Milei y los panqueques del Congreso lo hicieron. Con el veto a la universidad despertaron al movimiento estudiantil. Ayer por la tarde se multiplicaron la toma de facultades y asambleas por todo el país. La bronca crece porque el ajuste se siente por todos lados. El voto comprado a favor del veto puede ser arena que se le escurra al Gobierno de las manos.
Esta fuerza de la juventud tiene un principio solidario. Apoyar el reclamo de la docencia que desde 2015 -con distintos Gobiernos- su salario perdió casi 45 puntos de poder de compra. Pero también vive una universidad en zona de turbulencia. Dar clases en aulas sin aire ni ventilador con 38 grados, puede ser una anécdota menor, pero es una realidad que se agrava con otras falencias de infraestructura que recorren las facultades.
Y pensar que hasta hace poco se decía que toda la juventud se había vuelto de derecha, que “no sabían votar bien”. Difícil sostener ese slogan hoy. Salvo se pretenda no hablar del candidato que sacó el 44 % y que hoy es asesor de buitres financieros, los mismos a los cuales les habla Milei mostrando que con su ajuste sobre la universidad, los jubilados, la obra pública, la salud surge un superávit fiscal que es garantía del pago de los bonos del Tesoro, un requisito junto a planchar el dólar (a costa de rifar reservas del BCRA), para que ganen un 30 % en dólares cada tres meses. La famosa bicicleta financiera.
El reclamo por la universidad empieza a poner al desnudo las dos argentinas. Por un lado, la de los gobiernos y fuerzas tradicionales que gestionan estabilidad para los negocios de los especuladores financieros, al FMI y grandes empresarios. Sea bajo un formato de liberalismo con un Estado mínimo o con algún tipo de “Estado presente”. Por otro lado, la de esa inmensa mayoría que no llega a fin de mes (en un país con 52,9 % de pobres), pero que encuentra un faro para ponerse de pie en la resistencia de los jubilados, las y los trabajadores de la salud que frenaron el cierre del Hospital Bonaparte y en los estudiantes que desafían la normalidad de las aulas.
Estos nuevos aires corren en una provincia donde el año pasado se desafío en las calles a la UCR y al PJ, que pretendían imponer más autoritarismo con una nueva Constitución que blinde los negocios de los dueños de la provincia como las mineras o Ledesma. A esos mismos, hoy el gobierno de Jujuy le arma un seminario de litio convocando a gobernadores del PJ. Juntos apuestan a más saqueo. De todos modos, quedaron heridos por la unidad de docentes, comunidades originarias y trabajadores que enfrentaron su Reforma. Aunque no se los pudo derrotar, faltó la huelga general. Las centrales sindicales prefirieron evitar un escenario donde perdieran el control y los gremios pusieron por delante sus reclamos salariales.
Esta vez tiene que ser distinto. En las asambleas interfacultades empieza a constituirse un ámbito de deliberación y acción de quienes quieren pelear y no quieren esperar a las conducciones de los centros de estudiantes y sindicales. Esperar sería suicida, la CGT está dejando pasar la reforma laboral que piden los empresarios a cambio de mantener sus negocios, mientras que los gremios siguen su rutina salarial. Lo vemos en evitar rodear de apoyo a los choferes de la UTA que tras un paro de 8 días recibieron un amplio apoyo popular en las calles. Fuerzas para luchar sobran, faltan dirigentes que quieran hacerlo.
El comunicado de apoyo del Cedems a la toma de Humanidades es un contrapunto, a la vez, que un punto de apoyo para pelear la coordinación desde debajo de estudiantes y trabajadores en una Asamblea Provincial donde reagrupar fuerzas para imponer el paro general para que caiga todo el plan de ajuste de Milei-Sadir.
Este fin de semana la provincia vibrará con la llegada de miles de protagonistas del 37º Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades. Ahí estará el desafío de unir el reclamo de las pibas y el movimiento feminista con la juventud estudiantil, las y los docentes para potenciar estas fuerzas vivas en todo el país. Abrir paso a la juventud y a las mujeres apostando a la unidad con el conjunto de la clase trabajadora desde una perspectiva socialista es la mejor forma de prepararse para esta vez sí vencer y conquistar una salida a la crisis a favor de las mayorías.
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