Recuerda es una película que construye múltiples capas, resultado de un trabajo que indaga en procesos creativos, tiempos, ideales, generaciones, emociones. Nace de los registros de un padre y una hija que filman a lo largo de más de 30 años sobre el sentido de la creación.
Carlos Terribili pintó telas, papeles y paredes. Retrató Madres de la Plaza, el Che Guevara, Juana Azurduy, Marx, Mariano Ferreyra, los 30.000 desaparecidos, Latinoamérica, los barrios porteños, el tango, las luchas, los ángeles, el trabajo, los amores, la poesía. Comprender y acercarse al mundo a través de un pincel, como una de las formas de abrazar buenas causas, enfrentar la monotonía cotidiana y la sociedad del rendimiento absurdo.
Melina combina múltiples materiales audiovisuales, filmaciones familiares de diferentes épocas y un registro propio que acompaña los últimos años de su papá. Así da forma a un diálogo que construye la memoria desde un presente. El pintor agarra menos el pincel, pero no deja de opinar sobre los planos de la cámara que lo retratan.
El rodaje sucede en el interior de una casa, que es el escenario de una historia íntima, y a la vez social y política. El paso del tiempo se empecina en dejar su rastro, como también en demostrar que la continuidad y el cambio transitan los afiches de las paredes, las macetas, los pájaros, las tortugas, los gatos, las flores y las personas. Carlos y su casa se parecen.
Los archivos descubren historias e ideales, un mural colectivo deja rastro de la amistad y el amor a un barrio, o un extenso y caluroso viaje que busca llevar al arte cerca de la revolución.
El título de la película no se asocia a un estado melancólico. Recuerda se estrena en un momento particular, y pone en pantalla algo que el actual gobierno detesta: la creación artística como impulso vital, la solidaridad frente a la competencia, el compromiso por cambiar esta sociedad.
Hay múltiples pasados que nos alientan y acompañan para enfrentar los días que corren. Las huellas de Carlos Terribili son parte de esto. La memoria, al igual que la pintura, el cine o la poesía, son un arma cargada de futuro.
Conversamos con Melina Terribili para conocer más sobre sus ideas y su cine
Recuerda , establece lazos con tu anterior película Ausencia de mi. La memoria, la creación artística, el compromiso, la amistad, son temas que las atraviesan. ¿Cómo se enciende esta búsqueda?
Los puntos de conexión entre Recuerda y Ausencia de mi, se fueron dando naturalmente. Por un lado son cuestiones propias de una generación de artistas que entendía que su arte tenía que ser útil a lo que estaba pasando en el mundo y en su país. El arte o la creación nacía como una respuesta al dolor frente a las desigualdades sociales, y como una preocupación por cambiar la realidad. Una conciencia de no pasar por esta vida en vano. “No morir al pedo” dice Zitarrosa al comienzo de Ausencia de mi. A mi me interesa mucho esta concepción del arte porque considero que es una de las formas más poderosas de llegar a la gente y abrir una puerta a la reflexión. Tanto Zitarrosa, como mi papá, Carlos Terribili, no creían en el sentido individual del arte, en los círculos elitistas donde el artista es el centro de atención.
Y yo creo que hasta en el final de la vida de ambos hay cierta conexión, porque cuando experimentan un cambio radical en el mundo, que incluso los expulsa, la vida se apaga.
Yo quiero creer en esto y sostenerlo, porque una parte de la sociedad está anestesiada, perdida, las redes sociales están destruyendo la capacidad de pensar y de discernir entre lo bueno y lo malo. Entonces el arte tiene que ocupar ese espacio y no cederlo a las grandes corporaciones que lo que necesitan es mantenernos silenciados. Y peor aún, resignados.
Por otro lado la conexión se da cuado mi papá muere en 2016, y Recuerda que hasta ese entonces era una película que filmaba el presente, se convierte en una película de memoria.
El acercamiento a tu papá suma una dimensión diferente que te sumerge. Por momentos el registro transmite un debate estético sobre la realización en curso. ¿Cómo fue esta experiencia?
