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La Izquierda Diario
18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

¿Cuáles son los desafíos de los estudiantes en solidaridad con Palestina tras la huelga y jornada de lucha del 27S?
Contracorriente
Contracorrent | Catalunya
Pan y Rosas

Tras la huelga y jornada de lucha del 27S, abrimos una reflexión sobre el balance y las perspectivas del movimiento estudiantil en apoyo a Palestina.

Imagen de @barrabajaphotos.

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El pasado 27S los sindicatos CGT y Solidaridad Obrera, junto a algunas asambleas surgidas de las acampadas universitarias del curso pasado, y con el apoyo de más de 200 organizaciones sindicales, sociales y políticas, llamaban a una huelga y jornada de lucha en solidaridad con Palestina, y en denuncia a la complicidad del gobierno español con el genocidio en Gaza, una jornada donde la juventud y los estudiantes mostraron que quieren seguir luchando. Frente a todos aquellos que quieren que los estudiantes permanezcamos sumisos en mitad de un genocidio, frente a los que plantean que desde las universidades o institutos no se puede hacer nada, o que la juventud no tiene interés en organizarse, comienza a emerger un nuevo movimiento estudiantil en los campus universitarios y en los institutos que continúa la dinámica iniciada a finales del curso pasado con miles de estudiantes acampando y protestando en solidaridad por Palestina en todo el mundo y, también, en el Estado español. Aunque esta jornada del 27S tenía contradicciones y límites porque, en primer lugar, la burocracia sindical de CCOO y UGT no convocaron la huelga general y, por otro lado, era fundamental que la huelga estuviera discutida y construida desde abajo en cada centro de trabajo, La jornada del 27 fue una pequeña muestra del potencial de la clase trabajadora cuando esta entra en acción contra el genocidio y la complicidad de nuestros gobiernos, así como de la potencia que pueden tener los estudiantes autoorganizados si, verdaderamente, les trabajadores lograran imponer a CCOO y UGT una huelga general. Este sería un auténtico "freno de emergencia" a la colaboración española con la maquinaria de guerra colonial. Por este motivo, desde Contracorriente y Pan y Rosas nos adherimos a la huelga y jornada de lucha, tratando de que fuera lo más activa posible en todos los lugares en los que participamos.

Este movimiento tiene por delante fortalecerse, extenderse, extraer lecciones de la lucha… y tiene por delante desafíos inmensos. Es necesario seguir sumando fuerzas frente a un Gobierno que es totalmente cómplice del genocidio, frente al crecimiento de la extrema derecha y el rearme de la Unión Europea. Mientras tanto, la maquinaria colonial del Estado de Israel continúa atacando no solo Palestina, ahora invade Líbano, bombardea Yemen, Siria, Irán… Frente a esta escalada y la barbarie que promete para la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo ¿cómo podemos continuar desde las universidades?, ¿qué papel podemos tener los estudiantes?

Una gran día de lucha pese al rol conservador de las burocracias sindicales y las direcciones estudiantiles

Lo primero que hay que tener en cuenta es que, a un año del 7 de octubre, el Estado de Israel está llevando a cabo una brutal escalada que no se limita al genocidio del pueblo palestino. Como no podía ser de otra forma, Israel muestra que sus intenciones desde el comienzo eran afianzarse en Oriente próximo como un baluarte del imperialismo estadounidense y europeo… cueste lo que cueste. Los gestos simbólicos por la paz de Naciones Unidas no son solo gestos, pues la solución de los "dos estados" significa legitimar la ocupación colonial israelí, así como las tropas en la región en misiones de "paz" son, en realidad, para proteger los intereses de Israel. Suponen un maquillaje que trata de dar algo de respetabilidad a unas relaciones internacionales donde prima la ley del más fuerte y el saqueo imperialista del mundo. Solo un Estado con el apoyo de EE. UU. y el imperialismo europeo puede atacar brutalmente a cuatro países a la vez y cometer los más atroces crímenes contra la humanidad, a ojos de todo el mundo, y que no pase nada. Solo en las fuerzas de la clase obrera árabe y mundial reside la posibilidad de acabar con el colonialismo israelí, la dominación imperialista y toda forma de opresión en la región.

La huelga general convocada por CGT y Solidaridad Obrera y otros sindicatos el 27 de septiembre puso en el centro el rol cómplice del gobierno del Estado español manteniendo relaciones y colaboración económica y militar con el Estado de Israel. Y también demostró el papel conservador de las direcciones de CCOO y UGT, que se opusieron a la huelga, impidiendo que fuera una verdadera huelga general.

