En la Feria del Libro de Mendoza, Paula Varela y Alejandra Ciriza presentaron el libro "El marxismo y la opresión de las mujeres", de Lise Vogel, como parte de las Jornadas de Debates por un Futuro Comunista. ¿Por qué retomar los diálogos de los feminismos y marxismos acerca de la reproducción social en el capitalismo? ¿Qué actualidad tienen y qué aportan para comprender y transformar el presente? Te invitamos a ver el video de la presentación.
En la Feria del Libro de Mendoza, Paula Varela y Alejandra Ciriza presentaron el libro"El marxismo y la opresión de las mujeres", de Lise Vogel, como parte de las Jornadas de Debates por un Futuro Comunista. El libro, publicado originalmente en 1983, se presenta como una herramienta clave para comprender la persistencia de la opresión de género en el marco del sistema capitalista.
En la presentación, Alejandra Ciriza, filósofa y docente, y Paula Varela, socióloga y prologuista de la edición, destacaron la importancia de la obra de Vogel para articular la lucha por la liberación de las mujeres con la lucha contra el capitalismo. Ambas hicieron hincapié en la necesidad de superar las "teorías duales" que separan artificialmente estas luchas, retomando el legado de las feministas marxistas que buscaron comprender la opresión de las mujeres desde una perspectiva unitaria.
El concepto central que atraviesa la obra de Vogel es el de "reproducción social", que refiere al conjunto de trabajos y tareas, en su mayoría no remunerados y realizados por mujeres, que permiten la reproducción de la fuerza de trabajo y, por lo tanto, sostienen el sistema capitalista. Cuidado de niños y adultos mayores, tareas domésticas, educación y salud son algunos ejemplos de este trabajo invisibilizado y devaluado que resulta esencial para el funcionamiento del sistema económico
Recuperar nuestra propia tradición
Alejandra Ciriza, filósofa y docente, destacó la importancia de recuperar los debates de las décadas anteriores sobre la reproducción social y su relación con el sistema capitalista. Para Ciriza, la obra de Vogel permite retomar estos debates desde una perspectiva transformadora para la sociedad, abriendo un diálogo entre los feminismos y los marxismos. Ciriza planteó la importancia de esta recuperación para América Latina: "recuperar nuestra propia tradición, porque la tradición de debate acerca de la cuestión del trabajo doméstico tuvo un desarrollo importantísimo en nuestras tierras."
Alejandra, retomando a la feminista argentina Isabel Larguía, planteó: “Parece ser que la liberación de las mujeres corre por una vía y por otra vía la lucha por el socialismo. Estas son las teorías duales”. Por eso, tanto Larguía como Vogel, argumentan que la clave para comprender la opresión de las mujeres en el capitalismo reside en la necesidad del sistema de privatizar la reproducción de la fuerza de trabajo y confinarla básicamente al ámbito del hogar. Esta privatización, transforma a las mujeres en trabajadoras domésticas y devalúa el trabajo de reproducción social (al punto de no pagarlo) pese a que éste resulta indispensable para el capital y la acumulación de valor capitalista.
Para Alejandra, la mercantilización de la vida impulsada por el neoliberalismo no ha hecho más que agudizar esta problemática, obligando a las mujeres a asumir dobles y triples jornadas laborales para garantizar la supervivencia de sus familias.
En este sentido, la mercantilización se extiende también al conjunto de la vida, y el saqueo de los bienes comunes, impulsado por la lógica capitalista, ataca directamente las condiciones materiales que hacen posible la reproducción de la vida, especialmente en los territorios más afectados por la explotación extractivista.
Finalmente, retomando a Rosa Luxemburgo, planteó: “De lo que se trata, para nosotros y nosotras, que somos marxistas sin ninguna clase de vergüenza, es recuperar, precisamente, el conjunto de la vida. Por eso, es importante entender este asunto de la reproducción”.
Producir una nueva respuesta sobre los hombros de las respuestas previas
Por su parte, Paula Varela, prologuista de la edición de Ediciones IPS, enfatizó la necesidad de construir nuevas respuestas que permitan articular la lucha por la liberación de las mujeres con la lucha contra el capitalismo. Para ella, cuando el movimiento de mujeres plantea: "Si nuestros cuerpos no valen, produzcan sin nosotras" o "Cuando nosotras paramos, se para el mundo", pone sobre la mesa el problema de la reproducción social. Por eso, "no necesitamos partir de cero porque tenemos atrás decenas y decenas de feministas marxistas, decenas de feministas socialistas que han pensado este problema antes de nosotras, y necesitamos producir una nueva respuesta sobre los hombros de las respuestas previas".
