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31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Internacional
Educación, infancia y genocidio
EnClave Educativa

Frente a la ocupación y bombardeo israelí en Palestina, con más de 38 mil muertos y cifras que ascienden a 186 mil según informes internacionales, la comunidad global ha reaccionado con protestas masivas, aunque insuficientes para detener la violencia. Este genocidio, con un impacto devastador en la infancia y la educación palestina, revela la inacción de gobiernos como el de Chile, que mantiene relaciones comerciales con Israel. Iniciativas como el Comité Educativo Pro Palestina surgen para denunciar esta tragedia y vincularla con las luchas locales por una educación crítica y transformadora.

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Por Gabriel Muñoz, Profesor de Historia
y Claudio Layo, Psicólogo.

Genocidio Del griego γένος génos ’estirpe’ y -cidio: 1-. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad (RAE). 2-. Delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso (ONU).

Ante los ojos de todos los habitantes del mundo se está perpetrando un genocidio. El 7 de octubre de 2023 el Estado de Israel inició un ataque, bombardeo y ocupación del territorio del pueblo palestino principalmente en la franja de Gaza donde viven 2 millones de personas. Este Estado es responsable de la muerte de más de 38 mil personas, en su mayoría, mujeres y niños. En todos estos meses, el sionismo [1] bombardeó también el último refugio palestino: la ciudad de Rafah colindante con la frontera de Egipto.

La investigación de la revista médica británica The Lancet, que combina datos de la ONU y del Ministerio de Sanidad de Gaza, amplía las cifras del genocidio a 186 mil personas: a las cifras de muertes reportadas, suma una estimación de las muertes indirectas (no relacionadas directamente con la violencia bélica como las enfermedades y el hambre) y los cadaveres bajo los escombros actualmente considerados como “desaparecidos” [2].

La situación de los refugiados es crítica, enfrentando el constante temor a bombardeos, enfermedades, desnutrición y escasez de agua potable, lo que podría incrementar significativamente la mortalidad. Con el avance del control israelí sobre el territorio palestino, se pierden apellidos palestinos y se destruyen instituciones educativas y fuentes de trabajo. Este proceso busca establecer un país basado en la segregación étnica, lo que convierte a los palestinos en ciudadanos de segunda clase.

Protestas y acampes contra el genocidio

Los primeros días de la ofensiva en octubre de 2023 se realizaron protestas contra el ataque en casi todas las principales ciudades del mundo. La ONG estadounidense Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED), identificó 7.501 manifestaciones relacionadas con el conflicto durante las cuatro semanas posteriores al 7 de octubre [3]. Sin embargo, no fueron suficientes, ya que Israel intensificó los ataques avanzando rápidamente sobre el conjunto de Gaza.

Antes del ataque a Rafah, en Estados Unidos y Europa los estudiantes universitarios encabezaron protestas, marchas y acampes en sus campus universitarios durante el mes de abril y posteriores. Demandan el cese de la guerra y exigen a sus gobiernos romper relaciones políticas y económicas con el Estado genocida. El 15 de mayo estudiantes de la Universidad de Chile apoyados por la comunidad Palestina residente en Chile iniciaron un acampe en la casa central de esa universidad, a pocas cuadras del palacio presidencial de La Moneda.

La causa pro-Palestina ha adquirido una dimensión global, impulsando una mayor organización y colaboración entre comunidades y movimientos internacionales. Este conflicto, que forma parte de una larga historia de opresión y exterminio del pueblo palestino, se conecta con numerosas luchas contra el autoritarismo, la desigualdad, la militarización y otras violaciones de derechos humanos. Además, abarca problemas como el colonialismo, la violencia de género y la crisis ambiental, lo que evidencia un contexto de dominación y precarización generalizada.

En cierto sentido el movimiento contra el genocidio despertó a la juventud que se decía era “de cristal” y “apolítica”. Al contrario, se transformó en vanguardia política. Guardando todas las diferencias de profundidad y alcance, a varios nos hizo recordar las protestas mundiales contra la guerra de Vietnam en tanto alentó importantes procesos de lucha social y de clases, como el mayo francés de 1968 [4].

Los estudiantes de distintas universidades de la capital de nuestro país formaron también comités de solidaridad con Palestina. Pero, ¿por qué este movimiento de denuncia y protesta no se extendió al resto de la educación en Chile?

Educación e hipocresía curricular

La última reforma educativa al currículo, realizada durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, refleja la selección cultural de la clase dominante. En el currículum de Historia, Geografía y Ciencias Sociales para 2° medio, se establece que los estudiantes deben "describir el horror del holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial", detallando el sistema de exterminio nazi. Además, se promueve un objetivo actitudinal que busca "respetar y defender la igualdad de derechos esenciales de todas las personas, sin distinción de raza, etnia o nacionalidad", lo que enfatiza la importancia de honrar y proteger los derechos de quienes son vulnerados [5]. Llama la atención que esta actitud humanitaria no tenga correlato con el actuar del ministro de educación, Nicolás Cataldo (PC), quien no se ha pronunciado respecto al genocidio en Palestina. Es más: cuando se le consultó por su postura sobre la demanda de ruptura de relaciones académicas de la Universidad de Chile dijo: “cada institución es autónoma”.

