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La Izquierda Diario
17 de octubre de 2015 Twitter Faceboock

PREMIO A LA MANO DURA
Casal, de la dictadura a “Justicia y Derechos Humanos” con Scioli
Daniel Satur | @saturnetroc

El candidato kirchnerista confirmó que, si es presidente, su actual ministro provincial dirigirá esa cartera. Prontuario de un funcionario “derecho y humano”.

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Foto: Eldia.com

“Por toda la confianza que le tengo y por el trabajo que viene haciendo, en caso de que alcance la Presidencia, Casal va a ser ministro de Justicia”, dijo ayer Daniel Scioli. Y Casal sonrió como un chico con juguete nuevo.

Como lo vino haciendo en la semana, el candidato kirchnerista completó otro casillero de su futuro gabinete. Si gana las elecciones presidenciales Sioli estará acompañado por Ricardo Casal en la cartera de Justicia y Derechos Humanos. El elegido no es otro que el actual ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, quien lleva años al servicio del gobernador.

Sobre la “confianza” que le tiene Scioli a Casal no hay mucho por decir. Pero sí es necesario detenerse en la mención al “trabajo que viene haciendo” el ministro. De allí se pueden desprender algunos parámetros como para imaginar una próxia gestión kirchnerista en materia de “justicia” y “derechos humanos”. Y eso no es poco cuando se avisora un futuro de ajuste económico sobre el bolsillo del pueblo trabajador, con seguras consecuencias de protesta social y respuesta represiva por parte del Estado.

El “alcaide mayor”

Ayer, al enterarse que Scioli nombraría a Casal al frente de ese ministerio, al periodista Horacio Verbitsky se le borró la sonrisa. Es que, pese a la estrecha relación que une a Scioli y Casal, el periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) aún guardaba la esperanza de que ese sensible ministerio no quedara en manos tan reaccionarias. Porque él, el periodista oficialista, hizo mucho para demostrar lo lejos que está Casal de algo que tenga que ver con la “justicia” y los “derechos humanos”.

A finales de 2011, cuando Cristina Fernández estrenaba su segundo mandato, casi nadie imaginaba que Daniel Scioli iba a ser, cuatro años después, el heredero del “proyecto nacional y popular”. Mucho menos quienes apoyaban al gobierno desde posiciones progresistas. Por eso, aún reconociendo que Scioli era tan kirchnerista como ellos, muchos intelectuales, periodistas y referentes de los derechos humanos decidieron tomar distancia del gobernador bonaerense.

Fue entonces cuando Verbitsky publicó una serie de notas periodísticas en el diario financiado por el gobierno Página/12, en las que denunció a Scioli y a Casal por sus políticas represivas y abiertamente violatorias de los derechos humanos más elementales. Incluso, haciendo gala de su preciada base de datos, Verbitsky desenmascaró a Casal por su pasado como funcionario del Servicio Penitenciario durante la dictadura militar. Nada menos.

“El alcaide mayor Ricardo Casal se formó en el Servicio Penitenciario de la dictadura en los peores años, trabajando junto con oficiales que han sido denunciados e incluso condenados por violaciones a los derechos humanos”, respondió Verbitsky en una entrevista al diario Perfil publicada el 24 de diciembre de 2011.

Por esos meses, y siempre llamándolo “alcaide mayor”, el periodista publicó denuncias varias contra Casal y su política criminalizadora de la pobreza aplicada a sangre y fuego en la provincia de Buenos Aires. Demostrando el accionar de las fuerzas “de seguridad” en las barriadas populares, particularmente ensañada con la juventud pobre del conurbano, Verbitsky llegó a la conclusión de que a Casal “cada día le resulta más difícil distinguir entre los trabajadores cuentapropistas cartoneros del Gran Buenos Aires y la criminalidad organizada” (Página/12, 20-02-11).

Aunque en verdad a la criminalidad organizada Casal pareció distinguirla muy bien, al punto de protegerla y hasta premiarla. Desde las mismas páginas el periodista denunció que “cada vez que queda en evidencia la vinculación de funcionarios policiales o penitenciarios con redes delictivas, Casal recurre para taparlas a otras formas de ilegalidad, de mayor consenso social”. Y decribe con precisión cómo “centenares de efectivos caen de madrugada sobre un barrio popular, allanan domicilios con o sin orden judicial, rompen puertas y muebles, maltratan a mujeres y niños, detienen a decenas de personas por averiguación de identidad, con lo que complican su situación laboral, y hasta colocan armas y sustancias estupefacientes, que luego se presentan como decomisados en el megaoperativo. Esta vieja práctica policial de ’hacer estadística’, inflando números de cualquier manera, ha sido elevada a la categoría de instrumento político” (5-02-12).