Si bien en diferentes universidades se convocó huelga, hubo organizaciones importantes del movimiento estudiantil que se negaron a sumarse y organizarla efectivamente. Por un lado, el Sindicato de Estudiantes (SE), lo que impidió que muchos estudiantes de instituto se sumasen a la lucha. Por otro lado, el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) tampoco convocó a pesar de que en las universidades catalanas los estudiantes de las acampadas pelearon por la huelga, y dificultó así el seguimiento en secundaria y FP, aunque también hubo paros en muchos centros. En Madrid la situación fue diferente, ya que no llegó a convocarse huelga en universidades, únicamente jornada de lucha, con la perspectiva de convocar huelga estudiantil en noviembre. Sin embargo, En varios institutos los estudiantes se autoorganizaron en asambleas impulsadas por Contracorriente para legalizar la huelga y poder movilizarse desde primera hora. En ciudades como Zaragoza la huelga convocada por Contracorriente logró unir a estudiantes de secundaria y universidad en una nutrida manifestación por la mañana, junto a diversos piquetes de trabajadores a pesar de la negativa del resto de corrientes estudiantiles a apoyar la convocatoria con argumentos derrotistas y sectarios.

Durante las acampadas, los compañeros y compañeras de Contracorriente y Pan y Rosas fuimos parte de quienes plantearon que hacía falta unirse con la clase trabajadora, caminar hacia una huelga general y denunciar la pasividad de CCOO y UGT. Debatimos con quienes decían que no había condiciones para luchar y apostaban por la "acumulación de fuerzas" sin pelea, así como con aquellos otros que se negaban exigir a los grandes sindicatos que se movilizaran a riesgo de embellecerlos sin tener en cuanto sus miles de afiliados, trabajadores y trabajadoras, que nada tiene que ver con sus direcciones. Ninguna de esas alternativas servía para extender lucha y, sobre todo, evitaba chocar con las direcciones de los sindicatos mayoritarios por una u otra vía.

Si bien en no todas las universidades se hizo huelga, y pese a la oposición de los sindicatos mayoritarios, lo que hay que destacar es que ese día sí que fue una gran jornada de lucha en todo el Estado, con acciones, paros parciales, concentraciones y grandes movilizaciones por la tarde. Los estudiantes, además, no nos pusimos de perfil. Podemos estar orgullosos de haber movilizado nuestras universidades, con las acciones más masivas del día, en las que participaron cientos de estudiantes en muchas facultades mostrando nuestra solidaridad con el pueblo palestino y denunciando al gobierno y a los rectorados. La jornada de lucha no es solo simbólica, sino que muestra que los estudiantes podemos tener un papel en lograr imponer al gobierno y a las universidades la ruptura de relaciones.

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Un pequeño ejemplo de la unidad obrero-estudiantil

Comienza a recuperarse y a surgir un movimiento estudiantil, en este caso, profundamente político, nada más y nada menos que con una conciencia antiimperialista y anticolonial. Algo más que necesario en estos momentos. Este movimiento está compuesto de varios miles de estudiantes en todo el Estado que se organizan en los comités en solidaridad con Palestina. Esta es una primera victoria de los estudiantes: que, tras el detonante de las acampadas, y tras el verano, la solidaridad con Palestina esté cada vez más extendida en las facultades. Un movimiento que es capaz de movilizar a miles de estudiantes contra el genocidio en todo el Estado, como se vio en las manifestaciones de por la tarde en cada ciudad.

Además de esto, la jornada de lucha tuvo "algo especial". Los estudiantes no solo nos movilizamos, sino que salimos de las universidades para ir a algunos centros de trabajo que ese día hicieron paros o concentraciones. En aquellos comités en los que participamos, planteamos que era necesario que delegaciones de estudiantes de los comités salieran de las diferentes facultades a apoyar las acciones de trabajadores durante la mañana. Esto va más allá de una muestra de solidaridad. Todes aquelles que militamos en Contracorriente y Pan y Rosas pensamos que estas acciones de unidad obrero-estudiantil, que pueden parecer modestas, muestran la potencialidad que tiene el movimiento estudiantil para dar moral al movimiento obrero, para contagiar de combatividad a los centros de trabajo, donde las direcciones sindicales de CCOO y UGT tratan de que nunca haya movilización… ni por salarios, ni por mejores condiciones de trabajo, ni mucho menos por Palestina. Pero también para romper con todo corporativismo estudiantil, aprender de la lucha obrera y vincular las batallas que damos en las universidades e institutos a las reivindicaciones de la clase trabajadora.