Sin duda el Estado de Chile ha actuado con la peor indolencia frente al genocidio palestino. Un gobierno que subió al poder después de la rebelión popular chilena prometiendo “transformaciones estructurales” que nunca llegaron y que terminaron siendo un quinto gobierno de la ex Concertación, mantuvo toda la política internacional histórica de los gobiernos neoliberales: total libertad económica y total complicidad con las relaciones de dominio mundial. No podemos ser indiferentes. No podemos naturalizar esto. Sobre todo si somos trabajadores de la educación: nuestro rol es el mismo en todo el mundo.

La situación de la infancia en Palestina

La situación de la infancia en Palestina es catastrófica. Largos meses de violencia, desplazamientos, hambre y enfermedades, sumados a casi 17 años de bloqueo. Según la organización Save The Children los niños palestinos están constantemente sometidos a la “angustia emocional de esquivar bombas y balas, perder a seres queridos, verse obligados a huir por calles llenas de escombros y cadáveres, y despertarse cada mañana sin saber si podrán comer, ha dejado a los padres, madres y personas cuidadoras cada vez más incapaces de hacer frente a la situación. El apoyo, los servicios y las herramientas que necesitan para cuidar de sus hijos e hijas están cada vez más fuera de su alcance”.

En Gaza, en cinco meses de guerra, han muerto más niños que en los últimos cuatro años en todo el mundo. 200 establecimientos educacionales que atienden a niños, niñas y adolescentes en Palestina han sido bombardeados por Israel, cifra que representa al 87% de todos las escuelas de Gaza.

¿Cómo reacciona Chile frente a toda esta realidad? El Estado de Chile, y su actual gobierno, mantiene todos los tratados y flujo comercial con Israel, entre los que se encuentra la compra del armamento que emplea Carabineros y el Ejército en el Wallmapu; el mismo armamento que vulnera la infancia palestina, lo hace con la mapuche. Por su parte, el sistema educativo chileno no hace ninguna reflexión crítica ni menos denuncia el actual genocidio contra la nación Palestina, y muchas universidades aún mantienen convenios de colaboración académica con universidades sionistas en territorio de Israel.

Rol de los profesores ante el genocidio y la condición de vida de la niñez en Chile

En mayo, un grupo de profesores, profesionales y estudiantes universitarios en Chile formó el Comité Educativo Pro Palestina. Su objetivo es denunciar el genocidio en el ámbito educacional, solidarizar con protestas estudiantiles y conectar a las comunidades educativas con eventos actuales para fomentar reflexiones y combatir la indiferencia. La iniciativa ha difundido carteles e infografías en diversas escuelas y campamentos, como el campamento Dignidad, y ha realizado talleres en escuelas autogestionadas para concientizar sobre la situación de la niñez en Gaza, vinculándola con la realidad de los niños en Chile.

Los profesores y trabajadores de la educación en general cumplimos labores de reproducción social y asistencia de la niñez y juventud principalmente en relación al desarrollo de sus habilidades a través del aprendizaje. Para poder garantizar este proceso se requiere de condiciones mínimas que en Gaza no se cumplen por una situación de guerra y en Chile se cumplen a medias.

La educación en Chile vive una de las crisis más graves de su historia principalmente porque no es capaz de garantizar el acceso a la educación como sí lo logró durante los años 90 y 2000. Se trata del fracaso de una empresa del régimen de pos dictadura y que expresa las crisis globales y regionales del capitalismo. Durante el gobierno de Gabriel Boric el sistema educacional y otros índices de niñez han mostrado claras muestras de crisis y colapso, por un lado con la alimentación cuestionada por Junaeb que licita empresas privadas de subcontrato que a cambio de millonarias subvenciones entregan una miseria de alimentación o también los problemas más que sabidos de infraestructura. También hay otras cifras: 37% de las residencias administradas por el Estado están sobrepobladas y hay 225 niños, niñas y adolescentes a cargo de "Mejor Niñez" que están desaparecidos y con orden de búsqueda [6].

Se observa un deterioro en las condiciones de vida de millones de niños, niñas y adolescentes, que reciben atención con menos recursos. La crisis educativa refleja la crisis económica global, marcada por el aumento de flujos migratorios, violencia y pobreza en países vecinos, así como nuevas necesidades educativas derivadas de cambios sociales y económicos. El modelo educativo chileno ha demostrado ser anacrónico, incapaz de garantizar un acceso mínimo. Además, este modelo y otros factores sociales generan tensiones entre profesores, estudiantes y apoderados, mientras que la burocracia sindical prioriza la "protección" de los docentes sin abordar las necesidades sociales y educativas urgentes de la infancia.

Iniciativas como el Comité Educativo Pro Palestina, si bien nacen de la preocupación por la situación de la infancia en Gaza, nos invita a reflexionar profundamente sobre los problemas que enfrenta la niñez en nuestro país y a tomar acción más allá de la denuncia. Te invitamos a organizarte y levantar más iniciativas transformadoras como esta.

 
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