Por si fuera poco, el presidente del CELS acusó al funcionario de Scioli de obstruir la investigación sobre la desaparición de Luciano Arruga, “al retacear el uso del único georadar del país en un terreno en el que se presumía estaba sepultado Arruga y sobre el que avanzaba la construcción de un edificio. También inventó una versión fantástica sobre una banda criminal que habría hecho descarrilar el tren en José León Suárez para saquearlo”, en referencia a los hechos ocurridos el 3 de febrero de 2011 en los que personal de la Policía Bonaerense asesinó a balazos por la espalda a los adolescentes Franco Almirón y Mauricio Arce.

Esos hechos y otros, todos documentados, motivaron al propio CELS y a la Comisión Provincial por la Memoria presidida por el premio Nobel de la paz Adilfo Pérez Esquivel a exigir la renuncia de Casal. Pedido que, obviamente, Scioli ni siquiera se vio obligado a tener en cuenta.

“Derechos y Humanos”

En aquel momento Verbitsky identificaba a Casal como “el idéologo y organizador” del proyecto de Scioli para diferenciarse “del kirchnerismo”. Una acusación que, a la luz de la actual campaña electoral, no sólo parece curiosa sino que hasta debería hacer pensar al propio periodista de Página/12, en todo caso, qué es “el kirchnerismo”.

Ayer, pocas horas antes de que Scioli informara a la prensa que, en caso de llegar a la presidencia, el alcaide mayor Ricardo Casal será su flamante ministro de Justicia y Derechos Humanos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que “Scioli va a ser el próximo presidente de todos los argentinos” y que en “va a continuar con esta gran obra”, en referencia a lo realizado por el kirchnerismo desde 2003. Todo un aval a la candidatura del gobernador bonaerense pero también a sus planes de gobierno y a sus recientes definiciones respecto al gabinete que piensa formar.

Lo irónico es que en el mismo acto la Presidente pidio “tener memoria”. O quizás la memoria a la que se refiere Cristina es tan selectiva que permite los olvidos necesarios para reciclar hasta al más impresentable. Vale recordar que ella misma puso al frente del ministerio que puede llegar a conducir Casal a un personaje tan alejado de algo que tenga que ver con la “justicia” y los “derechos humanos” como el alcaide mayor. Si Julio Alak, el exintendente de La Plata que entre otras debilidades menemistas reclutaba asesinos de la CNU para su patota municipal, puede ser ministro de Justicia y Derechos Humanos, ¿por qué no podría serlo Casal?

En todo caso, los méritos realizados por el funcionario sciolista bien merecen un premio ministerial. Si la idea es poner en funciones al personal más idoneo en cada materia, lo de Casal será más que merecido. Como lo denunció con fundamentos más que suficientes la Comisión Provincial por la Memoria, durante la gestión de Daniel Scioli, Ricardo Casal y Alejandro Granados la Provincia de Buenos Aires alcanzó niveles récord de torturas y muertes en comisarías y cárceles, gatillo fácil policial y desapariciones de personas. Sin dudas, si de algo saben Casal y compañía es sobre justicia y derechos humanos.

En aquella entrevista para el diario Perfil le preguntaron a Horacio Verbitsky cómo justificaba él, siendo tan crítico de Scioli y Casal, la alianza del kirchnerismo con el gobernador. “Scioli fue un candidato al que recurrió Kirchner para impedir el desembarco de Macri en la provincia de Buenos Aires”, respondió el periodista, aclarando que eso “tiene sus ventajas y desventajas”.

Cuatro años después, con la sonrisa escondida, más de un progre oficialista estará convencido de que Scioli es el candidato al que recurrió Cristina para impedir que Macri o Massa desembarquen en la Casa Rosada. Aunque eso tenga “sus ventajas y desventajas”, dirá mientras ve la foto de Casal sonriendo como un chico con juguete nuevo.

 
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