Hace 5 años en el estado de Jalisco, más precisamente en la región del Salto, un grupo de trabajadores aguerridos iniciaba una lucha que sería ejemplo de dignidad y valentía para muchos de sus compañero y llegaría a los oídos de miles que observan atentos el desarrollo del proceso. La fábrica de la empresa Honda, ubicada en la segunda área urbana más grande de México y la décima en América Latina, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) ascendió a más de 989 mil millones de pesos en 2013, contrasta con la miseria cotidiana de los miles de trabajadores que producen esta riqueza y quienes han recibido a cambio salarios de miseria y negligencia patronal.
Los inicios
A principios del 2010, con el corazón en el puño y bolsas en la cabeza para ocultar su rostro, temiendo la represión, más de 30 trabajadores denunciaban las condiciones a las cuales se habían enfrentado durante décadas dentro de la planta de Honda. Estas iban desde el mal equipamiento de los trabajadores en áreas de riesgo, salarios miserables, despidos injustificados, entre las más destacadas. Frente a la colaboración con la patronal por parte del sindicato oficial de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que históricamente ha permitido este abuso y ha bloqueado toda oposición al interior, los trabajadores avanzaban en la idea de construir un sindicato independiente que sirviera a sus propios intereses.
Mientras en la Volkswagen México el salario diario más bajo es de 176 pesos y el más alto de 605 pesos 60 centavos, en Honda México tan sólo se perciben 110 pesos diarios, alcanzando como máximo en un período de 15 años un salario de 160 pesos, es decir mantienen semanalmente un salario que va de los 552 a 930 pesos como máximo.
La empresa reprime a los trabajadores
La respuesta de las autoridades fue inflexible: siete trabajadores eran despedidos de manera injustificada, entre ellos el secretario general del STUHM. Era claro que la patronal y los charros intentaban amedrentar a la base obrera. Al siguiente año, sin embargo, se lograba una primera victoria que le daba un respiro a la lucha y que a la vez moralizaba a los compañeros a seguir adelante: El nuevo sindicato era reconocido oficialmente y no sólo eso, durante ese mismo 2011, gracias a la presión y la movilización, se realizó el reparto de utilidades, mismo que no ocurría desde hacía mucho tiempo. Los trabajadores vislumbraban que cuando hay organización y lucha, se puede ir avanzando en la solución de sus demandas.
Un año después, el STUHM demandaría oficialmente la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) contra el sindicato cetemista. De esta manera se configuraba un nuevo escenario para los trabajadores, ya que en ese mismo año empezaba una campaña de desprestigio al interior de la ensambladora, denotando el temor a que la popularidad del STUHM creciera.
Sin embargo, las autoridades dieron un salto en la represión hacia los trabajadores. Alegando un supuesto forcejeo con un elemento de seguridad de la fábrica, el secretario general del STUHM, Jose Luis Solorio, fue “levantado” en una camioneta y posteriormente entregado a la policía, quien luego de intimidarlo y torturarlo lo trasladó a la Secretaria de Seguridad Pública del Estado, en un acto a todas luces ilícito. Esto demostraba la complicidad que existe entre la burocracia, la patronal y las autoridades estatales, quienes ponen a las fuerzas del supuesto “orden” al servicio de proteger a los patrones y de amedrentar a los obreros que alzan la voz en defensa de sus derechos.
2013: año de lucha
Hacía falta más que eso para doblegar a los que están convencidos de sus ideas y aunque ese año se cerraba con una baja en la actividad sindical, nadie podría asegurar que el siguiente año sería igual. 2013 sería presentado por los economistas como el año del crecimiento industrial automotriz, el mercado mexicano de vehículos cerraría con un millón 063 mil 363 unidades vendidas, cifra 7.7% superior a las unidades colocadas un año antes. Según datos del INEGI, representa el 17 por ciento del valor de la producción de la industria manufacturera y el 31 por ciento de sus exportaciones. Ese mismo año el presidente Enrique Peña Nieto presentaría al congreso su propuesta de reforma energética, y en las calles, el magisterio a nivel nacional instalaba un plantón en el corazón de la capital, la plaza de la constitución lucia como hace años no se veía.
