www.laizquierdadiario.cl / Ver online
La Izquierda Diario
31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Historia
Apuntes para una historia crítica del Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación (SUTE)
Álvaro Pérez Jorquera | Profesor de Historia y Geografía, historiador y músico
EnClave Educativa

Durante el gobierno de la Unidad Popular, el proyecto de la Escuela Nacional Unificada se convirtió en un punto focal de controversia. Este esfuerzo, fue respaldado por el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación que buscaba transformar un sistema educativo anquilosado y desigual. Sin embargo, el control ejercido por la burocracia sindical limitaron el potencial revolucionario del magisterio y a medida que el país se acercaba a un contexto tenso, la ENU enfrentó una resistencia significativa que culminó en la suspensión de su aplicación en abril de 1973, marcando el fin de una experiencia que prometía redefinir la educación en Chile.

Link: https://www.laizquierdadiario.cl/Apuntes-para-una-historia-critica-del-Sindicato-Unico-de-Trabajadores-de-la-Educacion-SUTE

Durante el gobierno de la Unidad Popular (UP), una de las reformas que causó mayor controversia fue el proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU), no sólo por el cambio estructural que planteaba, sino también por la enconada resistencia de los sectores conservadores, terratenientes, empresariales y sus partidos. Y detrás de este proyecto, se encontraba el respaldo del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE), una de las organizaciones de la educación más potentes a nivel Latinoamericano al reunir a la mayor parte de las y los trabajadores, de todos los niveles de la educación, tanto docentes como no docentes, de todo el territorio.

Su historia se remonta a la Federación de Educadores de Chile (FEDECH), que agrupaba a la mayoría de las diversas organizaciones y sindicatos docentes [1], y venía insistiendo desde 1944 en la demanda de un sistema nacional único ante la disgregación del sistema, que de paso, diferenciaba salarialmente al profesorado entre iniciales, normalistas, generalistas, secundarios, públicos y privados; y en general, cualquier demanda que fortaleciera el Estado Docente. A partir de 1950, las movilizaciones docentes se transforman en huelgas nacionales como fórmula de presión al Estado principalmente por condiciones salariales, destacándose la huelga de 1968, cuyo proceso se entroncó con la lucha estudiantil por la Reforma Universitaria de 1967 [2] circunstancias que le imprimieron un giro a la izquierda al movimiento docente que dió el paso definitivo a su unificación en 1970 con la creación del SUTE.

Sin embargo la contradicción más grande de este movimiento docente se encontraba en su enquistada burocracia formada principalmente por el Partido Radical (PR), y en menor medida, por elementos de la Democracia Cristiana (DC), el Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista (PC). El principal factor del éxito del radicalismo en la conducción docente se encontraba en el hecho de que simultáneamente era el partido con más puestos en el Estado, lo que incluía al Ministerio de Educación, favoreciendo las prácticas clientelistas [3]. Y por supuesto, a la hora de la movilización, contaba con un amplio margen para contener al profesorado y realizar concesiones parciales que le permitieran mantenerse en la conducción sindical. De esta manera el profesorado actuó durante estos años como una base de maniobra para presionar negociaciones en los ministerios [4].

Si bien a principio de los 60’ se debilita la conducción radical, lo que coincide con el debilitamiento general del PR que debe ceder su espacio político a la DC, esto no significa un cambio del tipo de conducción y la DC logró un éxito relativo como mediación sobre todo durante su gobierno (Frei). Por otro lado, si bien el PS y el PC eran formalmente la oposición, tampoco fueron una alternativa real, y reprodujeron prácticas similares. El PS, en primer lugar, eran en su mayoría ex dirigentes de la vieja AGP, que vienen de una desastrosa experiencia de confianza en la dictadura Ibañista en la cual terminaron perseguidos [5] , y posterior a ello, de colaboración en gobiernos como el de González Videla y el segundo de Ibáñez del Campo que reforzaron sus lazos con el Estado [6], mientras el PC desde la implementación de la política de colaboración de clases de los Frentes Populares, tiene una sostenida política de moderación [7].

Así, aunque la creación del SUTE en 1970 representó un paso importante hacia la unificación de los trabajadores de la educación en un solo sindicato con potencial movilizador, este se realizó bajo el control de la burocracia sindical, lo que obstaculizó que el magisterio pudiera desempeñar un rol revolucionario en la década de 1970. A pesar de esto, las luchas que exigían una reforma integral al anquilosado sistema educativo chileno abrieron la puerta a un proyecto de reforma. Sin embargo, esto fue el resultado de una política de desvío de estas demandas por parte de la UP, mediada por la burocracia sindical, que actuó como un mecanismo de control y contención.

Esto se mostrará en febrero de 1973, cuando el gobierno de la UP enfrentaba una ofensiva parlamentaria de la Derecha y el empresariado, que buscaban obtener una mayoría en las elecciones de marzo para destituir a Allende. Esta ofensiva iba acompañada de una campaña de desestabilización política y económica. Desde octubre de 1972, el gran empresariado había iniciado un paro patronal, lo que llevó a la expansión de los Cordones Industriales en Santiago y otras regiones como respuesta a la autoorganización obrera ante el sabotaje económico y el desabastecimiento. Mientras tanto, el gobierno intentaba contener el avance obrero y popular, negociando con la DC y la Derecha. En noviembre de 1972, se instauró un gabinete cívico-militar encabezado por el Gral. Carlos Pratts, que intentó implementar el Plan Millas para devolver la mitad de las fábricas tomadas por los trabajadores. Sin embargo, este plan fue rechazado por una fuerte movilización obrera en enero de 1973. En este contexto se desarrolló el debate sobre la ENU, en medio de un momento clave de las parlamentarias de 1973.

