Al menos 30 organizaciones ambientalistas, junto con científicos y activistas han lanzado una campaña para advertir a la opinión pública sobre las consecuencias de la imposición del Proyecto Saguaro, que amenaza con transformar el Golfo de California en una zona de sacrificio para la industria fósil. Este megaproyecto, promovido por la empresa Mexico Pacific Limited , y avalado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pretende conectar los campos de fracking del sur de Texas mediante un gasoducto de más de 800 km para luego y enviarlos a una terminal de licuefacción de 400 hectáreas, llamada “Saguaro Energía”, en la comunidad de Puerto Libertad, Sonora.
Este proyecto generará un aumento en el tráfico marítimo, con la salida anual de 64 buques cargados de gas natural licuado desde Puerto Libertad, Sonora hacia Asia, lo que podría intensificar los impactos negativos en la biodiversidad marina, asimismo, existe una preocupación por el dragado del fondo marino. La empresa Mexico Pacific Limited estima que la terminal de licuefacción y el gasoducto comiencen a operar en el año 2027.
Las organizaciones firmantes, que incluye a la Alianza Mexicana contra el Fracking, Cartocrítica, el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), lanzaron la web "Ballenas o Gas", donde se puede consultar la investigación llevada a cabo por la plataforma Mar y Educación Ambiental (Marea), dedicada a promover la conservación marina, que advierte que entre los potenciales daños que este megaproyecto va a causar, serían, no solo impactos de los cetáceos que tienen su hábitat en las aguas del Golfo de California con el tráfico de buques metaneros, si no también la contaminación de las zonas naturales protegidas por combustibles, la contaminación acústica que dañaría el comportamiento natural de las especies, entre otros impactos, a su vez iniciaron una campaña de firmas para hacer llegar un documento a las autoridades para presionar por el cierre de este proyecto.
Ecocidio en el "acuario del mundo"
Las aguas del Golfo de California o Mar de Cortés son el hábitat permanente y para la migración del 85 % de los mamíferos marinos de México, llamado por el célebre oceanógrafo Jacques Cousteau como "el acuario del mundo", y además de ser declarado como Patrimonio Mundial Natural en 2005, y que es el hogar de 900 especies de peces, además de ser el hábitat 39 % de los mamíferos marinos del mundo, así como 4 500 especies de invertebrados marinos, 181 especies de aves marinas y seis especies de tortugas marinas. De la misma forma esta región es el útlimo refugio de especies consideradas en peligro de extinción, como la totoaba y la vaquita marina, mismas que están en peligro crítico debido a la pesca ilegal.
Sin embargo según expertos, este ha sido continuamente impactado tanto por la crisis climática, como por la acción de empresas, como el desastre ecológico en 2019, causado por el derrame de ácido sulfúrico que fue ocasionado por la empresa Grupo México, perteneciente a Germán Larrea.
Sumado a esto, se teme que, la ampliación de las rutas marinas y de infraestructura para la terminal de licuefacción, ocasione colisiones con las especies marinas, además del desplazamiento y muerte de las ballenas y delfines, pero a su vez el daño irreparable a los arrecifes de coral, ya de por si golpeados fuertemente por el aumento de las temperaturas de las últimas décadas.
Mapa por: Marea
Otro de los daños que se denuncian es la contaminación auditiva por el ruido de los buques interrumpe la comunicación y la capacidad de escuchar de las ballenas, un sentido crucial para su supervivencia, dado que les permite localizar parejas, presas y navegar a través de vastas extensiones de océano.
A estas amenazas, se les suma que la construcción de terminales de gas fósil, junto con el dragado del fondo marino y el incremento del tráfico marítimo, no solo representan una amenaza significativa para la biodiversidad del Golfo de California, sino que también pueden marcar el principio de un daño irreparable a este frágil ecosistema.
