Miguel Fernández, tenía 40 años y vivía en Rincón de los Sauces. Fue a trabajar en el turno noche del martes y nunca regresó a su casa. Murió mientras realizaba sus tareas en el equipo de perforación F19 en una locación del bloque Bajada del Palo Oeste, ubicado en el corazón de Vaca Muerta.
El Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa convocó a un paro total de actividades que comenzó este miércoles desde las 8 de la mañana y apuntó contra las empresas por la falta de “inversión en materia de seguridad” y aseguró que no están dispuestos a "entregar vidas por producción".
Detrás de los récords de Vaca Muerta y las garantías de ganancias y explotación sin límites a las empresas del gobierno, crecen los accidentes laborales y muertes obreras en Neuquén. Miguel es el quinto trabajador petrolero que muere trabajando en lo que va del año. Con el “boom” del fracking no sólo se extrae petróleo a fuerza de golpes y explosiones en la roca del subsuelo, sino que también revienta los cuerpos de las y los trabajadores, hasta en algunos casos llevarse su vida.
Por eso estas muertes obreras no son accidentes, cosas de naturaleza “imprevista” que no podrían ser evitadas. Son producto de la sed de ganancias de las petroleras, en su gran mayoría de capitales imperialistas, que lucran con el saqueo de los recursos, la destrucción del medio ambiente, y la explotación laboral, que impone ritmos infernales, y se agrava aún más para el caso de quienes prestan servicios en empresas tercerizadas o con peores convenios, como el de UOCRA.
El caso más emblemático fue el que ocurrió el 28 de diciembre de 2021 en la refinería NAO de Plaza Huincul, donde fallecieron 3 operarios producto de una explosión por las desastrosas condiciones en que operaba la misma. Pero no es el único. Muertes en los pozos, en las rutas, en las picadas son producto de los ritmos realmente inhumanos de trabajo.
En Vaca Muerta conviven inversiones millonarias y tecnologías de punta de las multinacionales, con condiciones y ritmo de trabajo que destroza músculos, mutilan cuerpos, “queman” la cabeza, y se cobran vidas obreras.
La superexplotación de los trabajadores que imponen las empresas aumenta en Vaca Muerta al ritmo de los récords de producción, y los sucesivos gobiernos son responsables, con la complicidad de la conducción sindical petrolera. En 2017 avalaron una adenda flexibilizadora del convenio colectivo de trabajo petrolero (CCT) para los no convencionales (fracking). La reforma incrementó los riesgos y accidentes laborales al reducir dotaciones, aumentar la tolerancia para el trabajo con vientos de hasta 60 km/h, implementar la polifuncionalidad y las “tareas simultáneas”, entre otras cosas.
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