En su artículo “Ante la muerte de tres Carabineros en Cañete” señalan correctamente “rechazamos enérgicamente la campaña del gobierno y la derecha, quienes, sin haber una investigación acabada, deslizan responsabilidades sobre la muerte de tres suboficiales de Carabineros en Cañete”, denunciando la cobertura al General Yañez y la promoción de una ley de amnistía para los violadores a los DDHH durante el estallido.
Así mismo, señalan que la situación de conflicto en la zona es debido a la violencia estatal en defensa de las forestales y empresarios agrícolas, al funcionamiento de grupos delictuales y el robo de madera, donde existe implicancias de uniformados, y debido al saqueo y la situación de pobreza y cesantía en la región; como también denuncian la represión y persecución que vive el pueblo mapuche.
Sin embargo, a reglón seguido, tenemos el siguiente párrafo:
“Por otro lado, sabemos que los Carabineros que mueren, sea en el ámbito del conflicto mapuche, sea en el ámbito del llamado combate al crimen organizado, son en su mayoría jóvenes suboficiales, que responden a órdenes de una oficialidad corrupta y privilegiada, que actúa, a su vez, bajo el mando de los grandes empresarios que controlan el Estado chileno. Por ello, hacemos un llamado a los Carabineros de la tropa a luchar por la libertad de organización y expresión al interior de la institución y por el fin de la militarización del Wallmapu, que sin dudas significará más muertes y violencia en la región”.
Señalan que existe una capa policial, “en su mayoría jóvenes suboficiales” que son los que mueren y que ésta estaría enfrentada a una “oficialidad corrupta y privilegiada” y que ésta, a su vez, actúa bajo mando de los grandes empresarios. Y a partir de lo anterior hacen un llamamiento a los “Carabineros de la tropa”. Pero ¿qué significa luchar por la libertad de organización en los pacos?, ¿libertad de pedir armas para matar con gatillo fácil? ¿libertad para disparar en impunidad? ¿organizarse para tener mejor equipamiento de represión?
Para el marxismo las cosas son lo que son y no lo que se desea que sean. El policía, por mucha extracción popular o proletaria que tenga, cuando entra al aparato de represión deja de ser un obrero y se vuelve un policía burgués, cuya función es la represión en favor de la gran propiedad capitalista, esto es una decisión voluntaria de pasar a conformar parte orgánica de una de las instituciones fundamentales del Estado burgués, que se separa y se enfrenta a la clase de donde es extraído.
Esta es parte de una vieja polémica con la izquierda en general, y con ésta corriente en particular, sobre el carácter de clase de la policía.
En general existe un sentido común que iguala o trata a las policías como trabajadores, para luego, bajo ese argumento, plantear la pelea por la extensión de los derechos que gozan los trabajadores a las policías, motivo por el cual parte de la izquierda no duda en cruzar banderas con los motines policiales defendiendo sus derechos.
Trotsky sobre las policías
El viejo revolucionario León Trotsky, a propósito de una discusión en contra de quienes abrigaban la esperanza que la policía defendiese a los trabajadores de los nazis, abordaba la cuestión del siguiente modo:
“El hecho de que los agentes de policía hayan sido reclutados en gran parte entre los socialdemócratas no quiere decir absolutamente nada. Aquí también la existencia determina la conciencia. El obrero que se vuelve policía al servicio del estado capitalista es un policía burgués y no un obrero. Durante estos últimos años, estos policías tuvieron que luchar mucho más contra los obreros revolucionarios que contra los estudiantes nacional socialistas. Y una escuela así no pasa sin dejar marcas. Lo más importante, sin embargo, es que todo policía sabe que los gobiernos cambian pero la policía persiste.”
Trotsky, en este comentario, no pone el acento ni en la influencia de la realidad social ni en la característica pensante de los policías, sino que pone el acento en el rol práctico en la sociedad como sujeto que reprime a los obreros socialdemócratas, independientemente de su propio pasado socialdemócrata, que se curte en la represión a obreros más que contra estudiantes nacionalsocialistas.
Este problema Trotsky lo aborda muy concretamente, diferenciando tajantemente la situación del Ejército respecto de la policía, a propósito de la Historia de la Revolución Rusa, al señalar “El desarme de los ‘faraones’ [apodo de la policía] se transformó en una palabra de orden universal. La policía es el enemigo cruel, implacable, odiado y odioso. Ganarlos está fuera de cuestión. Son brutalmente golpeados y muertos. Es distinto con los soldados, la multitud hace todo el esfuerzo para evitar confrontaciones hostiles con ellos”.
