La Universidad de Chile está bajo ataque porque temen que se vuelva a rearticular el movimiento estudiantil. El régimen político, con sus partidos, sus medios de prensa y sus académicos están en una ofensiva contra las movilizaciones, en una guerra sucia de hostigamientos y calumnias que buscan instalar la idea de que los problemas de la universidad son responsabilidad de quienes nos movilizamos y no del sistema educativo heredado de la dictadura. Además, han buscado dejar a la rectora Rosa Devés como “la democrática” y dialogante cuando ha tenido una línea absolutamente intransigente con nuestras demandas.
Pero los que realmente defienden la educación pública son quienes se movilizan. De otra forma no se sabría la brutal precariedad en la que se encuentran las facultades de artes o de odontología. No se sabría que una funcionaria de artes se amputó un dedo por la precariedad laboral, lo que nos recuerda al triste caso de Margarita Ancacoy en 2018, quién fue asesinada por entrar a las 5:30 am a su trabajo sin ningún tipo de seguridad, caso que terminó el la absoluta impunidad y que incluso Alejandra Mizala, quién autorizó ese horario para la funcionaria, hoy es prorrectora de Rosa Devés. El “feminismo” de las autoridades no corre para las mujeres trabajadoras.
Asimismo, si no fuera por les estudiantes del Acampe en Casa Central, no se habría visibilizado la complicidad de las autoridades con el genocidio, ya que mantuvieron un silencio criminal durante más de 8 meses y hoy se niegan a romper los convenios con universidades israelíes que fomentan ideológica y militarmente la matanza al pueblo palestino que ha costado la vida de más de 40 mil personas.
Sin embargo, en concordancia con el mismo discurso “democrático” que tienen las autoridades, deberían poner a disposición todas las herramientas institucionales de la Universidad de Chile para llamar a un plebiscito triestamental y vinculante donde sea la comunidad universitaria la que decida si romper o no los convenios con instituciones de Israel.
De esta forma avanzar a que sea la propia comunidad universitaria la que comience a tomar las decisiones y no un “puñado” de académicos a planta con sueldos de gerente que son elegidos por voto censitario. A propósito del brutal autoritarismo con el cual se amedrenta a estudiantes movilizados que permite que las autoridades sean como monarcas dentro de las universidades.
Porque no se trata de defender la educación pública como está, que funciona bajo las lógicas del mercado, sino que de transformarla. Por esto es que además de pelear por la ruptura de los convenios con instituciones de Israel para que se deje de financiar crímenes de guerra con nuestros aranceles, creemos que se debe democratizar por completo la universidad: Elección universal de las autoridades unipersonales, en la perspectiva de un co-gobierno triestamental donde sean funcionarixs, académicxs y estudiantes quiénes tomen las decisiones políticas, económicas y administrativas de la universidad.
También sabemos que los problemas actuales que enfrenta la educación pública responden a una crisis estructural del sistema educativo, de la cual el gobierno de Gabriel Boric tampoco se ha hecho cargo. La única forma de solucionar los problemas de infraestructura, alimentación, salud mental, bienestar, etc., y sacar del hoyo financiero a las universidades y liceos públicos en crisis, es con una gran inyección de recursos que provengan 100% del Estado mediante aportes basales directos que provengan de la nacionalización de los recursos naturales e impuestos a las grandes fortunas, y que de esta forma se garantice una educación gratuita, de calidad, democrática y no sexista. La consigna del “Nuevo Sistema de Financiamiento” impulsada por las juventudes de gobierno en organismos como la Confech solo implica mejorar las becas, es decir, una salida neoliberal al problema, tal como lo quiere este gobierno servil a los grandes empresarios. Asimismo, se debe condonar el CAE y toda la deuda educativa, sin ni un peso de indemnización a los bancos, ya que se han enriquecido durante décadas con el dinero de las familias trabajadoras.
Es necesario que la Confech deje su pasividad y convoque a asambleas en todas las facultades de Chile para organizar un Paro Nacional educativo por universidades libres de apartheid y la defensa de la educación pública. |