El Gobierno nacional montó un enorme operativo para hacer desfilar a unos 7.000 efectivos de las fuerzas represivas. Un despliegue mucho mayor al realizado en otros desfiles años anteriores, incluso durante el macrismo. La vicepresidenta es una reconocida defensora del accionar de los militares genocidas en la última dictadura. A su vez, el presidente habló varias veces de su admiración por Margaret Thatcher, la primera ministra de Gran Bretaña que encabezó la guerra de Malvinas.
Este martes 9 de Julio, en el marco de un nuevo aniversario de la Independencia nacional, el Gobierno montó un enorme show destinado a intentar legitimar a las Fuerzas Armadas, las fuerzas de Seguridad y a las fuerzas policiales.
Pasadas las 11 de la mañana, inició el desfile militar montado por el oficialismo que implicó la movilización de unos 7.000 efectivos de las distintas fuerzas, aviones, helicópteros y otros vehículos de uso militar. Uno de los despliegues más importantes de los ultimos años. Se desarrolló hasta pasadas las 14 hs.
El recorrido aproximadamente fue de unas 30 cuadras, a lo largo de las cuáles se vió poca gente. Dentro del auditorio se puede observar una gran presencia de la llamada "familia militar" que vociferaban cánticos a favor de las fuerzas represivas. El despliege militar, además de los 7.000 efectivos ya mencionados, incluyó: 100 aviones, unos 70 vehículos de combate, entre tanques, jeeps y camiones, y 62 aeronaves.
En el palco, ubicado a una cuadra del inicio del desfile, en Libertador y Austria, se pudo ver al presidente Javier Milei acompañada por la vicepresidenta Victoria Villarruel y los funcionarios de su gabinete, como Karina Milei, la ministra de Seguridad Patricia Bullcirh, el ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona; la canciller y titular del Ministerio de Relaciones Exteriores, Diana Mondino y el nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger. También estuvo ; el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem y el jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, entre otros.
En un momento, Milei y Villarruel se subieron a un tanque. Lo que es presentado como una “fiesta” es, en realidad, el intento de darle legitimidad a las fuerzas represivas de conjunto. Se busca avanzar en aquello que intentaron todos los gobiernos desde la caída de la dictadura: la reconciliación entre las Fuerzas Armadas y la población. El intento de dejar atrás el accionar genocida que llevaron adelante esas mismas fuerzas en el período 1976-1983.
Entre las banderas llevadas por los integrantes de las fuyerzas represivas, se destacó una a favor de los "carapintadas".
Victoria Villarruel es una reconocida defensora del accionar de esa dictadura, que apeló al uso masivo de secuestros, desapariciones y torturas, con el objetivo de eliminar a una generación de luchadoras y luchadores obreros, populares y juveniles que enfrentaba crecientemente la dominación capitalista en el país.
Villarruel es, además, integrante de la “familia militar” que, según estimaciones, alcanza cientos de miles de personas en todo el país. La presidenta del Senado sigue hablando de “memoria completa” para justificar el accionar terrorista del Estado, equiparándolo con las acciones de las organizaciones guerrilleras.
Sin ser tan explícito, Milei defiende la misma concepción. Lo demostró en diversas declaraciones y en el debate presidencial de 2023, cuando cuestionó la cifra de 30.000 detenidos-desaparecidos, a tono con la derecha negacionista de la que es parte.
Milei es, además, admirador público de Margaret Thatcher, la primer ministra británica que en 1982 dirigió la Guerra de Malvinas. Fue ella quien ordenó el hundimiento del crucero Manuel Belgrano, que causó la muerte de 323 argentinos. Por eso suena completamente hipócrita la reivindicación que el Gobierno intenta hacer este martes a los ex combatientes de Malvinas.
Más de conjunto, el Gobierno apuesta a una reconciliación entre la población y las Fuerzas Armadas que facilite el accionar represivo de las mismas. Una cuestión necesaria en el marco del ajuste que empuja junto al FMI y las grandes patronales.
Sin embargo, ese intento de reconciliación no es solo propio de la derecha. Ha sido parte de la política de todos los gobiernos en las últimas décadas. Es, también, parte del discurso del peronismo. Hace pocos días lo evidenció la misma Cristina Kirchner. Entrevistada en Gelatina, afirmó que “necesitamos a las Fuerzas Armadas, hay que generar una mirada superadora desde nuestro espacio político para que comprenda su rol en el mundo que viene por los recursos, no solamente el litio o el cobre, sino para el agua. Lo dijo Máximo cuando habló sobre la ley de Bases en Diputados: necesitan estar equipadas”.
Las Fuerzas Armadas y de Seguridad operan como el pilar fundamental y último del Estado capitalista. Son sus brazos armados ante situaciones de crisis social aguda. Son la herramienta con la que la clase capitalista opera abiertamente contra toda rebelión popular de los explotados y oprimidos. Ese fue su rol en 1976, ante el ascenso revolucionario que se había abierto en el Cordobazo y el peronismo no lograba contener o parar. Todo intento de reconciliación con las mismas equivale a facilitar el camino para nuevas represiones. Por eso es fundamental denunciar las políticas que vayan en ese sentido.