Es por eso por lo que estuvimos junto a las trabajadoras en el Hospital 12 de octubre de Madrid y en el Clínico de Zaragoza, en Amazon, en Indra, en Airbus, junto a las sanitarias en Barcelona y en muchas otras empresas, junto a trabajadores de la CGT, de Co.bas, de Menos Lectivas, etc. Airbus es una empresa que, entre otras cosas, fabrica armamento, así como Amazon facilita infraestructura logística e informática al ejército israelí e Indra colabora con sistemas de telecomunicaciones. Estas pequeñas acciones muestran que solo si el movimiento estudiantil pelea por despertar la fuerza del movimiento obrero podremos parar el envío de armas e, incluso, imponer la ruptura de relaciones. Y es que solo la clase obrera puede, por su posición en la producción, parar las fábricas, los puertos, los camiones, los barcos, satélites, e infraestructuras de fibra óptica que envían armas y dan soporte material a la política genocida de Israel. Solo la clase obrera puede pararlo todo obligando al Gobierno y a los capitalistas a que, contra su propia voluntad, rompan relaciones con el genocidio. Ejemplos históricos como Mayo del 68 muestran que los estudiantes pueden contagiar a la clase obrera, haciendo que ella entre también en la lucha, haciendo temblar al Estado capitalista.

Los comités, la autoorganización y la libertad de tendencias

La jornada de lucha en las universidades no habría sido posible sin una herramienta fundamental: los comités en solidaridad por Palestina, que después de las acampadas, son el espacio que organiza a los estudiantes que quieren luchar. En algunos lugares como Madrid, acaban de surgir tras un año de combates por extender la solidaridad. Los comités son el fruto de la lucha, y también, pueden ayudar a que ésta avance aún más. Pero ¿qué tipo de comités necesitamos? En nuestra opinión los comités deben ser un espacio donde puedan participar todos aquellos que quieran luchar, desde organizaciones estudiantiles ideológicamente diferentes, estudiantes que no pertenecen a ninguna asociación, trabajadores de la uni, profesores, secciones sindicales, etc. Solo así podremos golpear como un solo puño. Para que esto continúe siendo así desde Contracorriente y Pan y Rosas planteamos que estos comités tienen que ser democráticos, sin vetos, organizados en asambleas, y abiertos a todo el mundo que quiera participar. A su vez, es fundamental que el debate sobre por qué pelear y cómo hacerlo se dé asamblea a asamblea para así se haga participe a todos aquellos y aquellas que se suman por primera vez y, al mismo tiempo, permite responder rápidamente a nuevos cambios en la situación.

Además de facilitar la extensión del movimiento y la participación de los estudiantes, la autoorganización democrática de los comités es la mejor forma de que el movimiento en solidaridad por Palestina, si sufre represión, pueda defenderse, garantizando la unidad de acción. Además de esto, la democracia de los comités hace más difícil que el movimiento pueda ser cooptado y desviado hacia una posición menos combativa, porque siempre se pueden "pedir cuentas" a los portavoces o discutir entre todos cuál es el discurso político, los lemas y las acciones. Pero también es la mejor vacuna contra aquellas organizaciones estudiantiles que miren con desconfianza un movimiento que "no pueden controlar", formado por cientos de estudiantes que rompen con la rutina del "ecosistema de las asociaciones", que en ocasiones opera dentro del movimiento estudiantil como CCOO y UGT en el movimiento obrero. No es casual que algunas organizaciones estudiantiles se opongan, por tanto, al funcionamiento democrático de los comités, a que se organicen en asamblea y sean soberanos para tomar sus propias decisiones. El mayor ejemplo de esto es la situación, tan diferente, que tuvo lugar al comienzo de las acampadas en Madrid, con el "Bloque interuniversitario", una suerte de "coordinadora" de diferentes asociaciones – dirigida sobre todo por Abrir Brecha, el Movimiento Socialista y el Frente de Estudiantes– que trataban de controlar toda iniciativa y ponía vetos a las decisiones de los estudiantes en asamblea. El "bloque" terminó por estallar ante el descontento de cientos de estudiantes que estaban siendo ninguneados, formándose así las asambleas democráticas como organismo para la toma de decisiones.
Para aquellos que militamos en Contracorriente y Pan y Rosas este no es un problema menor. La forma en que se organizan los comités no es solo una cuestión de organización, sino política. Si son en asamblea, democráticos y abiertos será más difícil que el movimiento estudiantil pueda ser controlado y desactivado, o impedir que se convierta en un movimiento que solo pelea en las universidades, y no por ir al movimiento obrero y extender así la lucha para que pueda vencer. Esto último, "que los estudiantes no salgan de la universidad", que no confluyan con los trabajadores, es otra forma de facilitar que el movimiento estudiantil se limite a una política reformista, de mero maquillaje, porque sin pelear por la unidad obrero-estudiantil el movimiento estudiantil es un cuchillo sin filo, incapaz de despertar la alianza con la clase obrera, una alianza que, como ya planteábamos más arriba, es capaz de parar el envío de armas y de obligar al Estado a romper relaciones.

