Lo más incitante del crimen es la esperanza de escapar
sin castigo
Esta historia comenzó en el año 1972, pero en realidad puede tener cientos de años. Con esto quiero decir que las personas que han pasado por este mundo y que han pensado en transformarlo son por suerte tan antiguas como la propia historia de la humanidad.
En el 2007 el general(r) Ivan Paulos fue al juzgado a declarar por traslados de desaparecidos en 1978 en esa oportunidad el mayor (r) Enrique Mangini, alias “El Zapato” fue de custodia del antes nombrado “VIEJITO” Paulos, junto al coronel (r) Eduardo Ferro a quien se acusa se responsable de la muerte del escribano Fernando Miranda.
No conforme de custodiarlo, sino también de hacerle el aguante a su colega y amigo cómplice de sus fechorías, copiando el estilo de las organizaciones de Derechos Humanos que solemos ir a la puerta de los juzgados cada ves que estos engendros van a declarar. Eso si, no vamos como él (Mangini ) con armas en la cintura nuestra arma fundamental es seguir pensando y llevando a la practica la convicción de que Otro Mundo es Posible y rescatar para la memoria de las siguientes generaciones que acá mucha gente perdió la vida por querer Hacer la Revolución.
LA ASQUEROSA IMPUNIDAD
¿Quién es Mangini? Un militante activo de la triste famosa organización para-militar JUP “Juventud Uruguaya de Pie” que asolaba por los años 70 los liceos persiguiendo a jóvenes estudiantes, gremialistas y pertenecientes a organizaciones políticas, entre los cuales nos encontrábamos Santiago y yo que comenzamos peleando por el boleto estudiantil y terminamos pensando en El Hombre y Mujer Nuevo/a. Esta organización de neto corte Fascista se ocupaba por ejemplo marcar esvásticas en las piernas de las chiquilinas para esta inmunda tarea usaban hojas de afeitar, esperaban en las puertas de los liceos a estudiantes y en patota le propinaban terribles palizas además de estar armados y jactarse del respaldo policial .Relatarles los detalles del asesinato de mi compañero es muy doloroso para mi así que los omitiré porque yo estaba a su lado. Lo que si les puedo decir es que este tipo fue uno de los 14 miembros de la JUP que entraron al Liceo 8.
Vamos a ver como es El Mundo Del Revés
Cuando el Periodista del diario La Republica, e incansable luchador por los Derechos Humanos Roger Rodríguez ve la foto del asesino Mangini se pone a investigar quien es y descubre que es el asesino de Santiago Rodríguez Muela producto de las investigaciones de Roger se entera que en una comida de militares comenta el Mangini “Que cagada tuve que gastar una bala en eso”
Durante un tiempo Roger Rodríguez publica (En La Republica) toda la información que fue recopilando en relación al ataque de la JUP al Liceo 8 juntando declaraciones de testigos, presénciales de ese terrible 11 de agosto de 1972 y que se pueden imaginar que sucedió?
El asesino, reivindicando su crimen, acusa al periodista por difamación e injurias!
El aparato del poder, el que ampara y protege a los terroristas de estado, reaccionó directamente: son ellos mismos. No hubo intento de zafar legalmente, hubo intención de reivindicar el crimen, tal como había sido cuando acompañó a Iván Paulós mostrando el arma que llevaba, tal como cada día cada uno de los criminales justifica su accionar mientras el sistema político los alimenta reflotando una y otra vez la teoría de los dos demonios.
Ellos son el sistema. Ellos no se protegen a sí mismos solamente, protegen y alimentan al sistema desde su impunidad, desde sus cárceles vip, desde sus declaraciones. Y el sistema los guarda celosamente. Los aloja a buen resguardo, cuando puede les da piola, como cuando los convierte en los pobres viejitos. Cuando no puede, los esconde: ¿qué castigo tuvo el que mintió la tumba de la madre de Macarena Gelman?
¿Por qué ningún fiscal abre de oficio la causa de Santiago Rodríguez Muela que, además y casualmente, no está amparada por la ley de impunidad?
¿qué paso con la rimbombante comisión para la paz? Queda claro que paz se busca, la paz del cementerio, como antes se buscó la paz de la desaparición y aún antes quienes son el sistema buscaron la paz de Salsipuedes o la de las fosas comunes. Y los que juegan a ser la cara amable del sistema ponen cara de circunstancia, y a la vez piden y piden una sola cosa: que se termine, que se termine, queremos mirar al futuro, queremos cerrar las heridas del pasado: la paz de la traición, el negocio de Judas.
Ahora resulta que los crímenes no prescriben, pero la justicia es lenta, y además tuerta. Sólo tendrá el ojo que mire para la izquierda, y para abajo. Está en el pedestal de los de arriba. Pregunta aparte ¿Qué pasaba con el poder judicial en el pachecato y en dictadura? ¿ Se investigará eso también, se investigará que carreras hicieron quienes deben investigar y juzgar los crímenes del estado?
Y ahí está la cuestión: el estado sigue siendo el mismo, y el aparato del estado funciona en una sola dirección. No se puede esperar otro resultado que la impunidad de una máquina construida para garantizar la explotación y el dominio. No se puede tener ninguna expectativa de verdad en quienes están entrenados para matar. Por más que salgan en la tele diciendo que no son una horda, tratando de mentir una vez más, haciendo como que se sacuden una mancha; todos sabemos que es como la fábula del rey desnudo, todos lo vemos: la mancha no está en el uniforme, el uniforme es la mancha.
Todos, queramos ser consientes o no de ello, lo sabemos: servir al sistema es ser cómplice de sus crímenes. Santiago Rodríguez Muela lo sabía, todas las mujeres y hombres que cayeron luchando por cambiar el mundo lo supieron, y actuaron en consecuencia. Por eso se protege con impunidad a sus asesinos, por eso el ansia de olvido: porque siguen siendo “peligrosos”.
Porque en éste mundo, la verdad y la justicia auténticas son subversivas.
Luchemos para que sean nuestras. Con revolución no habrá olvido ni perdón. |