La discusión hacia la formulación de la política educacional de la UP fue bastante amplia, acorde con los requisitos del Estatuto de Garantías firmado con la DC. Para garantizarlo, Allende nombró como Ministro de Educación al vicepresidente del SUTE, Mario Astorga, militante del PR, lo cual muestra muy gráficamente la política de cooptación por parte del régimen hacia los profesores, así como el rol de la burocracia como agentes del gobierno lo que eliminó toda independencia sindical.

De esta manera, y bajo la orientación marcada por el Estatuto de Garantías Democráticas [8],que planteaba de manera explícita que cualquier cambio en educación se debía hacer convocando organismos que abarcaran al conjunto de la sociedad, se organizó durante el año 1971 un proceso de debate que terminó en la realización de un Congreso Nacional de Educación, con una primera etapa de evaluación crítica del modelo vigente, diagnóstico realizado en los establecimientos educacionales [9] convocando a la comunidad, tras lo cual se realizaron Congresos Provinciales. Complementariamente, se realizaron Encuentros de la Educación Particular, Seminarios de formación docente y de docentes de enseñanza media, una Conferencia del SUTE y el sexto Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores que integró un punto exclusivo para tener una posición sobre el debate educacional [10], culminando en un amplio Congreso Nacional [11] donde también fueron integradas instituciones como Carabineros e incluso representantes del gran empresariado [12]
mostrando que más que un proyecto que buscara el enfrentamiento entre clases sociales como denunciaba la Derecha, era un proyecto de colaboración de clases que buscaba una reforma al Estado dentro de los marcos del capital, conteniendo y desviando el ascenso revolucionario de las masas [13], lo que fue liderado por la Unidad Popular que era la que contaba con la mayoría de los delegados, dirigiendo de esta manera tanto el proceso como el contenido del proyecto.

De este Congreso surge finalmente el proyecto de la ENU, principal política del SUTE y la UP en educación, lanzado oficialmente en febrero de 1973 para su implementación, el cual no obstante, fue enérgicamente rechazado y resistido por la Derecha y los sectores conservadores y empresariales, llegando la Unidad Popular a suspender su aplicación rápidamente en abril del 73’, como una forma de negociar un acuerdo con la oposición en medio del trance de las elecciones parlamentarias que abrían la posibilidad de una destitución constitucional del presidente.

Así se postergó el debate finalmente, como una concesión similar al intento de devolución de las fábricas tomadas por sus trabajadores, el Plan Millas, pero que no tuvo la misma respuesta por parte del Magisterio. No hubo grandes manifestaciones contra la suspensión de su aplicación y las críticas fueron pocas. En general el actuar de la dirección del SUTE fue continuar con el itinerario propuesto [14] después del aplazamiento, incluso luego de haberse producido el tanquetazo de junio de 1973 [15], el ensayo al golpe de septiembre.

El profesorado fue disciplinado respecto a las medidas del gobierno, síntoma que se podría explicar tanto por el nivel de control de la burocracia sindical junto con la ausencia de fenómenos más generalizados de auto organización en las bases docentes, equiparables a los Cordones Industriales, que fueran una alternativa a sus dirigencias, entre otros factores que sin duda pueden ser objeto de un estudio más profundo.

Finalmente el debate educacional no continuó porque luego de la derrota parlamentaria, la oposición se decantaría finalmente por la salida golpista, lo que le puso término a la experiencia de la Escuela Nacional Unificada y al propio SUTE.

La escuela tiene la característica de ser un punto de encuentro entre varios sectores (y actores) de la sociedad: trabajadores, estudiantes, pobladores, mujeres, diversidad, pueblos originarios, ecologistas, por solo nombrar algunos; y por lo mismo, un lugar para articular demandas en común e incluso una perspectiva de una sociedad diferente a la existente. Las burocracias sindicales juegan un rol contrario a esta perspectiva, y en la experiencia de la ENU esto quedó plasmado en el cómo la dirección del SUTE, en vez de expresar y desatar la capacidad creativa del profesorado, fue más bien un agente directo de control del gobierno y el Estado que ató de manos al magisterio encerrándolo a debatir sobre los fundamentos de la educación para una sociedad en transición al socialismo mientras en las calles desfilaban los tanques ensayando para el Golpe.

¿Qué habría pasado si las bases del SUTE se organizaban con los obreros de los Cordones Industriales? ¿Y si las escuelas se integraban a la coordinación territorial propuesta por los Cordones? ¿Cómo habría variado el currículum al ponerse al servicio de las necesidades productivas y de distribución planteadas por el escenario de sabotaje y desabastecimiento instigado por la Derecha y los empresarios? ¿Qué hubiera pasado con la cobertura educativa, incluyendo la educación para adultos, ante la necesidad de generar conocimientos, técnicas y tecnologías para enfrentar de mejor manera la batalla por la producción y la amenaza golpista? Son todas preguntas que no tienen una respuesta basada en la experiencia histórica, pero por el contrario nos abren a reflexionar no sólo alrededor del rol del profesorado, sino que también qué tipo de Educación y para qué intereses y necesidades, el cual es finalmente el objetivo de estos apuntes.

 
Izquierda Diario
Síguenos en las redes
/ Laizquierdadiariochile
@lid_chile
www.laizquierdadiario.cl / Para suscribirte por correo, hace click acá