Investigadores del CENPAT estudian una almeja para evaluar la calidad del agua y del sedimento del Río Chubut. Se trata de Corbicula fluminea, una especie invasora procedente de Asia, África y Australia.
Como señalaba el estudio “El estuario del río Chubut como fuente de microplásticos y otras partículas antropogénicas hacia el Océano Atlántico Sudoccidental” de Erica Giarratano, Rosana Di Mauro, Leonel I. Silva., Juan P. Tomba, Rodrigo D. Hernández-Moresino, “Este río se utiliza para la generación de energía eléctrica, riego y suministro de agua potable a las ciudades ubicadas en el fértil valle del río (28 de Julio, Dolavon, Gaiman, Trelew y Rawson) [1]. La llanura aluvial del río Chubut está ocupada por pequeños asentamientos dedicados a la agricultura y la ganadería. Estas actividades económicas han provocado un aumento de nutrientes en el agua [2], potenciado también por el uso de fertilizantes [3]. El río tiene gran importancia para la economía local relacionada con actividades agrícolas, ganaderas y pesqueras, que contribuyen a generar distintos tipos de residuos y contaminantes, teniendo como destino final el Océano Atlántico”. Y señalaban que el estudio tuvo como objetivo "investigar por primera vez la abundancia y el tipo de partículas antropogénicas (PA) en sedimentos y agua del estuario del río Chubut". Inicialmente se había centrado en la contaminación por microplásticos, pero "luego se amplió a las PA cuando quedó claro que otro tipo de materiales representaban componentes importantes de las muestras. Los hallazgos actuales pueden contribuir a aumentar la conciencia ciudadana y política sobre este tema de gran preocupación global, y se utilizarán como base para diseñar estudios más específicos en el futuro”.
Recientemente se publicó una nueva investigación sobre microplásticos en el río Chubut elaborada por investigadores del CENPAT donde se concentraron en estudiar microplásticos, siete metales y un metaloide para determinar si la almeja asiática puede servir como biomonitor de contaminación, tal como sucede en otros lugares del mundo.
El estudio se basó en la almeja Corbicula fluminea, conocida también como almeja asiática, en el río Chubut. Se trata del registro más austral de esta especie invasora que se encuentra distribuida en gran parte del planeta. Corbicula fluminea es originaria de Asia, África y Australia y se estima que llegó al Río de la Plata en 1979 en el agua de lastre de los buques o como carnada viva para la pesca. Vive generalmente enterrada hasta 10 centímetros en fondos blandos de arena, grava o arcilla y puede asentarse sobre estructuras artificiales como tubos o filtros industriales. Además, tolera un amplio rango de temperatura que va de los 2 a los 36 °C.
Como señala Erica Giarratano, integrante del Laboratorio de Química Ambiental y Ecotoxicología (LAQUIAE) perteneciente al CESIMAR “Nosotros queríamos ver si esta especie podía ser útil para monitorear la calidad de los sedimentos ya que vive enterrada y, a su vez, del agua que está por encima porque esta especie tiene la capacidad de filtrar la misma para obtener el alimento. Evaluamos metales esenciales para el metabolismo del organismo como el cobre, manganeso, níquel y zinc, y otros no esenciales, como el cadmio, el cromo, el plomo y el arsénico. Dentro de éstos últimos, sólo encontramos arsénico. Debido a esto es que no recomendamos consumir la almeja asiática, tal como ocurre con otras especies en época de Marea Roja”.
Los microplásticos más encontrados fueron fibras de PET transparente y fibras de algodón teñidas, posiblemente procedentes de redes y líneas de pesca y del lavado de ropa, respectivamente. La abundancia de microplásticos en las almejas asiáticas del río Chubut, según el estudio, indicaría un nivel de bajo a moderado. Esto está en línea con la conclusión de otro trabajo de la misma investigadora, al comparar las concentraciones de microplásticos en sedimentos y agua del mismo río con otros estudios a nivel mundial.
De esta manera, los especialistas aseguran que la extendida almeja asiática podría servir como un biomonitor útil para evaluar cambios en la calidad ambiental de sistemas estuariales y dulce-acuícolas como el río. “Estudiar y monitorear la bioacumulación de microplásticos y elementos como el arsénico en bivalvos es crucial para evaluar el riesgo potencial para el ecosistema así como para la salud humana a través del consumo”, expresan los autores.
Por último, respecto de los niveles de arsénico, Giarratano explica que se trata de un problema natural a nivel país, ya que hay mucha cantidad de este metaloide en aguas subterráneas procedente de las rocas: “La hipótesis que manejamos es que vendría desde los sedimentos y las cenizas volcánicas procedentes de la región andina. Pero se requieren estudios posteriores para poder confirmarlo”. De todas maneras, la investigadora aclaró que “nos parece importante resaltar, para la tranquilidad de todos los chubutenses que tomamos agua potable que proviene del Río Chubut, que el nivel de arsénico en el agua del río dio no detectable, lo que refuerza la hipótesis que el arsénico estaría en los sedimentos”.
Resaltamos la importancia de esta investigación en momentos donde se conoció que en los primeros cinco meses del año, la ejecución de la Función Ciencia y Tecnología (CyT) del presupuesto nacional cayó un 24,2% en términos reales en comparación con los primeros cinco meses de 2023. De esta manera, la función se encuentra 36 puntos reales por debajo de los valores de 2015.