El 24 de agosto de 1994 se realizó una importante concentración en las inmediaciones del Hospital del Filtro, donde se encontraban internados varios militantes de origen vasco: Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez Oteiza y Luis Lizarride. Ellos se encontraban realizando una huelga de hambre solicitando asilo para no ser extraditados al Estado Español. Fueron varios días y noches de vigilia fuera del Hospital, en solidaridad con los vascos.
Eran tiempos donde el neoliberalismo en lo económico – con la apertura de las economías a los grandes capitales y los intentos de privatización de los servicios públicos – se combinaban con la imposición de los valores individualistas, el consumismo y la represión a quienes salían a luchar y a defender sus derechos conquistados.
Eran tiempos donde el Estado Español pretendía terminar de silenciar toda voz que plantee el derecho de autodeterminación de los pueblos. Y, donde la cruzada represiva contra cualquier expresión disidente, reforzaba el poder de una monarquía decadente y corrupta.
En un determinado momento – y luego de que el PIT-CNT llamara a despejar la zona, previendo una represión - el gobierno de Lacalle Herrera a través de su Ministro del Interior Ángel Gianola, desató aquel fatídico día una operación represiva tan brutal, abriendo fuego contra la manifestación. Patrulleros y tanquetas pasaron literalmente por encima de la manifestación, atropellando e hiriendo a mucha gente. Así, se robaron la vida del joven manifestante Fernando Morroni y, horas más tarde, del fotógrafo Roberto Facal, que fuera secuestrado, torturado y asesinado. Esa noche terminó con numerosos heridos de bala (varios de ellos, de gravedad).
La represión incluyó la persecución de las y los manifestantes por varias cuadras por la policía montada, incluso ingresando con los caballos en bares y comercios de la zona, en un intento de “cacería de manifestantes”. La masacre se extendió por varias horas, donde la policía intentó dar un escarmiento tanto a trabajadores como a sectores juveniles que se habían acercado al Hospital.
La represión en democracia (burguesa)
Fernando y Roberto, dos asesinados en democracia, son la triste comprobación de que este régimen político utiliza las fuerzas represivas contra quienes se movilizan, con terribles consecuencias. Por eso denunciamos durante todos estos años la criminalización de la protesta social. Además de que denunciamos que esta democracia “para algunos” no tiene empacho en gasear, meter bala y asesinar a nuestros jóvenes como castigos ejemplares para quienes resisten los planes neoliberales. Y porque sabemos que, cuando los gobiernos temen que la juventud y la clase trabajadora movilizada pueden cuestionar los pilares de este sistema capitalista totalmente injusto, entonces no tienen problemas en asesinar a sangre fría.
El pueblo uruguayo, solidario como es su tradición
La movilización fue realmente masiva. Contó con el apoyo de sindicatos y organizaciones sociales. Porque se trataba de defender la lucha de un pueblo por su autodeterminación, por la soberanía y la libertad.
Con estas banderas de lucha, la clase trabajadora y el pueblo uruguayo asistieron masivamente, tal como es su tradición, expresando en los hechos el internacionalismo entre los pueblos oprimidos.
30 años de impunidad, durante todos los gobiernos de turno
Durante todos estos años, la impunidad ha reinado, y se ha extendido un manto de oscuridad frente a los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad. En ningún momento de estos 30 años alguien ha reconocido la responsabilidad tanto política, intelectual como material del conjunto de hechos que engrosaron la masacre perpetrada. Si bien se realizaron procesamientos, no se ha llegado al final del asunto.
No solamente nadie interpeló al entonces presidente Luis Lacalle Herrera, sino que aquel derechista – padre del derechista que hoy gobierna el país - nunca hizo ninguna autocrítica y hasta reivindicó el accionar policial. Tampoco fue juzgado el ministro Ángel María Gianola, por su responsabilidad política en el operativo represivo.
Por su parte, el comisario a cargo de la seccional 13 de la policía, Erode Ruiz - que durante la represión fue uno de los que dio palo a todo el mundo –ha sido premiado por los gobiernos de turno, incluyendo el Frente Amplio. No hace mucho – concretamente en 2023 – supimos de este nefasto personaje cuando, como director de la policía en Maldonado, había sido filmado maltratando y agrediendo a un motociclista que había cometido el “delito” de dejar mal estacionada su moto. Antes había sido jefe de policía en Canelones, y también en Montevideo.
Entre los represores se encontraba Waldemar Rosas que, se sospecha, podría ser el autor material del asesinato de Fernando y que en aquel momento expresó: “yo le vacié la pajera, yo lo maté”.
A estos responsables locales debemos sumarle el personal de inteligencia del propio Estado Español que, se sabe, estuvo presente en todo el operativo represivo.
De los policías procesados por la represión Juan Miguel Rolan, Raúl Guarino y Erode Ruiz, el primero integra la agrupación “Dignidad Policial” perteneciente al Partido Nacional, Waldemar Rosas también es identificado con las campañas políticas del Partido Nacional, desde su exilio en la ciudad argentina de La Plata.
Norma Morroni, ejemplo de lucha
El Filtro es una causa de Derechos Humanos, y así es tomada por organizaciones estudiantiles, en especial por gremios de varios liceos de Montevideo. Pero también por institutos de formación docente, por sindicatos que todos los años convocan y se organizan para marchar. Hasta por organizaciones culturales y de mujeres, que históricamente participan.
Lamentablemente, organizaciones como el PIT-CNT han abandonado completamente esta lucha democrática, contra la criminalización de la protesta y contra la represión a la juventud. El PIT-CNT, que fuera una de las organizaciones convocantes aquel 24 de agosto de 1994, hoy permanece en un silencio cómplice.
De la misma manera, duele reconocer que organizaciones de derechos humanos como Madres y Familiares de Desaparecidos en Uruguay no hayan tomado esta bandera de lucha como un estandarte contra un régimen político que mantiene la impunidad de los crímenes cometidos en dictadura. Y sin poder interpretar que las mismas fuerzas armadas que ayer perpetraron los horrendos crímenes, hoy se sienten con el derecho que les da la impunidad, para seguir asesinando.
Por eso, desde hace 30 años que Norma Morroni, una mujer de un barrio popular, una madre humilde y “de su casa”, ha debido revolucionar su vida en su lucha por justicia por su hijo Fernando y por Roberto. Ha tenido que sacar fuerza de donde sea para luchar incansablemente contra el silencio y el olvido. Y se ha transformado ella misma en un ejemplo de lucha.
Este 24 de agosto, nueva marcha a 30 años
La Marcha del Filtro se ha transformado, durante todos estos años, en un espacio de resistencia, que ha sabido congregar a múltiples sectores. Y en la que han confluido las más diversas luchas: trabajadores perseguidos, reprimidos y despedidos de sus puestos de trabajo, estudiantes que han sido espiados ilegalmente, mujeres organizadas que enfrentan la violencia patriarcal, sectores que impulsan el Plebiscito por la Seguridad Social, movimientos que defienden el agua y la vida … en fin, como no podía ser de otra manera, la Marcha del Filtro congrega resistencia.
Este 24 hay que hacer escuchar nuestras demandas:
- Justicia por Fernando y Roberto
- Juicio y castigo a los responsables materiales y político-intelectuales de la Masacre
- Basta de criminalizar la protesta
- Los policías no son trabajadores – Fuera los sindicatos policiales del PIT-CNT
- Desmantelamiento del aparato represivo
- La impunidad de ayer es la represión de hoy
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