Así resulta que el libro es una gran herramienta “para quienes no se consideran estrictamente marxistas pero sí consideran que es difícil pensar la lucha por la liberación de las mujeres sin criticar y sin poner en jaque este sistema”. Lo cual es fundamental ahora que “el ataque de la derecha, no solo en Argentina, a nivel internacional, está basado en profundizar ese dualismo”.
Paula indica que estos sectores plantean que la lucha por los derechos de las mujeres es una agenda secundaria, "tan secundaria que no hay que darle bola, que es cínica, que en realidad es una agenda de una clase media que ya tiene sus necesidades satisfechas", en contraste con la agenda que presentan como principal. En este punto, señaló que "no es un argumento que solamente esté en boca de la ultraderecha, es un argumento que también está en boca de representantes, o por lo menos quienes se postulan como representantes, y lo son, de facto, de sectores populares, de sectores de trabajadores". Lo que demuestra que no estamos solo frente a un problema teórico, sino "un problema político enorme que tenemos" para el cual el libro presentado tiene herramientas para dar batalla.
Luego se refirió a las condiciones en que Vogel plantea, las mujeres reproducen fuerza de trabajo como mercancía “nosotras reproducimos unas formas de vida disciplinadas para ser explotadas. Nosotras producimos morales disciplinadas para ser explotadas, sexualidades disciplinadas para ser explotadas”.
Pero retomando lo antes planteado, puso sobre la mesa que en “la historia de la lucha de la clase trabajadora, no solo hemos luchado por salario, no solo hemos luchado por condiciones de trabajo, también luchamos por no ser reducidos a la mercancía "fuerza de trabajo". Contra el capital, luchamos por no ser reducidos a la mercancía.
Esto nos permite poner en el horizonte la pelea por “formas de amar, por crear formas de ocio, por crear formas de afecto, de amor, de cuidado, que no respeten la forma "mercancía fuerza de trabajo", que la excedan, que la subviertan”.
En nuestros días,pensar este horizonte va de la mano con que los espacios de reproducción social no se reducen al hogar. Esto ya lo planteó Vogel pero nunca como hoy “el trabajo de reproducción social de las docentes, de las enfermeras, de las cuidadoras, de las trabajadoras sociales” había sido tan amplio y feminizado.
“Las mujeres llevamos adelante el trabajo de reproducción social en el hogar y fuera de él. Y es terriblemente devaluado, porque si en el hogar está devaluado al punto tal que no es reconocido como trabajo, y no recibe, por supuesto, ninguna remuneración del capital que se beneficia de él, cuando sí está remunerado, se encuentra bajo la égida de esa devaluación”, completó Paula. Por tanto, al volverse espacios colectivos, las cuestiones del trabajo asalariado ahí son las mismas que las de la calidad de la reproducción social de la población que allí reproduce su vida.
Acá encuentra Paula potencialidades a desarrollar dado que se abre “un abanico de discusiones sobre cómo queremos reproducir nuestra vida que para quienes somos las trabajadoras de la reproducción social en esos espacios, tenemos una llave ahí de abrir debates”.
También se abren interrogantes en torno a la cuestión racial, la migración y la relación con la naturaleza, elementos todos que atraviesan la reproducción social. Aquí encontramos una segunda potencialidad, ya que esto habilita “un diálogo entre movimientos que muchas veces se perciben a sí mismos como independientes entre sí, e incluso como completamente independientes de la lucha de la clase trabajadora o del movimiento obrero”. Sin embargo, desde esta perspectiva, y como de hecho sucede en las luchas, las maestras al frente de la lucha por el agua, por ejemplo, existen vinculaciones con la formas en que podemos discutir, debatir y luchar por una sociedad organizada por y para las mayorías.
Al terminar las exposiciones, se abrió el micrófono para el intercambio con el público, que abarcó desde la resistencia a los ataques de la derecha contra el movimiento de mujeres y las condiciones de vida, hasta cómo imaginamos una sociedad donde la reproducción social no esté atada a la lógica de producción de mercancías del capitalismo. Para quienes estuvimos presentes, la charla fue una invitación a buscar las herramientas que necesitamos para combatir los sentidos comunes que predestinan a las mujeres a una vida de explotación y opresión, así como a tomar en nuestras manos la transformación de la sociedad para tener una vida que merezca ser vivida.