Este mediodía, el vocero Manuel Adorni anunció la primera privatización del gobierno en el sector ferroviario. En el comunicado que se difundió a la prensa se volvió a enumerar una serie de “pérdidas” y “planta sobredimensionada” de difícil comprobación, teniendo en cuenta la falsificación de datos en que suele incurrir la gestión libertaria.
El Belgrano Cargas es un servicio estratégico, sobre todos para algunos sectores económicos. Aunque no todos sus líneas están activas, la red ferroviaria atraviesa 17 provincias y juega un rol fundamental en la logística del transporte de granos en la Argentina. Es parte de la Red de Trenes Argentinos cargas, que abarca 7594 kilómetros, o sea la mitad de la red total de cargas ferroviaria del país. En 2023 estas transportaron 7,2 millones de toneladas de mercancías.
La empresa hace tiempo que recoge el interés de distintos grupos. Juega un rol clave para la agroindustria, ya que puede trasladar granos desde los campos hacia los puertos, con mayores volúmenes y menores costos que los camiones. Es uno de los pedidos que vienen haciendo las multinacionales y los pulpos locales: el manejo de la red logística. Así pueden controlar todo el proceso y mejorar sus ganancias. No solo con el control de la circulación de millones de toneladas de productos para la exportación, sino con la operación propia del servicio.
El encargado de la entrega será Diego Chaher, titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas. Este mediodía dijo que “el proceso implica la concesión al sector privado. La empresa opera tres líneas ferroviarias que cubren un total de 7.600 kilómetros. Para cada una de las tres líneas vamos a instrumentar siete procesos de concesión diferenciados”. O sea que habrá “para todos”…los capitalistas. Incluso se habla del interés del gobierno chino, con el que ahora Milei quiere recomponer relaciones.
Adorni señaló que “ahora, sin la intromisión inútil del Estado, la privatización del Belgrano Cargas va a aumentar su competitividad, transparencia y eficiencia, y bueno, como dijo el prócer liberal Milton Friedman, uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones más que por sus resultados”.
La realidad es que la gestión privada de los ferrocarriles en la Argentina fue desastrosa. Falta de inversión, corrupción, abandono de vías y talleres, hasta termina con la masacre de Once, donde no faltó la complicidad entre empresarios y funcionarios.
En el caso del transporte de cargas, pasó entre manos privadas y estatales, incluso mixtas, la red se fragmentó entre operadores privados que tienen sus propias líneas pero usufructúan la infraestructura pública (NCA de Aceitera Deheza), Ferrosur (grupo Camargo Correa) y Fepsa (granos del grupo Techint). Ese proceso implicó el abandono de los servicios que podrían cumplir otro objetivo económico y social, pero menos rentables para los grandes empresarios. |