Desde mis primeras aproximaciones con una cámara a mi papá, siempre él adoptó un personaje de autoridad, como padre y como artista, que está siendo observado. Como intentando dirigir incluso en los planos, o en las ideas. Pero siempre con humor. Y si bien eso al principio me fastidiaba, luego lo incorporé como parte de un juego, que es a su vez parte del retrato no sólo de él, sino del vínculo. Cuando retratas a alguien hay que dejarlo ser. El peor error es tratar de reprimir a un personaje. Por otro lado a mi papá siempre le fascinó el cine, y obviamente ser el protagonista de una película le inquietaba, y la película tiene muchos guiños sobre el cine. Si no se menciona a Fellini, o a Mastroianni, se habla de planos, de luz, de foco, de la duración de las tomas. Y lo curioso es que eso sucede no sólo cuando yo filmo, sino también cuando él filma, porque la película está compuesta por su cámara y la mía, por filmaciones de él y de mí a lo largo del tiempo. El material que él había filmado yo lo descubrí después que él murió, y me sorprendió la similitud de lo que filmábamos, sobre qué cosas posábamos interés, principalmente cuando filmamos la casa. Me gustó ver cómo mi papá filmaba a una rosa de su jardín, o a su gato, sus tortugas. Es parte de la vida y de la inspiración. Eso me encanta porque es también una forma de desacralizar el arte, de no hacer un retrato intelectual del artista serio concentrado dibujando. La belleza de proteger una flor, con el mismo amor que protege a sus ideas. El tiempo de contemplación.
Tu película recorre las motivaciones e ideales de un artista en distintas épocas, y se estrena en un momento particular, del cine y del país. ¿Qué diálogo se puede establecer con los artistas del presente?
Al igual que Ausencia de mí, que se estrenó en pleno gobierno macrista en 2019, Recuerda se estrena en un contexto muy dramático, entonces para mí la película cobra aún más sentido. Me gustaría que generaciones jóvenes conozcan a la generación de mi papá, y si cabe, se interpelen, se pregunten, para qué crear, cómo, para quiénes, por qué. Que sea una película de inspiración para el presente. Que invite a más gente a comprometerse desde su lugar, a pensar en el otro, en el futuro. Y también para enfrentar esta idea que intentan instalar de que el cine documental, el cine independiente o que está fuera del circuito comercial, no sirve. Cuando no es otra cosa que el viejo y gastado argumento de que el cine debe funcionar como empresa o un producto de consumo rentable.
El gobierno ataca al cine con ajustes y discursos. La cultura viene participando activamente de las luchas. ¿Qué destacás de esta experiencia? ¿Qué caminos y respuestas pueden surgir de los documentalistas y trabajadores audiovisuales?
Destaco el compromiso permanente que sectores de la cultura vienen teniendo con la situación socio política de no perder la indignación frente a las atrocidades que hace este gobierno, y salir a la calle a manifestarse a pesar de la represión. Desde que asumió Milei, vengo participando activamente de las acciones y planes de lucha de Unidxs por la Cultura, no sólo en la calle, sino también en universidades, en asambleas. Me cuesta un poco pensarlo desde el lugar audiovisual, porque estamos viviendo una emergencia social y política tan grande que creo que lxs documentalistas y trabajadorxs audiovisuales simplemente somos una parte más de la sociedad. En junio 33 personas fueron detenidas ilegalmente, a los golpes, arrastradas de los pelos, por manifestarse en el Congreso contra la Ley Bases. Hace apenas unos días liberaron al último preso político de Patricia Bulrrich. Hace una semana reprimieron brutalmente a lxs jubiladxs. Vienen reprimiendo ferozmente a todxs lxs trabajadorxs de prensa que salen a documentar lo que está pasando. En este sentido lxs trabajadorxs de prensa están cumpliendo un rol vital, porque están documentando todo.
El movimiento del cine argentino siempre estuvo ligado y comprometido con la realidad de nuestro país, entonces desde ese lugar, creo que por un lado hay que luchar para no perder nuestra soberanía audiovisual, aunque ya hayan arrasado con el fondo de fomento del INCAA. Hay que pensar y accionar para recuperarlo, porque de lo contrario, en el 2025 las salas de cine van a estar vacías de cine argentino. Y esto implica censurar las narrativas y modos de opinión para que las plataformas terminen por colonizar el pensamiento y no haya voces disonantes. Pero también en términos estéticos. Me preocupa que haya una tendencia, y en particular con el cine documental, del perfeccionismo y la pulcritud visual, de tener que parecerse a la ficción porque sino es considerado cine marginal. Eso es un concepto hegemónico también de la belleza, porque las exigencias estéticas no aseguran para nada que una película sea buena, profunda, tenga una búsqueda personal o no. De hecho casi me arriesgaría a pensar que el cine documental no dialoga bien con la perfección visual. Cuando la estética está controlada, hay algo más importante que se está dejando de lado. Por supuesto hay muchas excepciones de buenas películas, que a su vez son estéticamente “perfectas”.
Pero volviendo al cine y el contexto actual, frente al hambre que está pasando la gente, es sólo algo más a defender, principalmente por el lugar que ocupa el cine en la comunicación de las ideas, y porque es una fuente de trabajo de cientos de miles de personas.
🎬 • Jueves 12 de Septiembre
📍• 20:00hs. Cine Gaumont
Av. Rivadavia 1635 #CABA