Trotsky con esto pone especial acento en el rol práctico y activo que tiene la policía en reprimir frecuentemente a obreros y campesinos, este rol activo, esta escuela, “no pasa sin dejar marcas” y hace muy difícil modificar su conciencia por la mera propaganda o la agitación que propone la LIT. El policía, aunque venga de sectores obreros o proletarios, al servicio del estado capitalista es un policía burgués y no un obrero, por mucho que éste policía hipotético de la LIT piense, sienta, e incluso puede que llegue a criticar la violencia estatal, sin embargo, esto no cambia por ello su existencia, su función dentro de la sociedad capitalista.
En Chile, por ejemplo, tenemos a una policía que se ha moldeado en la represión de las luchas obreras y estudiantiles, y más recientemente con la militarización del Wallmapu y el gatillo fácil, una verdadera “escuela” de represión y desdén contra los mapuche y los pobres. El ejército, por otro lado, también es una institución estatal de represión, sin embargo las funciones cotidianas y prácticas del ejército no dicen relación con la represión de la población, es más, salvo en contadas ocasiones, por lo general la tropa del ejército se dedica a las campañas en el desierto, en frontera o en zonas extremas.
Esta aproximación de Trotsky que pone acento en la existencia, como determinante de la conciencia, es tan concreta que el revolucionario ruso concluye en una separación concreta entre la realidad militar y la policial.
La diferenciación entre el Ejército y la policía estriba en que si bien ambos responden a las fuerzas represoras del Estado, sin embargo, lo que hacen de manera práctica regularmente engendra contradicciones distintas. La diferenciación que hacía Trotsky tenía relación con las contradicciones que se desarrollaban dentro de las Fuerzas Armadas en medio de la crisis de la guerra, sus privaciones y sus miserias, mientras que las policías constituye una fuerza de hombres armados que viven de la represión cotidiana, para defender, mediante el monopolio de la fuerza, la propiedad privada capitalista.
Mientras que en el ejército en algunos casos existe el reclutamiento masivo, en caso de Guerra, o compulsivo, en caso de ser obligatorio el servicio militar (tendencia que empieza a volver tras la guerra de Ucrania, donde la OTAN busca volver a un rearme y militarización de sectores de la población), de un sector de los trabajadores y el pueblo, en la policía este cuerpo es profesional y permanente, es decir no existe una obligación en ser parte de este cuerpo, sino que se decide voluntariamente aceptar reprimir cualquier atisbo de descontento popular por un salario.
Este aspecto masivo y compulsivo establece una importante diferencia en la composición de ambos cuerpos de represión. En el caso de la Revolución Rusa la Primera Guerra Mundial implicó que millones de campesinos fuesen carne de cañón del ejército zarista, a los cuales los bolcheviques buscaban influenciar fomentando la división entre esa base campesina y la oficialidad (del Ejército), además de organizar a estos verdaderos “campesinos en uniforme” y ganarlos para la revolución.
Lenin, por su parte, en sus Cartas desde Lejos, en medio de la revolución plantea que había que “¡Organizar una milicia que abarque al pueblo entero, auténticamente universal, dirigida por el proletariado! Esta es la tarea del día, esta es la consigna del momento, que responde por igual a los intereses bien comprendidos de la ulterior lucha de clase, del ulterior movimiento revolucionario y al instinto democrático de cada obrero, de cada campesino, de cada trabajador explotado, que no puede dejar de odiar a la policía, a las patrullas de la gendarmería, a los esbirros de la aldea, el imperio de los terratenientes y capitalistas sobre hombres armados con poder sobre el pueblo.”.
Así, Trotsky, respecto de este problema es claro en señalar, en Programa de Acción para Francia por ejemplo, la necesidad de pelear por la disolución de las policías, los derechos a los soldados en el Ejército y la constitución de milicias obreras para la autodefensa. No hay ni un atisbo de democratización a las policías, hay un llamamiento específico al ejército y un llamamiento específico para la autodefensa de los obreros.
La LIT, por su parte, nada tiene que ver con el tratamiento de Trotsky respecto de las policías. Confunden la actitud de los revolucionarios respecto del ejército y respecto de las policías (que inclusive en el propio Ejército, con sus distintas especificaciones y grados profesionales, no se puede confundir el ejército profesional voluntario a la conscripción masiva y obligatoria)y al igual que los reformistas luchan por la democratización de las policías.
