AP Photo/Ariana Cubillos
El 28 de julio se desarrollaron las elecciones en Venezuela. En un contexto represivo y de creciente autoritarismo por parte del gobierno del presidente Maduro, el resultado que proclamó vencedor al candidato oficialista tiene claros indicios de fraude y generó manifestaciones de protesta que se extendieron por varios días, con el lamentable resultado de manifestantes muertos, presos y torturados.
El rechazo al fraude, y más en general a la asfixiante situación económica y social, fue canalizado por la derecha más tradicional representada por María Corina Machado, los mismos que en estas décadas han participado en distintas intentonas golpistas y cuentan con el apoyo de Estados Unidos.
Toda esta convulsiva situación generó reacciones a nivel internacional; y en nuestro país terminó siendo parte de la campaña electoral en función de las distintas lecturas que hace cada partido sobre lo que está sucediendo en el país caribeño.
La hipocresía de la derecha
La coalición derechista busca sacar provecho de la situación, ya que las acciones que tomó el régimen de Maduro ponen en aprietos al Frente Amplio.
Recordemos que en general, buena parte de la izquierda apoyó, o al menos miró con simpatía, el proceso chavista; por lo que el fraude, la represión, y más en general la caótica situación económica y social que se vive hace años en ese país, dejan en una posición complicada al Frente Amplio y le viene como anillo al dedo a la derecha, que aprovecha el tema para polarizar con la coalición de izquierdas.
El gobierno uruguayo se alineo en los días siguientes a las elecciones venezolanas con el bloque de países latinoamericanos (Argentina, Paraguay, Perú, Costa Rica, entre otros) que se apresuraron a reconocer a Edmundo González como ganador.
La facilidad con que el gobierno de Lacalle Pou denuncia al régimen chavista que hoy encabeza Maduro contrasta con sus reacciones frente a otros hechos políticos internacionales. ¿Qué ha dicho el gobierno frente al genocidio en Palestina? ¿Cuáles fueron los pronunciamientos de la derecha frente a la represión de Piñera en Chile o a las maniobras destituyentes contra Dilma en Brasil o el golpe contra Zelaya en Honduras, o los atropellos de los gobiernos colombianos contra su pueblo?
Esta derecha, tradicionalmente alineada con el imperialismo estadounidense, reclama por libertad y transparencia cuando le conviene, y ha sido totalmente acrítica frente a diversos atropellos y represiones contra pueblos latinoamericanos. No está de más recordar que estos autoproclamados defensores de la libertad y la democracia son en nuestro país los garantes de la impunidad para los represores de la dictadura.
Desde los partidos tradicionales hablan de los horrores de Maduro planteándolo como una muestra de lo que es la izquierda o el socialismo. Los sostenedores del capitalismo uruguayo, que se arrodillan desde siempre frente al imperialismo y son los que ejecutan sus políticas de ajuste en nuestros países, se aprovechan de la represión de Maduro para llevar agua para su molino. Por detrás está el intento de desalentar cualquier movimiento popular que cuestione el capitalismo, poniendo al régimen chavista como un supuesto ejemplo de lo que termina siendo la izquierda en el poder.
La izquierda y el régimen chavista
Mientras tanto, la represión y autoritarismo del gobierno de Maduro ponen en una situación incómoda a buena parte de la izquierda y el Frente Amplio.
Las posiciones actuales de Maduro se inscriben en el agotamiento del régimen chavista y su intento de “socialismo del siglo XXI”.
El proceso de la “revolución bolivariana” impactó fuertemente en la izquierda latinoamericana y en nuestro país empalmó perfectamente con corrientes como el MLN o el Partido Comunista que buscan “atajos” en la lucha por la revolución apoyándose en sectores burgueses o militares nacionalistas que “desde arriba” harían cambios profundos en nuestras sociedades.
Chavez, como expresión de un movimiento nacionalista burgués, nunca fue anticapitalista, ni siquiera seriamente antiimperialista; sus fricciones con Estados Unidos y las rancias burguesías latinoamericanas se inscriben en el intento de retacear y manejar una parte de la renta petrolera, en provecho de un sector de la burguesía venezolana.
En todo caso lo que ha fracasado en Venezuela, que atraviesa una profunda crisis social que recae centralmente en los sectores populares, es el intento de negociar con el imperialismo un mínimo margen de autonomía e independencia pero sin cuestionar la estructural subordinación al capital transnacional y al imperialismo yanqui.
Este modelo que impulsó el chavismo, hoy en un claro proceso de descomposición y agotamiento, termina apoyándose para sostenerse en la represión de las fuerzas armadas y las maniobras autoritarias. Tal como señala Milton D’León en un reciente artículo “ Bajo Maduro se ha avanzado en un creciente proceso de desnacionalización, cambios en la Ley de Hidrocarburos, Ley de Inversiones Extranjeras, explotación depredadora del Arco Minero, entre otras importantes medidas, que han venido permitiendo que sectores controlados por el Estado progresivamente vayan siendo traspasados a empresas extranjeras o grupos económicos locales, tal como se ve muy claramente en el área del petróleo, donde empresas estadounidenses, europeas, rusas, chinas y de otras latitudes avanzan en sus controles”
No es casual tampoco que previamente a estas elecciones el régimen se haya encargado de proscribir a la izquierda venezolanaque se atrevía a cuestionar la explotación capitalista., mientras la derecha propatronal y proyanqui si pudo presentar sus candidatos.
En este contexto, las elecciones fraudulentas y la represión y autoritarismo frente a las protestas generan contradicciones a buena parte de los grupos que componen el FA.
Por un lado aparecen sectores más a la derecha, que han asumido posiciones liberales que equiparan la democracia liberal burguesa con la “libertad”, y no se distinguen mayormente de los partidos tradicionales, y otros sectores más a la izquierda con simpatías con el proyecto chavista que no saben muy bien que hacer frente a la inocultable represión de Maduro.
El MLN quedó prácticamente en ridículo cuando al otro día de las elecciones, y con los evidentes intentos de fraude, habló de un proceso electoral ejemplar.
Algo más o menos similar sucedió con el veedor del PCU, Rony Corbo, quien señaló “Es un sistema electoral estupendo; ojalá lo tuviéramos en Uruguay" y agregó que no tiene ninguna duda del triunfo legítimo de Maduro. Un poco tiempo antes de estas mismas declaraciones el Partido Comunista de Venezuela (PCV) sufrió una burda maniobre por parte del gobierno para arrebatarle sus siglas y desplazar a sus legítimos integrantes.
Estos sectores, que históricamente han sido afines al chavismo, hoy no saben mucho que decir, porque los hechos en Venezuela entran en clara contradicción con la caracterización de la situación que vienen expresando desde hace décadas.
Una salida anticapitalista
No se trata de tener esperanzas en las negociaciones que viene teniendo el régimen venezolano con sus opositores derechistas y el imperialismo yanqui; la única salida progresiva a esta crisis la darán los trabajadores movilizados con un programa obrero y anticapitalista.
Ni el chavismo ni la oposición de derecha son una alternativa para las masas trabajadoras.
Para ser realmente de izquierda, enfrentar al imperialismo y hacer cambios reales, hay que luchar desde una perspectiva anticapitalista.
Esto implica mantener la independencia política de todos los proyectos políticos que se mantienen dentro del marco del capitalismo, luchando por un gobierno de las y los trabajadores.
La Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), integrante de la Fracción Trotskista (FT) e impulsor de La Izquierda Diario Venezuela, viene interviniendo activamente en la convulsiva situación política venezolana, compartimos algunos de sus artículos sobre el tema.
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