El Multiverso Fantino no es uno de zombis, pero casi. Desde la multiplataforma que transmite en FM 89.7, Twitch y YouTube Alejandro Fantino vomita odio a diario. En busca del rating que eleve los retornos financieros, hace pocos días tuvo que salir a disculparse por chistes sobre el cáncer y la pedofilia. Muy lindo su programa de stream.
“Yo lo que pido es que los echen a todos. Que no los dejen entrar más a los de este gremio”. Así arranca la columna de su programa, Multiverso Fantino, este 9 de agosto a propósito de la huelga de los trabajadores aceiteros. Y sigue vomitando odio contra los obreros: en referencia a Daniel Yofra, dirigente de la Federación Aceitera, dice que “este gordo impresentable mugriento no deja entrar a los camiones a los puertos. Que no los dejen entrar nunca más; que los echen a todos los que dependen de este tipo”. Los trabajadores están en huelga por su salario, que representa un porcentaje mínimo de las ganancias millonarias de las empresas agroexportadoras.
Fantino vomita odio contra los trabajadores que luchan por su salario. Y que ejercen su legítimo -y legal- derecho a la huelga. Desde su canal de Youtube juega el mismo rol que los periodistas a sueldos de las grandes empresas jugaron en estos días. Los portales de diarios como La Nación, InfoBAE y también de diarios regionales como La Capital se llenaron de titulares contra la “huelga salvaje”. No son editoriales aislados: no atacan a los burócratas sindicales que negocian el ajuste con el gobierno de Milei, sino a quienes lo enfrentan. Y lo hacen en momentos donde preparan leyes antisindicales de “esencialidad” para impedir las huelgas en la educación, bancarios y transporte con el silencio cómplice de las grandes centrales sindicales.
Una tradición contra los trabajadores
Convengamos que no es algo muy novedoso lo de Fantino. Los Mártires de Chicago fueron sentenciados a muerte en Estados Unidos en octubre de 1887 por luchar por la jornada de 8 horas. Sus demandas fueron calificadas por la prensa norteamericana como "indignantes e irrespetuosas" y las compararon con "pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo". El periódico The New York Times decía el 29 de abril de 1886 que "además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarquistas".
En nuestro país ya en 1919 la familia Vasena hablaba de la “insolencia obrera” de los trabajadores que en sus talleres reclamaban por jornadas de 8 horas y condiciones laborales. La respuesta obrera fue una Huelga General que paralizó la ciudad de Buenos Aires durante una semana y solo pudo ser derrotada con una represión brutal que dejó entre 700 y 800 muertos, miles de detenidos y decenas de niños desaparecidos en lo que se conoció como la Semana Trágica.
En marzo del ’71 Uriburu planteó que en la Córdoba levantisca de obreros y estudiantes “se anida una venenosa serpiente cuya cabeza, pido a Dios, me depare el honor histórico de cortar de un solo tajo”. La clase obrera respondió con el Viborazo, conocido como el segundo cordobazo. La huelga y movilización obrera fue el golpe de gracia contra la dictadura militar de Levingston, que había reemplazado en la presidencia Onganía tras su caída meses después del Cordobazo de 1969.
En marzo del ‘75 la prensa habla de un “complot subversivo” con epicentro en Villa Constitución. Bajo el gobierno peronista un operativo de más de 4.000 efectivos policiales y una caravana de Falcons desembarcan sobre Villa Constitución el 20 de marzo, desatando una feroz represión que dio lugar a la resistencia obrera conocida como al segundo Villazo.
Es la tradición de la prensa conservadora y reaccionaria. Los grandes medios fueron quienes denunciaron cada una de las gestas obreras de los años 70’, las que se revelaban contra lo brutalidad patronal y Clarín y La Nación las tildaban de subversivas o salvajes. Como siguen llamando "paros salvajes" a las huelgas del subte, el neumático o las docentes que reclaman sus derechos. O en este caso, la huelga de los aceiteros.
Fantino se cree heredero de esta tradición. Se sube al pony y pide que a los aceiteros que hacen huelga “los echen a todos”. Un consejo que capaz la CIARA y a las patronales no se les había ocurrido. La cuestión sería el cómo. Los obreros cumplen este domingo su sexto día de paro total. En las terminales agroexportadoras no se mueve un poroto de soja. No entra un solo camión ni parte barco alguno hacia Europa y el resto del mundo. Es la fuerza obrera que paraliza uno de los resortes de la economía del país. Muestran, al negarse a trabajar, quienes son los que producen los millones de dólares que los empresarios se llevan por el Paraná todos los días.
Y a los empresarios y a sus escribas a sueldo no les queda otra que llorar. |