Bajo esta premisa de que la “existencia determina la conciencia” la clase obrera y su vanguardia deben formarse en la desconfianza frente a las instituciones del Estado y confiando sólo en sus propias fuerzas, en la preparación de la autodefensa y en el combate a las fuerzas represivas, cosa exactamente contraria a la que hace esta corriente internacional que llama a los obreros a confiar en que el policía burgués, el mismo que toma la luma en Chile, en Brasil, en EEUU o en Francia, puede cambiar su conciencia sólo con ideología o agitación de ideas. De este modo la LIT degenera el marxismo y la calidad revolucionaria de quienes influencian sembrando confianza en los cuerpos de policía.
El MIT: una clara actitud ante las policías
El MIT, reproduce esta lógica, lo cual durante el estallido social los llevó a proponer un insólito programa por los derechos de Carabineros . No debe extrañarnos, ésta corriente internacional, si tiene algún punto de coherencia internacional, es en su política de confraternización con policías acompañándoles, inclusive, en sus motines reaccionarios.
Durante la rebelión del 2019 el MIT adoptó diversas definiciones oportunistas, como hacerse parte de la Lista del Pueblo o definir el desvío constitucional como una victoria, las cuales desarrollamos más profundamente aquí, aquí, aquí y aquí.
En esta ocasión nos referiremos a su política en cuanto su actitud ante las policías. Los primeros días del estallido sólo se refirieron a la represión y señalaron en diversos comunicados un programa llamando a la tropa a no reprimir y a desobedecer a sus oficiales, en todo caso, sin ninguna distinción si se referían a la tropa de Carabineros o de Ejército.
Sin embargo, rápidamente ya el 21 de octubre se pusieron en regla con su política internacional respecto de las policías llamando “a la tropa de las Fuerzas Armadas y Carabineros a que no respeten a las órdenes de los oficiales. Los conscriptos y la tropa son hijos de familias pobres del campo y de la ciudad. Sabemos que sus padres son trabajadores o campesinos, que se criaron en poblaciones, que ganan sueldos miserables, que sufren abusos y discriminación de parte de sus superiores. Por eso les decimos: ¡únanse al pueblo! No cumplan las órdenes de los oficiales, que son parte de los privilegiados de este país y los vuelven contra su propia sangre a favor de los empresarios. Les decimos que se organicen, que vayan a las asambleas de los pobladores y trabajadores a plantear sus demandas. ¡Rompan con la tradición militar de reprimir al pueblo! ¡Organícense entre la tropa para plantear sus demandas y sacar a los oficiales!”. Esto, además, sin decir ni una referencia a la autoorganización ni a la autodefensa o armamento popular, es decir, mera agitación.
Más adelante, en febrero del 2020, cuando ya se encontraba asentado el desvío y las movilizaciones vivían un evidente declive, el MIT planteaba como uno de los desafíos de la rebelión, o de la revolución chilena en términos del MIT, ”es debilitar esa represión contra el pueblo chileno, lograr sumar a nuestras filas a sectores de la tropa de las FFAA y base de las FFEE, muchos de ellos vienen de familias pobres que están luchando día a día por mejores pensiones y contra la represión”.
Lo que acá había de fondo es la reaccionaria política de ganar para la revolución a la base de las Fuerzas Especiales de Carabineros y desarrollar la confianza en las instituciones represivas del estado burgués.
De todos modos, posteriormente en su Carta a los marinos y a la tropa de las FFAA son mucho más claros en cuanto a su política respecto a las policías.
Aclaran que para ellos existen miles de Carabineros que tienen mucho que decir y que no comparten lo que hace la oficialidad, dicen “Sabemos que ustedes tienen mucho que decir sobre lo que está pasando en el país y muchas propuestas para reformar las Fuerzas Armadas” y agregan de manera insólita “Sabemos que muchos militares y policías no tienen acuerdo con la violencia del Estado, pero siguen cumpliendo las órdenes de sus superiores”, es decir que para los revolucionarios nuestra actitud que debemos tener ante la policía es confiarnos en poder diferenciar, entre la suboficialidad, a los Carabineros buenos de los malos, de los que les gusta la violencia de los que no, esto lo señalan en pleno agosto del 2020. |