Minutos después de las 20 se conoció la decisión del juez José María Ramos Padilla, del Tribunal Oral en lo Criminal N° 29, sobre la acusación de abuso sexual por la que fue juzgado José Alperovich. El ex gobernador de Tucumán fue condenado a 16 años de prisión por la causa que se inició hace cinco años tras la denuncia de su sobrina segunda. La denunciante acusó a Alperovich por haber sido atacada en nueve oportunidades, entre 2017 y 2019.
Alperovich también fue condenado a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Además, Ramos Padilla estableció la detención inmediata del ex gobernador y su alojamiento en una prisión del servicio penitenciario federal, en carácter de prisión preventiva. Se da por descontado que habrá instancias de apelación al fallo que deberán ser resueltas por la Cámara e incluso por la Corte.
La audiencia había sido citada para las 13 y Alperovich llegó a la sala acompañado de sus hijos Gabriel, Sara, Mariana y Daniel. Ante la posibilidad de decir sus últimas palabras, el ex senador decidió guardar silencio. Acto seguido, Ramos Padilla estableció un cuarto intermedio para dar a conocer la sentencia a las 20.
Los pedidos de condena en los alegatos
En su alegato el fiscal Sandro Abraldes había solicitado 16 años y seis meses de prisión, además de la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. “Este juicio es un juicio sobre la impunidad del poder”, fue la definición dada por Abraldes. “Alperovich tejió una red con la que la atrapó. Usó técnicas combinadas para abusar de su sobrina: ostentaba dinero, manejo político y luego la denigración. No es solo su testimonio lo que da fuerza a su denuncia. Hay múltiples pruebas y testimonios que avalan lo que ella dice. Fue el constructor de su propio poder. Todo se hizo como él quería. Era dueño de todo”, añadió el funcionario.
Los representantes de la querella, Carolina Cymerman y Pablo Rovatti, pidieron 22 años de prisión para Alperovich. En su alegato, Rovatti defendió el testimonio de la denunciante frente a la versión de Alperovich que todo se trató de una “denuncia falsa enmarcada en una campaña sucia preparada por -el diputado nacional- Carlos Cisneros, supuesto enemigo suyo toda la vida, y por -el exconcejal de San Miguel de Tucumán y ex novio de la denunciante- David Mizrahi“. El letrado también aseguró que quedó probado que el ex gobernador le ofreció dinero a la víctima para que no lo denuncie. “Ella no busca fama, ni cargos, ni plata. Lo que busca es justicia”, agregó.
En tanto que el defensor de Alperovich, Augusto Garrido, pidió su absolución replicando los argumentos de que se trató de una denuncia falsa y una operación política, junto a un intento de la denunciante de un arreglo económica para desestimar la acusación. Garrido es parte del estudio jurídico de Mariano Cúneo Libarona, actual ministro de Justicia de la Nación.
La imagen de un régimen político misógino
Durante más de una década, Alperovich fue un hombre todopoderoso en Tucumán. Combinó su lugar como gobernador, entre 2003 y 2015, y una fortuna familiar acrecentada con los años en donde fue el funcionario más rico. En momentos de mayor acumulación de poder, su esposa, Beatriz Rojkés, había llegado a la presidencia del Senado, siendo tercera en la línea sucesoria presidencial de Cristina Kirchner.
En 2015, tras tres mandatos, debió dejar su lugar en la Casa de Gobierno y llegó al Senado, lugar desde dónde intentó retener el poder del peronismo provincial. En 2019 se enfrentó con su sucesor, Juan Manzur, pero los resultados fueron adversos y un cuarto lugar enterraron sus aspiraciones de volver a ser gobernador.
Fue en esa última campaña, cuando el intento de Alperovich de mostrarse renovado reveló sus patas cortas. En una entrevista, el ex gobernador acosó y maltrató a una periodista que le hacía repreguntas. En el juicio se afirmó que este hecho, que generó una ola de repudios, fue un detonante para que la denunciante decida hacer público su caso.
El juicio también mostró que, previo al enfrentamiento electoral de 2019, la relación entre Manzur y Alperovich era estrecha, donde este último gozaba de privilegios y utilizaba los recursos del Estado para su actividad política. Desde el banquillo de los acusados, Alperovich también habló de los funcionarios que él “los hizo” y que ahora le daban la espalda. Una manera de ejemplificar que además de los sujetos también se trata de un régimen político, que se caracterizó por su misoginia y su accionar antiderechos. |