Los peronistas tienen un Día de la Lealtad y 364 días de traiciones, dicen que dijo Eduardo Duhalde. La frase se retoma cuando se acerca el 17 de octubre y esta vez el contexto ayuda a que no sea la excepción. La semana agitada que pasó tuvo al gobierno de Javier Milei demandando la lealtad de Osvaldo Jaldo y, por ende, al gobernador imponiendo la lealtad a sus tres diputados que, ironías de la política, llaman a su bloque “Independencia”. Por abajo, de a miles, no se deja de hablar de la traición de los jaldistas: la Ley Bases, el veto contra los jubilados y ahora contra las universidades.
En una columna anterior habíamos hablado de Jaldo y su riesgosa apuesta de ser doblemente oficialista. Con el recorte presupuestario a las universidades, el mandatario tucumano siente el peso de la cruz presidencial. Se anotó en una victoria legislativa pero la calle le devuelve una imagen que difumina cualquier intento de hablar de victoria política.
Buscando atenuar los costos políticos, Jaldo y sus diputados –Gladys Medina, Agustín Fernández y Elia Fernández de Mansilla– guardaron silencio sobre su posicionamiento ante el veto de Milei a la ley de presupuesto universitario. Especulaban con la posibilidad de que el gobierno no reúna los votos y respirar aliviados de no quedar pegados en otra medida de ajuste. No sucedió. Con el PRO a bordo, los gobernadores peronistas más cercanos a Milei tuvieron que responder.
Jaldo recibió un llamado del jefe de Gabinete Guillermo Francos para asegurarlo en el poroteo. El gobernador tuvo que jugar fuerte porque la masiva movilización del 2 de octubre sembró aún más dudas sobre sus diputados. La cara adusta del trío parlamentario cuando se aprobó el veto reflejaba las tensiones previas, incluso con un off the record donde se le endilgó toda la responsabilidad a Jaldo por su pacto con Francos. “Esto ya no se sostiene más, yo estoy de este lado”, le expresó un integrante del bloque “Independencia” a La Política Online mientras apuntaba a la manifestación afuera del Congreso. Las palabras se las lleva el veto.
Diferentes medios, desde La Gaceta a La Nación, han puesto acento en una campaña de afiches por las facultades de la UNT: “¡Alerta de ratas! Votar a favor del veto es votar contra las universidades”. El afiche, impulsado por la Juventud del PTS, tenía las caras de los diputados jaldistas y la de Mariano Campero, quien se mueve con soltura en su flamante rol de “radical con peluca”. Se preanunciaba así un estallido de bronca que se materializó cuando estos cuatro diputados –más el bussista Gerardo Huesen y la empresaria Paula Omodeo– votaron por el veto y se desencadenó una rebelión estudiantil con cortes de calle, asambleas y tomas de facultades. La fiebre de Milei el sábado por la noche es nafta a un fuego que también alcanza a los aliados.
Una lectura oficial diría que el conflicto de las universidades que incluye a la UNT es un tema nacional, ajeno a la gestión ordenada de Jaldo. Sin embargo, condensa varios elementos. El primero es que Jaldo aparece como un socio del ajuste, un “traidor” para amplios sectores opositores. El segundo es que hay un proceso más profundo en la juventud donde el conflicto universitario aparece como catalizador. Sí, se trata del presupuesto universitario pero también se trata de no poder cursar por el tarifazo en el transporte, de la precarización laboral, de no poder bancar un alquiler, de ver hacer malabares a padres y jubilados; en definitiva, de ser parte del 56% de pobres en el Gran San Miguel. El tercero es que rompe con la imagen de “paz social” tan celosamente cuidada por Jaldo con la ayuda de las burocracias sindicales. No por casualidad se viene alentando la demagogia securitaria, desarrollando operativos policiales cinematográficos y esperando de brazos abiertos a Patricia Bullrich.
Y en eso llegó Cristina. La ex presidenta confirmó sus intenciones de presidir al Partido Justicialista, compitiendo, llegado el caso. Los dardos de su eslogan “enderezar lo torcido” se asentaron sobre los rostros de los gobernadores que abiertamente jugaron para ratificar el veto. Si bien no lo mencionó, el nombre de Jaldo aparecía en los titulares de las imágenes compartidas por X para hablar de “transfuguismo político”. Luego de mostrar algún núcleo de coincidencias con el programa libertario (“déficit fiscal”, “modernización laboral”, apuntar contra la docencia, siempre sin romper con el FMI), CFK se reacomoda con el humor social, buscando no perder “por izquierda” ante tanto traidor. Después de todo, fue Máximo Kirchner, uno que maneja bien el timming, el que dijo que no había que “patalear” ante el veto.
Hasta el momento, Jaldo le huyó a la confrontación con la ex presidenta. Desde ya que la posibilidad de CFK presidiendo el PJ plantea interrogantes y hasta problemas para la estrategia de los peronistas integrados a “las fuerzas del cielo”. A Jaldo le salió un aliado inesperado. “Son peronistas, Jaldo es peronista, Jalil es peronista, cada provincia tiene su propia realidad, no me animo a opinar sobre ellos. No quiero opinar sobre ellos. Ellos sabrán por qué lo hacen y lo que hacen”, declaró Ricardo Quintela en una entrevista en Futurock. Los acercó el espanto, porque hace dos semanas el gobernador riojano visitó Tucumán, en el marco de su gira como candidato a presidente del PJ, y Jaldo ordenó hacerle el vacío. No lo recibió nadie.
¿Quién responderá a Cristina en Tucumán? Muchas miradas apuntan a Juan Manzur, su ex ministro de Salud con el que recompuso relaciones después de que éste dé por finalizado el ciclo de la ex mandataria. No es alocado pensar que puede ser parte de la nómina que encabece Cristina. Otros señalan que el tuit de CFK es un convite para que cualquiera se le anime a Jaldo. Habrá que ver cómo se desarrollan los 17 de octubre y las listas para el PJ nacional. De todas formas, el kirchnerismo nunca pudo hacerse de un espacio propio, con estructuras y referentes de peso propio en la provincia. Siempre atado a personajes como Alperovich, Manzur y Jaldo, ahora habrá que ver cómo se configura en tiempos de Milei.
En todos los escenarios Jaldo busca blindarse reuniendo lealtades a como dé lugar. La plataforma para mostrarse apoyado será el acto del 17 de octubre en Bella Vista, cuya preparación se hace discretamente. Una muestra de ese blindaje ocurrió el jueves por la noche en Trancas. En la Fiesta del Caballo, el gobernador se fotografió junto al vicegobernador, Miguel Ángel Acevedo, y la intendenta capitalina, Rossana Chahla, para disipar versiones de asperezas. También se fotografió junto a legisladores como Gerónimo Vargas Aignasse, que a veces confronta abiertamente con Milei, y Hugo Ledesma, hombre de Carlos Cisneros, el diputado tucumano que vota a contramano de lo que quiere la Casa de Gobierno. Jaldo ordenó que en el terruño inviten y sean buenos anfitriones con la senadora Beatriz Ávila y el ex intendente capitalino Germán Alfaro. Otro gesto de acercamiento.
Ante tanto palacio reaparece la calle. Enhorabuena.