manos el cuestionamiento al saqueo del litio, son valiosas en ese sentido. Al camino para enfrentar estos planes de saqueo y entrega de los recursos naturales, lo marca la confluencia masiva contra la explotación petrolera offshore en el mar, así como el triunfo del pueblo de Chubut contra la megaminería y, previamente, el triunfo del pueblo mendocino contra la misma actividad contaminante, en defensa el agua. Son puntos de apoyo, una experiencia a poner en juego ante la votación de la ley bases en la semana del 12 de junio. Fortaleciendo la organización, unidad y coordinación de las y los de abajo, podemos exigir en las calles a las centrales sindicales un verdadero plan de lucha y el paro nacional para cuando se trate la Ley Bases en el Senado.

Debemos ser cada vez más quienes planteemos otra salida contra el saqueo. Que los bienes comunes dejen de estar en manos de multinacionales que los extraen destruyendo la naturaleza, usando de forma irracional el agua, avasallando territorios y derechos de pueblos y comunidades indígenas.

La decadencia del país requiere pensar otras alternativas: una reestructuración del país impulsada por la clase obrera, con la nacionalización de los recursos estratégicos (mineros, hidrocarburíferos, agropecuarios) para que sean gestionados desde abajo por las trabajadoras y trabajadores, bajo la orientación de una planificación racional, que respete el ambiente, que participen pueblos originarios y que priorice mejorar las condiciones de vida de las amplias mayorías. Lo contrario es el paraíso extractivista.

 
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