A su vez, este periodo que abriría un proceso de indignación y rabia contra las reformas estructurales, no eran ajeno al sentir dentro de las chimeneas humeantes del estado de Jalisco. Las fabulosas ganancias del año anterior eran presentadas como producto del buen manejo de las inversiones: los trabajadores, una vez más, no eran tomados en cuenta.
En Honda, el ascenso de ventas de 60% al 69% del año 2012 con respecto al año anterior, era motivo para exigir que el reparto de utilidades fuera justo para quienes con su trabajo hicieron posibles esos números, más en cambio la empresa se mostró redujo el monto de reparto a sólo 300 pesos. Esto detonó el descontento. Había ya un grado de experiencia y esta vez los trabajadores demostrarían de lo que son capaces cuando se usan las herramientas propias de su clase.
A mediados de abril del 2013, la producción de la fábrica se detuvo, en una espectacular jornada en donde más de 700 trabajadores protagonizaron un paro laboral que duró poco más de dos días. La patronal no se quedaría con los brazos cruzados y debido a su negligencia en menos de un mes es reportado un trabajador muerto por las medidas de seguridad deplorables. Armando Arana Torres, de 42 años, perdió la vida el lunes 25 de marzo a las 16 horas tras ser aplastado por un contenedor de carga dentro de las instalaciones. Los patrones amenazaron a la planta con el despido para evitar que se hablara de la muerte de Arana, tanto fuera como dentro de la propia planta.
El 5 de febrero del año siguiente son detenidos Raúl Celestino Pallares, Esteban Acero, Raúl Rojas y el profesor Aldo Santana Alcalá, militante del Movimiento de Bases Magisteriales, mientras realizaban un volanteo con los obreros de la planta. Son agredidos por elementos de la Policía Municipal que llegaron en cinco patrullas a impedir la distribución de propaganda. Como pretexto, las autoridades dijeron que la camioneta del sindicato obstruía el paso. En esta misma acción a Pallares le apuntaron con un arma de fuego y los tres restantes compañeros fueron golpeados, torturados y liberados pocas horas después.
Apoyemos la lucha del STUHM
En 2014, Raúl Pallares era reincorporado a la planta luego de más de 4 años de lucha. La Junta de Conciliación y Arbitraje, que había actuado siempre más alineada a la patronal, tuvo que ceder luego de que no se presentaran pruebas para el despido. Cinco días después, el 1 de diciembre, es negada la entrada a Raúl, luego de que durante su periodo de reincorporación se le mantuviera aislado, aunque la orden dictaminaba que debía ser instalado inmediatamente a su anterior puesto de trabajo.
Este hecho plagado de cinismo y descaro por parte de la empresa y en estrecha colaboración con la burocracia del sindicato charro SETEAMI, desenmascaró que ni las propias instituciones que dicen defender los derechos de los trabajadores como la JLCA, garantizan que se cumplan dichos derechos y que estos sólo pueden ser arrebatados con la organización democrática y desde las bases.
Este jueves 15 se celebrará el recuento por la titularidad del contrato colectivo de trabajo en la planta de Honda en El Salto, Jalisco. Los trabajadores de dicha plantan ha demostrado la valentía y el coraje de la cual es digna nuestra clase, a quienes ni las armas, las instituciones espurias, ni los lujosos coches de la burguesía pueden intimidar.
Este año son más las fábricas donde retumban los ecos de las voces que sonaron en la tierra tapatía hace casi 5 años y que es la continuidad de toda una tradición de décadas que intenta borrarse día con día. Los trabajadores de Honda merecen triunfar en esta lucha. |