La combatividad y moral demostrada por los estudiantes no habría sido posible sin el esfuerzo y entusiasmo de centenares de estudiantes, muchos de ellos no agrupados en ninguna asociación, de activistas que participaron de las acampadas, y de las asociaciones más abnegadas y combativas de las diferentes facultades, que hicieron un esfuerzo consciente por extender los comités, clase por clase. Sin esto el 27 habría sido un día de movilización pero que habría pasado de forma rutinaria, con acciones minoritarias, limitadas a las asociaciones, y la solidaridad con el pueblo palestino, más urgente que nunca, sería más débil. Por eso, repetimos, el que los comités hayan llegado a centenares de estudiantes que acaban de entrar en las universidades es un gran avance para el movimiento en solidaridad con el pueblo palestino, y no habría sido posible sin la autoorganización y el funcionamiento democrático de los comités.

Por qué luchamos en el movimiento estudiantil en solidaridad con Palestina

De este modo, en resumen, seis son los puntos clave de la pelea que damos desde Contracorriente en el movimiento estudiantil en solidaridad con Palestina.

1. La denuncia de la complicidad de gobierno del PSOE y Sumar ligada a la exigencia del fin del comercio de armas y la ruptura de relaciones de todo tipo con Israel

2. La lucha contra las instituciones universitarias que mantienen vínculos con el Estado sionista, planteando que rompan las relaciones académicas y económicas con instituciones israelíes o aquellas empresas que allí hacen negocio

3. La crítica intransigente a las direcciones de UGT y CCOO, así como la crítica a las organizaciones estudiantiles que tratan de controlar y tutelar el movimiento limitando o embarrando la toma de decisiones de los comités

4. La pelea por defender la autoorganización de los estudiantes mediante los comités por campus

5. La organización de los comités de forma democrática, en grandes asambleas, y no como simples "coordinadoras" entre asociaciones, sino integrando a todo el que quiera luchar

6. La defensa desde dentro de los comités porque se impulse la unidad obrero-estudiantil

¿Cómo continuar? Es un momento crítico en el que es más urgente que nunca pelear por extender la solidaridad en las universidades, para tratar de que los campus se conviertan en auténticos bastiones del movimiento estudiantil contra la política sionista de nuestros rectores, contra el gobierno que mantiene relaciones y el crecimiento de la extrema derecha islamofóbica y anti-migrantes. Extender el movimiento estudiantil en nuestros campus permitirá ponerle freno a la politización por derecha de sectores de estudiantes, no regalándole la rabia ante este sistema en crisis a la derecha, pero también poner fin a la pasividad de décadas de ataques neoliberales en la universidad.
Si la jornada de lucha mostró la combatividad de una parte del estudiantado hay que consolidar a los comités en cada campus, ya que es el principal espacio donde estos estudiantes se organizan. Creemos que es buen momento para impulsar en las universidades toda una campaña contra la política genocida y colonial del Estado de Israel, y la complicidad de nuestro gobierno, especialmente denunciando la continuidad del genocidio y la escalada en Oriente próximo, con la invasión del Líbano por parte de Israel. Asimismo, hay que avanzar hacia una gran huelga educativa y jornada de lucha en noviembre, que culmine todos los esfuerzos de estos días y las semanas que vendrán, no solo de estudiantes de universidades, sino también de estudiantes de institutos y profesores. Una huelga que ponga en jaque a los rectores y les obligue a escucharnos.

Esta huelga, pensamos, tiene que aprovechar la voluntad de lucha mostrada en algunos de los centros de trabajo que salieron a luchar este 27S. ¿Por qué no convencer a los trabajadores, sindicalistas y secciones sindicales que combativas con las que luchamos juntas este 27 de septiembre de que tenga lugar de forma simultánea una jornada de lucha en los centros de trabajo? ¿Por qué no, como parte de las tarea preparatorias, invitamos a algunos de estos trabajadores a nuestras facultades? Este puede ser un buen horizonte, por el momento, para dar continuidad y un objetivo de escalada al movimiento estudiantil en solidaridad con Palestina, al mismo tiempo que seguimos construyendo la unidad con la clase obrera, para facilitar que los trabajadores impongan a las direcciones de los sindicatos paros y huelgas contra el genocidio que financian los mismos capitalistas que los explotan, los mismos bancos que nos desahucian y el mismo Gobierno que infrafinancia y precariza los servicios públicos mientras se rearma y militariza las fronteras para proteger el imperialismo español.

 
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