Megaproyectos y opacidad ambiental en la 4T
En conferencia de prensa el pasado mes de septiembre, la antropóloga Natalia Mendoza de la Universidad de Columbia, sostuvo que el megaproyecto Saguaro está ligado al Plan Sonora de Energía Sostenible, impulsado por el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, que además de incluir gasoductos de fracking, incluye, entre otras cosas, la explotación de litio en el municipio de Bacadehuachi, Sonora, y la construcción de la Central Fotovoltaica más grande de Latinoamérica, en el municipio de Puerto Peñasco, con lo que se busca posicionar al estado de Sonora como un referente mundial en generación de energías sostenibles.
“Este proyecto forma parte de uno mucho más ambicioso: el llamado Plan Sonora, que se ha caracterizado por la opacidad y por una serie de irregularidades legales, y que incluye otra serie de elementos como el llamado “Tren fantasma” que el Ejército está construyendo entre Ímuris y Nogales, además de la explotación de litio y la construcción de una planta fotovoltaica. Es todo un proyecto que ha sido presentado muy a cuentagotas y sin una justificación clara, además de un tanto fraudulenta, pues se habla de este proyecto como uno de energía limpia y soberanía energética, cuando queda muy claro que van completamente en contra de esa lógica”, mencionó Mendoza.
Estos proyectos, pese a ser incluidos en las estrategia de "transición energética", están inmersos en la lógica extractivista, que ocasionan despojo y degradación de ecosistemas, pues en el caso del litio, la manera de extracción es similar a la de otras minas a cielo abierto que devastan territorios, como la salinización de humedales, contaminación de reservas de agua dulce, alteración de los sistemas lacustres, por otro lado, las centrales fotovoltaicas plantean un problema con el desmonte de las reservas del desierto del Altar en Sonora, que son también zonas de corredores de biodiversidad, al mismo tiempo no se ha contemplado las consultas correspondientes con las comunidades indígenas de la zona.
Por otro lado, hay un vinculo claro entre el aumento de la violencia en el estado de Sonora, con la imposición de estos megaproyectos, pues, según Mendoza, la presencia del crimen organizado ha silenciado convenientemente tanto a medios de comunicación locales, como a comunidades indígenas, como al pueblo Tohono O’odham, que al ser poblaciones que se podrían resistir a la construcción del gasoducto ya han sido desplazadas previamente por la violencia acompañada de la militarización de sus territorios.
Militarización y ecocidios
Pese a las promesas presidenciales de prohibir el fracking en el territorio mexicano, la realidad es que, según la Alianza Mexicana contra el Fracking, durante el sexenio de López Obrador se mantuvo la asignación de recursos para proyectos que implican el uso de la técnica de fracturación hidráulica, y que a pesar de contar con la mayoría tanto en la Cámara de Diputados, como en la de Senadores, ninguna iniciativa para prohibir esta técnica nociva para el medio ambiente prosperó durante su administración.
De la misma forma, las iniciativas para desarrollar zonas estratégicas, tanto para la economía, como para el freno del flujo migratorio, también incluyen la militarización de los territorios y que han generado el incremento de la violencia y el desplazamiento de decenas de comunidades. Al igual que en otros estados, como Chiapas, esta situación termina siendo funcional a la liberación de espacios para las inversiones al servicio del capital, para beneficiar megaproyectos como el Proyecto Saguaro, el Tren Maya o el Corredor Transístmico, mismos que son denominados como "verdes" al supuestamente no requerir combustibles fósiles. Sin embargo todo lo mencionado, no esta exento de los ecocidios, tanto en el sureste, como en el norte del país.
Ante la amenaza no solo de la devastación de un ecosistema clave como el Golfo de California, sino también de la agudización de los impactos de la crisis climática, como vimos en esta temporada de huracanes, es urgente la movilización, no solo de los sectores de organizaciones civiles y ambientalistas, sino también de defensores del territorio y de trabajadores, no solo para frenar estos megaproyectos, sino también para poner en marcha una verdadera transición justa, que no recaiga sobre las mayorías sino sobre los grandes capitalistas.
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